David Bossie: Biden intenta gobernar como FDR en 1933 con su gasto desenfrenado de 3,5T$.

Biden apuesta su presidencia a un gasto de 3,5T$ pero está en una mala situación pase lo que pase

Estás condenado si lo haces y condenado si no lo haces. Ése es el aprieto en el que se encuentra el presidente Joe Biden con el irresponsable derroche de conciliación presupuestaria de 3,5 billones de dólares que está actualmente paralizado en el Congreso. 

Biden está apostando su presidencia a la aprobación de un proyecto de ley de infraestructuras de 1,2 billones de dólares -junto con la lista de deseos socialistas de varios billones de dólares de Bernie Sanders-, un proyecto de ley que pretende transformar fundamentalmente a los Estados Unidos de América de una vibrante República Constitucional en el próximo estado socialista fallido de la historia. 

Aunque los demócratas controlan la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado, sus escasas mayorías dificultan extraordinariamente la aprobación de leyes, independientemente de su tamaño y alcance. 

Para apoyar el proyecto de ley de infraestructuras "más pequeño" aprobado por el Senado (calificar de "pequeño" algo que cuesta 1,2 billones de dólares es un testimonio del descontrolado mundo del gasto en el que vivimos), los progresistas radicales de la Cámara exigen que se considere simultáneamente su enorme paquete de 3,5 billones de dólares. Si no, los izquierdistas marginales de la cámara baja han prometido hundir el proyecto de ley de infraestructuras debido a las perpetuas promesas huecas de Biden, la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, y el líder de la mayoría del Senado, Schumer.   

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A pesar del aprieto legislativo en que se encuentran los demócratas, el presidente Biden ha optado por no cambiar el rumbo de su equivocada estrategia de "ir a lo grande". Biden está intentando gobernar como FDR en 1933 a pesar de no tener ningún mandato del pueblo estadounidense para hacerlo. 

Por pura arrogancia e imprudencia, Biden, Pelosi y Schumer se han metido en un buen lío. 

Biden está en la Casa Blanca por sólo 42.000 votos en tres estados; el pueblo estadounidense no votó a favor de su programa radical que altera el país. Pero Biden, el político de carrera, lleva demasiado tiempo en Washington como para escuchar a las masas. Cuando se le preguntó por el espectro de que los demócratas no aprobaran su gigantesca propuesta de gasto, Biden se lanzó a por todas diciendo que "lo que está en juego es la victoria".

El presidente Biden está decidido a hacer tragar al pueblo estadounidense su arriesgado programa de gastos siguiendo rígidas líneas partidistas, sin importarle las consecuencias. ¡Demasiado para la unidad! Este episodio es la prueba fehaciente de que Biden inició su presidencia con una mentira: que estaba interesado en acabar con la división y unir al pueblo estadounidense. La enormidad de esta oportunidad perdida se escribirá en los libros de historia de EEUU durante décadas. 

El New York Times -que siempre habla en nombre de la extrema izquierda- está redoblando su apuesta por la desquiciada estrategia del todo o nada de Biden. El llamativo titular reciente de la Vieja Dama Gris, "Toda la agenda presidencial de Biden se basa en un proyecto de ley de gastos expansivos", dice mucho de la presión de la izquierda socialista que empuja a Biden a aprobar el proyecto de ley de 3,5 billones de dólares por las buenas o por las malas.

Con esta postura de "el fracaso no es una opción", si esta legislación sale adelante... deben rodar cabezas. Los principales medios de comunicación deberían pedir el despido de todo el personal legislativo del Ala Oeste de Biden, incluidos el jefe de gabinete Ron Klain y la directora del Consejo de Política Interior Susan Rice.    

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La izquierda está dispuesta a decir o hacer cualquier cosa para que su lista de deseos socialistas llegue a la meta. No hay más que ver la falsa declaración más reciente de Biden de que el proyecto de ley no aumentará la deuda nacional. 

Biden levantó cejas cuando tuiteó: "Mi Agenda para Reconstruir Mejor cuesta cero dólares", a pesar de que el proyecto de ley final -junto con enormes subidas de impuestos- ni siquiera se ha finalizado todavía. Este tuit será recordado como la verdadera "gran mentira". 

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Tengo edad suficiente para recordar una época en la que se encargaba a la Oficina Presupuestaria del Congreso, no partidista, que "puntuara" una legislación de esta magnitud antes de que se votara. El presidente Biden debería pedir a la CBO que le dé la razón. 

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La mayoría demócrata pide al pueblo estadounidense que ignore este proceso descarrilado, carente de toda transparencia real, y que se fíe de su palabra. Dicen que el diablo está en los detalles y ése es exactamente el motivo por el que Biden, Pelosi y Schumer no proporcionan ninguno. El pueblo estadounidense debe decir a sus congresistas y senadores que rechacen el amorfo "marco" de impuestos y gastos de 3,5 billones de dólares de los demócratas, signifique eso lo que signifique.       

Sin embargo, la aprobación de esta colosal ley de gasto no garantiza absolutamente nada a los demócratas y conlleva un enorme inconveniente. En 2009 y 2010, la aprobación de su paquete de estímulo de 800.000 millones de dólares y de ObamaCare costó a los demócratas 63 escaños en la Cámara de Representantes y su mayoría. 

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¿Recuerdas el infame programa "Dinero por chatarra" de Obama-Biden y sus promesas de "Trabajos listos para palear" si se aprobaba su proyecto de ley de estímulo? La basura que esconde el actual proyecto de ley de 3,5 billones de dólares hará que ese desastre parezca un grano de arena en comparación. 

No olvidemos tampoco que Biden y los demócratas han optado por ignorar las intermitentes señales de advertencia de una catástrofe inflacionista si se aprueba su proyecto de ley de gasto masivo. Los estadounidenses trabajadores ya están viendo aumentar el precio de la gasolina, los alimentos y otros productos básicos, e inyectar ahora otros 4,7 billones de dólares -o más- en la economía podría causar una calamidad económica y hacer saltar por los aires nuestra deuda nacional justo a tiempo para las elecciones de mitad de mandato de 2022. 

Por pura arrogancia e imprudencia, Biden, Pelosi y Schumer se han metido en un buen lío. 

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El pueblo estadounidense se merece algo mucho mejor. Votaron a políticos que prometieron resolver sus problemas. 

Por desgracia, estos demócratas han hecho exactamente lo contrario.        

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