Senador John Cornyn: La arriesgada estrategia nuclear de Biden: hay una forma más inteligente de tratar con Rusia y China

Rusia no se atiene a las normas; China es aún menos fiable.

Las capacidades nucleares de Rusiahan causado gran preocupación a todos los presidentes estadounidenses desde Harry Truman. Durante las últimas décadas, diversos tratados -algunos más eficaces que otros- han intentado restringir el tamaño de nuestros respectivos arsenales nucleares y limitar la expansión de la carrera armamentística.

El Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés) es el único tratado bilateral de control de armamentos que sobrevive con Rusia, y está a punto de expirar en cuestión de días.

El otoño pasado, la administración Trump abogó por una prórroga de un año del Nuevo START con la condición de que ambos países limitaran las cabezas nucleares durante ese periodo. Como era de esperar, Rusia prefirió una prórroga limpia de cinco años.

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El presidente ruso, Vladimir Putin, retrasó las fases finales de las conversaciones con la esperanza de que un posible gobierno de Biden llegara a un acuerdo más favorable para Rusia. Parece que Putin apostó correctamente.

Tras una llamada entre el presidente Biden y Putin, la Casa Blanca anunció que Estados Unidos y Rusia van a prorrogar el Nuevo START durante cinco años sin condiciones. En pocas palabras, la administración Biden sólo está recompensando a Rusia por sus acciones hostiles contra EEUU y nuestros aliados.

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Desde el principio, el Nuevo START fue profundamente defectuoso. El tratado limita el número de bombarderos que puede poseer cada nación, pero no pone límite alguno al número de cabezas nucleares que puede soportar cada bombardero.  

Para empeorar las cosas, los límites sólo se aplican a las armas estratégicas, no a las tácticas. Rusia se ha aprovechado de esta laguna, acumulando unas 2.000 armas nucleares tácticas, frente a las 500 de Estados Unidos.

La doctrina nuclear rusa señala su creciente disposición a utilizar armas nucleares tácticas en un conflicto, y Putin utilizará sin duda los próximos cinco años del Nuevo START para consolidar la ventaja de Rusia sobre EE.UU. Una vez que eso ocurra, la probabilidad de que Rusia despliegue y finalmente utilice estas armas será aún mayor. 

Por supuesto, los retos que plantea Rusia van más allá de un juego de números. La experiencia ha demostrado que Rusia no sigue las reglas del juego.

Por poco fiable y digna de confianza que sea Rusia, los riesgos que plantea palidecen en comparación con los del mayor factor X nuclear: China.

El otoño pasado, el Kremlin intentó envenenar al opositor a Putin Aleksey Navalny. Rusia ha lanzado ciberataques masivos contra empresas privadas y organismos gubernamentales por igual, el último de los cuales fue el pirateo de SolarWinds. Y el año pasado, intentó robar datos sobre vacunas contra el coronavirus a Estados Unidos y a algunos de nuestros aliados más cercanos.

En resumen, a Rusia no le gusta jugar según las reglas, y el Nuevo START hace poco por impedir que se sigan haciendo trampas.

Por poco fiable y digna de confianza que sea Rusia, los riesgos que plantea palidecen en comparación con los del mayor factor X nuclear: China.

China argumenta que su fuerza nuclear es pequeña y no supone ninguna amenaza para el orden mundial, pero el espeso manto de secretismo que rodea al Partido Comunista Chino hace casi imposible verificar la información sobre sus capacidades nucleares.

Se calcula que China tiene unas 300 armas nucleares, lo cual no es una amenaza insignificante, como tampoco lo es la búsqueda por parte de China de una "tríada nuclear". En mayo de 2019, el entonces director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, Robert Ashley, estimó que China duplicará al menos el tamaño de su arsenal nuclear durante la próxima década.

Los cinco estados nucleares reconocidos por el Tratado de No Proliferación (TNP) son EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia y China. Como parte del Nuevo START, EE.UU. realiza inspecciones periódicas de los emplazamientos rusos. Y tanto Francia como el Reino Unido facilitan datos periódicos sobre el tamaño y la composición de sus arsenales nucleares, con aproximadamente 290 y 215 armas nucleares, respectivamente.

Si la estimación de las capacidades nucleares de China es correcta, China es el tercer Estado nuclear más poderoso del mundo, y prácticamente no existen medidas para exigirle responsabilidades. Una prórroga limpia del Nuevo START deja en pie un marco en el que los chinos están ausentes, los rusos hacen trampas y Estados Unidos queda sometido a las reglas de una época pasada.

Estados Unidos debe adoptar un enfoque más global de la reducción de armamentos que incluya sentar a China a la mesa. En lugar de entrar en una prórroga de cinco años del Nuevo START, la administración debería invitar a los cinco estados nucleares a la mesa de negociaciones y utilizar su influencia para conseguir que Pekín acepte conversaciones multilaterales destinadas a limitar el crecimiento de los arsenales nucleares a escala mundial.

Un tratado multilateral es la única solución práctica al panorama moderno de la amenaza nuclear. Juntas, las potencias nucleares mundiales deben tomar medidas para impedir que el arsenal de China crezca aún más, y asegurarse de que cada uno de estos países cumple su compromiso, contraído por 189 Estados que son parte del TNP, de lograr el desarme nuclear. 

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El Presidente Biden tiene que tomar una decisión crítica, pero no por ello difícil. ¿Mantendrá el enfoque del desarme nuclear de la época de la Guerra Fría? ¿O abordará los nuevos retos de seguridad mediante un enfoque global de los retos de seguridad modernos?

No es el momento de entrar en una costosa carrera armamentística, ni de renunciar a nuestra influencia negociadora. El liderazgo estadounidense nunca ha sido tan importante.

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