Crítica de 'Amazing Spider-Man 2': La secuela arrasa

"The Amazing Spider-Man 2" llega a los cines y casi se estrella contra un muro con una trama sobresaturada y demasiados villanos.

Andrew Garfield y Emma Stone vuelven como Peter Parker y Gwen Stacey en esta larga -muy larga- de dos horas y media -¿hemos dicho que es larga? - secuela. No utilizaron bien su sentido arácnido en la sala de montaje.

Uno de los problemas es que "Spider-Man 2" no está muy segura de a dónde quiere llamar hogar dentro del universo cinematográfico Marvel. ¿Es un drama? Probablemente haya más drama y desarrollo de personajes en esta película de Spiderman que en todas las películas de Marvel juntas.

¿O debería ser la comedia? "Spiderman 2" salta del drama a la comedia escandalosa y luego de nuevo al drama, lo que produce un latigazo cervical y exasperación en lugar de una cohesión sensata.

El gran énfasis en el drama no quiere decir que no haya acción. No te sorprendas si al final de la película tienes problemas de audición debido a los frecuentes chillidos ensordecedores de la estática de Electro (Jamie Foxx) en sus muchas escenas. Una de ellas es alucinante: Spiderman y Electro se enfrentan cara a cara en Times Square, Nueva York, en una batalla espectacular.

Pero más allá de la secuencia de Times Square, las escenas de acción son más bien genéricas.

Y hablando de genérico, "The Amazing Spider-Man 2" del director Marc Webb es visualmente homogénea. El diseño de producción, el vestuario y la fotografía apenas se diferencian de la franquicia del hombre araña de Sam Raimi, recientemente desaparecida. Para qué molestarse en reiniciar si ni siquiera vas a crear una identidad visual nueva y única. Aparte de las fantásticas interpretaciones de Garfield y Stone (en comparación con Tobey Maguire y Kirsten Dunst), hay poco que separe esta salida de la de Rami y será muy fácil confundir escenas de una franquicia con la otra.

El reparto es de lo mejor. Chris Cooper se luce en una breve escena como Norman Osborn, el moribundo jefe de Oscorp. Paul Giamatti está escandaloso como matón ruso, mientras que Sally Field abre los conductos lagrimales como tía May. Lo más destacado es Dane DeHaan -una viva imagen del Leonardo DiCaprio de hace quince años-, que está soberbio como el mocoso llorón, quejica y extremadamente arrogante Osborn, y Foxx como el Electro campechano que se enfrenta a todos los matones igual de campechanos que se interponen en su camino.

Con la ayuda de Pharrell Williams y Johnny Marr, la ecléctica partitura de Hans Zimmer electrifica la acción y los personajes, proporcionando una excelente mezcla de ritmo, intensidad y comedia en los lugares adecuados, algo que el guión de Roberto Orci, Alex Kurtzman y Jeff Pinkner nunca consigue.

Sony Pictures. Clasificación MPAA: PG-13. Duración: 2 horas y 22 minutos.

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