Dr. Robert Jeffress La hipocresía de la política de Biden en Ciudad de México

No puedes vivir de una manera el domingo y de la contraria el resto de la semana

La administración Biden ha decidido abolir la "Política de Ciudad de México". Esta política fue instituida por primera vez por el entonces presidente Ronald Reagan, quien declaró que el gobierno estadounidense dejaría de conceder fondos para ayuda mundial a organizaciones internacionales que promovieran o practicaran abortos.

Durante décadas, la política ha entrado y salido de aplicación, oscilando de un lado a otro en función de quién controlara la Casa Blanca. 

El largo historial político del presidente Bidenestá plagado de apoyo a medias tintas y compromisos sobre el aborto. No estoy seguro de si alguien puede ser realmente "moderado" en el tema del aborto, pero Biden intentó durante décadas ocupar una especie de término medio blando en esta cuestión.

Hasta el año pasado, claro. Planned Parenthood utilizó sus grandes bolsillos y su enorme influencia para mantener al Partido Demócrata al día con su agenda. Biden se dobló como un traje barato. Su campaña adoptó una plataforma de "todo vale" y aborto a la carta.

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Después de todo lo que dijo sobre la "unidad" durante la toma de posesión, la gente empezó a preguntarse cómo trataría Biden este asunto del pararrayos.

Cuando se le preguntó por la política sobre el aborto de la nueva administración antes de que el presidente Biden rescindiera la de Ciudad de México, la secretaria de prensa Jen Psaki esquivó la pregunta y, en su lugar, dio una excusa poco convincente en nombre del presidente.

Dijo: "Sólo aprovecharé la oportunidad para recordaros a todos que es un católico devoto y alguien que asiste regularmente a la iglesia. Empezó el día asistiendo a la iglesia con su familia esta mañana".

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Cualquiera con una pizca de discernimiento puede ver a través de ese ardid religioso. La fe de una persona es entre ella y Dios. Y eso vale tanto para un fontanero como para un presidente.

Pero también es importante recordar esto.

El evangelio cristiano no es meramente performativo, es transformador. Una religión sólo dominical es ciertamente algo, pero no es el cristianismo histórico.

El verdadero Evangelio de Jesucristo transforma todos los ámbitos de nuestra vida. Para un verdadero cristiano no hay distinción entre lo público y lo privado. 

No puedes vivir de una manera el domingo y de la opuesta el resto de la semana. No puedes confesar que "Jesús ama a los niños pequeños" mientras estás en la iglesia el domingo y luego firmar una sentencia de muerte para los niños pequeños mientras estás en el Despacho Oval el jueves.  

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Existe una palabra para lo que está ocurriendo. Se llama "hipocresía".

La hipocresía del presidente Biden es tan flagrante y tan atroz que ni siquiera los líderes de la Iglesia católica la toleran.

La Iglesia Católica le ha negado la comunión en el pasado por su negativa a alinearse con la doctrina provida de la Iglesia.

La política abortista de Biden es tan descaradamente contradictoria con lo que enseña la Iglesia católica que los católicos devotos deberían estar aterrorizados.

Pero en lugar de dar marcha atrás, el presidente Biden ha redoblado la apuesta.

La Política de la Ciudad de México está exclusivamente en sus manos. Permanece o desaparece a su entera discreción. Y una vez más ha echado su suerte con los abortistas.

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Ya es bastante malo que estas fábricas de abortos realicen su mortal trabajo aquí, en nuestras costas. Pero el presidente Biden ha decidido convertir a nuestro gobierno en el principal inversor de una franquicia internacional que también exporta muerte. Todo en el nombre que suena a justicia de la "ayuda mundial".

Que Dios se apiade de nuestro país.

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