Todos estamos sintiendo los efectos de una inflación obstinada y persistente. Cuando la administración actual nos dice que la inflación está bajando, debemos recordarnos que eso sólo significa que los precios, ya de por sí altos, están subiendo más despacio. Cuando unas pizzas grandes, unas ensaladas y unos nudos de ajo te cuestan 100$, empiezas a darte cuenta de lo cara que se está poniendo la vida para los estadounidenses.
Entonces, ¿hay alguna posibilidad de que los precios bajen algún día? La única cosa, buena o mala, que podría hacer que eso ocurriera es la palabra D: Deflación.
¿Qué es la deflación?
La deflación, caracterizada por un descenso generalizado de los precios de bienes y servicios, contrasta fuertemente con la inflación. Mientras que la inflación erosiona el poder adquisitivo, la deflación lo aumenta. Sin embargo, la deflación puede ser señal de graves dificultades económicas y de un estancamiento económico generalizado. Entender cómo puede producirse la deflación en Estados Unidos implica una combinación de factores económicos, políticas e influencias externas.
Factores clave de la deflación... ¿Soy yo el problema?
Disminución de la demanda de los consumidores: Cuando los consumidores y las empresas esperan que bajen los precios, pueden retrasar las compras y las inversiones. Esta reducción de la demanda puede provocar un exceso de oferta de bienes y servicios, forzando los precios a la baja. Como dice Taylor Swift: "Soy yo, yo soy el problema". Quizá la respuesta sea que nosotros, como estadounidenses, necesitamos gastar menos de lo que gastamos hoy.
Avances tecnológicos: Los avances tecnológicos pueden aumentar la productividad y reducir los costes de producción, por lo que quizás un rápido crecimiento de la IA podría resolver nuestro problema de inflación.
Política monetaria: ¿Son demasiado restrictivas las políticas actuales de la Reserva Federal? ¿Deberían subir los tipos de interés aunque no sea lo que quieren los estadounidenses en este momento? Endurecer aún más los tipos podría ser la solución, en parte, para resolver el problema de la inflación.
Deflación de la deuda: Los altos niveles de deuda pueden provocar deflación si los consumidores y las empresas se centran en pagar la deuda en lugar de gastar o invertir. Con toda esta deuda de los consumidores - 1,1 billones de dólares sólo en tarjetas de crédito - en realidad podría ayudar a la deflación si se acelera aún más, aunque algunas familias sufrirán mucho.
Condiciones económicas mundiales: Las presiones deflacionistas también pueden importarse a través del comercio internacional. Una desaceleración o recesión mundial puede reducir la demanda de exportaciones estadounidenses, mientras que unas importaciones más baratas pueden provocar descensos de los precios internos.
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Contexto histórico
La Gran Depresión de los años 30 es un ejemplo clásico de deflación en Estados Unidos. Durante este periodo, el país experimentó una grave deflación, con una caída de los precios de casi el 30%. La espiral deflacionista fue impulsada por una combinación de altos niveles de deuda, quiebras bancarias y un colapso de la confianza de los consumidores. Más recientemente, la "Década Perdida" de Japón en la década de 1990 sirve de advertencia sobre cómo una deflación prolongada puede ahogar el crecimiento económico.
Nada de esto suena bien para Estados Unidos, pero puede hacer que la gente se dé cuenta de que los precios pueden permanecer exactamente donde están durante mucho tiempo, sin posibilidad de bajar.
Posibles vías hacia la deflación
Cambios económicos tras la pandemia: La pandemia de COVID-19 provocó un gasto público y una relajación monetaria sin precedentes para apoyar la economía. A medida que se retiren estos apoyos -lo que significa que el gobierno deje de gastar dinero- podría surgir la posibilidad de que se reduzca el gasto de los consumidores y las empresas, especialmente si disminuye la confianza en la recuperación económica.
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Errores políticos: Si la Reserva Federal y otros responsables políticos juzgan mal las condiciones económicas y endurecen la política monetaria con demasiada agresividad, podrían desencadenar inadvertidamente presiones deflacionistas. A la inversa, no abordar los elevados niveles de deuda de las empresas y los consumidores también podría contribuir a una espiral deflacionista.
Debilidad económica mundial: Las tensiones comerciales en curso, la inestabilidad geopolítica u otra crisis financiera mundial podrían reducir la demanda de exportaciones estadounidenses, aumentando los riesgos deflacionistas. Un dólar fuerte, aunque beneficioso para las importaciones, podría exacerbar la deflación al hacer menos competitivas las exportaciones estadounidenses.
Cuidado con lo que pides, puede que lo consigas
La deflación, aunque aparentemente beneficiosa porque todos queremos precios más bajos, puede tener graves consecuencias económicas. La inflación será uno de los temas principales en las urnas este noviembre. Las empresas podrían reducir la producción, recortar los salarios y despedir a trabajadores, lo que provocaría un aumento del desempleo y una mayor reducción de la demanda. ¿Es eso lo que estamos pidiendo ahora?
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¿Estamos preparados para un aumento del desempleo? ¿Estamos preparados para tipos de interés más altos? ¿Estamos preparados para DEJAR de gastar dinero? ¿Estamos preparados para que el gobierno DEJE de imprimir dinero? ¿O es que todos queremos tener nuestro pastel y comérnoslo también?
Teniendo en cuenta todo lo que está ocurriendo en nuestra economía, la deflación es un escenario muy improbable, lo que significa que todos tenemos que acostumbrarnos a que un saco de comida cueste 50 $.