McDaniel, presidenta del RNC: Biden golpea a la Administración de la Seguridad Social en una purga política sin precedentes

La caza de brujas partidista y la purga de republicanos del gobierno por parte de la administración Biden deberían asustar a todos los estadounidenses

El asalto partidista a nuestras instituciones está vivo y coleando bajo la presidencia de Joe Biden. A lo largo de su campaña presidencial, Biden pregonó su legado de bipartidismo y se comprometió a superar la división partidista. Sin embargo, desde el primer día de su gobierno, Biden ha incumplido esa promesa para hacer avanzar su agenda radical en todos los niveles del gobierno.

La Administración de la Seguridad Social (ASS) cumple una importante misión no partidista: administrar las prestaciones de la Seguridad Social a los millones de estadounidenses que dependen de ellas. Fue diseñada para ser una agencia independiente y no partidista, con su comisionado ejerciendo un mandato fijo de seis años que dura más que una sola administración presidencial, para proporcionar estabilidad y una orientación clara a la agencia y a su personal. 

Durante años, esta agencia y su comisionado tuvieron fama de no partidistas. Por ejemplo, tras su nombramiento en 2007 por el presidente George W. Bush, el comisario de la SSA Michael Astrue siguió en el cargo hasta 2013, que abarcó todo el primer mandato del presidente Barack Obama y se prolongó hasta el segundo.

Su comisionado más reciente, Andrew Saul, fue confirmado para un mandato de seis años en junio de 2019 en una votación ampliamente bipartidista de 77 a 16. Como comisionado de la SSA, Saul trabajó para mejorar los servicios que la SSA presta a los ciudadanos, modernizando su infraestructura de tecnología de la información (TI) y contratando personal de primera línea tanto para los servicios presenciales como para los telefónicos, reduciendo los tiempos de espera y abordando la acumulación de casos de la SSA. 

BIDEN DESPIDE AL COMISARIO DE LA SEGURIDAD SOCIAL, ANDREW SAUL, QUE DICE QUE NO SE VA

Cuando se produjo la pandemia de COVID-19, el Comisario Saul tomó medidas sin precedentes para proteger la salud y la seguridad del personal sin dejar de prestar servicios de calidad a los ciudadanos. La agencia está en un lugar mejor gracias al liderazgo del Comisario Saul.

Según la Ley de Independencia y Mejora de los Programas de la Seguridad Social de 1994, que hizo de la SSA una agencia independiente y separada del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de EEUU, el comisionado "sólo podrá ser destituido de su cargo si el presidente determina que ha habido negligencia en el cumplimiento de su deber o mala conducta en el ejercicio de sus funciones". 

El presidente Biden violó la misión independiente de la Administración de la Seguridad Social al despedir al comisario Saul no por su rendimiento laboral, sino por motivaciones políticas. Esta decisión crea confusión e incertidumbre sobre la capacidad de los futuros comisionados de la SSA para actuar de forma no partidista.

La destitución inconstitucional del comisario Andrew Saul representa otra baja en la caza de brujas partidista del presidente Biden para purgar las instituciones estadounidenses de personas que no comparten sus creencias políticas. El presidente Biden está poniendo la política partidista por encima del trabajo del pueblo, que en este caso incluye servicios críticos para ancianos y discapacitados.

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No se trata de un incidente aislado: forma parte de una pauta de esta administración que expulsa a los republicanos de la función pública. Desde la Comisión de Bellas Artes de EEUU hasta la Administración de la Seguridad Social, la administración Biden ha demostrado que es capaz y está dispuesta a politizar todos los niveles de gobierno para hacer avanzar su agenda, sin importarle el daño que cause tanto a los trabajadores individuales como a las instituciones.

Esta purga de funcionarios está siendo impulsada por la extrema izquierda y sus agentes que llevan la voz cantante, además de por los demócratas del Congreso que tratan de aplacar a la inquieta franja radical. En el caso del Comisario Saul, los sindicatos del sector público fueron responsables de una campaña de desprestigio para expulsarlo del gobierno, a pesar de que tenía un historial de servicio civil bipartidista, trabajando bajo los presidentes Bush y Obama en la Junta Federal de Inversiones de Ahorros para la Jubilación (FRTIB).

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Estos sindicatos han fabricado denuncias contra el comisario Saul, diciendo que denegaba prestaciones a beneficiarios discapacitados o que utilizaba cartas de "no coincidencia" para acosar a los inmigrantes. En realidad, el comisario puso fin a ambas prácticas. Los sindicatos utilizaron una vieja página de su libro de jugadas: sustituir una voz independiente por un lacayo para ganar influencia en las negociaciones colectivas con el gobierno. Los jefes sindicales ganan y el pueblo estadounidense pierde. 

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Su mayor queja es que el Comisario Saul pidió al personal que volviera al trabajo en julio para servir mejor al pueblo estadounidense en las oficinas locales y en la agencia. Esta medida fue tachada de antiobrera, a pesar de que la Casa Blanca de Biden tomó la misma decisión para su personal.

Esta caza de brujas partidista y la purga de republicanos del gobierno deberían asustar a todos los estadounidenses. 

El despido de Andrew Saul fue una acción sin precedentes e inconstitucional, impulsada por el partidismo, que ha politizado la agencia responsable de administrar prestaciones y servicios críticos y merecidos por millones de estadounidenses. Esta acción sólo causará más desconfianza en nuestras instituciones. Lo que le ocurrió al Comisario Saul podría ocurrirle a cualquiera. Como estadounidenses, no debemos tolerarlo.

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