Enes Kanter, estrella de los Boston Celtics: Turquía quiere castigarme por preocuparme por los derechos humanos -Pero no me detendré

Estas Navidades debería viajar con mi equipo, los Boston Celtics, a Toronto para un partido contra los Raptors. Pero en lugar de estar en la cancha, tendré que ver este partido desde mi sofá. Mi país natal, Turquía, me retiró el pasaporte porque denuncié al presidente Recep Tayyip Erdogan por amordazar a la disidencia y cometer graves abusos contra los derechos y las libertades.

En Indonesia, donde estuve de viaje hace unos años, hubo un intento de secuestrarme. Escapé en el último momento. El año pasado, en Londres, tuve que abandonar a mi antiguo equipo, los New York Knicks, en un partido por las amenazas de muerte que recibí. Pocos días después, el gobierno turco emitió una notificación roja de Interpol, una orden de detención internacional que ordena a los países que me detengan.

En Turquía, los funcionarios detuvieron a mi padre, amenazaron a mi familia y encarcelaron a cualquiera con quien compartiera un autógrafo. Al no conseguir silenciarme, los ministros del gobierno turco en Nueva York animaron a sus matones a acosarme e intimidarme en la calle. Su incesante caza internacional justifica mis argumentos y me inspira a hablar aún más alto.

ENES KANTER, DE LOS BOSTON CELTICS, ARREMETE CONTRA LEBRON JAMES MIENTRAS LAS DESAVENENCIAS EN LA NBA CHINA ENSOMBRECEN SU PROPIA SITUACIÓN

Estados Unidos no es ajeno a la petulancia de Turquía. El presidente Erdogan mantuvo en prisión durante dos años como rehenes al pastor estadounidense Andrew Brunson y a un científico de la NASA, el ciudadano estadounidense Serkan Golge. Compró sistemas rusos de defensa antimisiles a pesar de las múltiples amenazas de sanciones y se adentró en el norte de Siria para eliminar a los kurdos, que han sido un socio fiable de Estados Unidos sobre el terreno en la lucha contra el grupo terrorista ISIS.

Enes Kanter #11 de los Boston Celtics reacciona durante el tercer cuarto del partido contra los Charlotte Hornets en el TD Garden el 06 de octubre de 2019 en Boston, Massachusetts. (Getty)

Enfrentarse a un adversario que amenaza la paz regional es sencillo. Pero ¿cómo tratar a un aliado miembro de la OTAN que está profundamente integrado en los mecanismos de seguridad occidentales y que amenaza con aliarse con países como Rusia e Irán cuando se ve acorralado? Hasta ahora, esta confusión ha hecho ineficaz la respuesta estadounidense.

Turquía no es otro país autoritario. Tiene una historia de democracia que funciona en cierta medida, unos medios de comunicación vibrantes y una sociedad civil independiente. El pueblo turco comprende que la prosperidad, la democracia y el progreso de Turquía están ligados a Occidente. Distanciarse de Estados Unidos, la OTAN y Europa no sólo es una receta para el desastre en Oriente Medio, sino que también tiene profundas consecuencias a nivel interno.

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La represión de Erdogan contra la sociedad civil desde el fallido intento de golpe militar de 2016 no ha tenido precedentes. Decenas de miles de personas inocentes, entre ellas profesores, médicos, académicos, periodistas, miembros de la judicatura y del ejército, fueron enviadas a prisión.

Algunas mujeres tienen que dar a luz en lugares secretos porque saben que acabarán en la cárcel si van a un hospital. Cientos de personas han sido torturadas hasta la muerte en las cárceles o han muerto en la carretera mientras escapaban del puño de hierro de Erdogan. La indignación internacional ha caído en saco roto. Y quienes alzaron la voz, entre ellos yo, han sido objeto de ataques implacables.

Kemba Walker (I) y Enes Kanter (D) son presentados como miembros de los Boston Celtics por el presidente de operaciones de baloncesto de los Celtics, Danny Ainge, durante una rueda de prensa en el Auerbach Center de la sede mundial de New Balance el 17 de julio de 2019 en Boston, Massachusetts. (Foto de Tim Bradbury/Getty Images)

Esta semana, el presidente Trump se reunirá con su homólogo turco. Es una buena oportunidad para que Trump deje muy claro que Estados Unidos no va a tolerar que Ankara hable de una manera y actúe de otra. Desde amenazar con enviar refugiados sirios a Europa hasta mantener como rehenes al pastor estadounidense y al científico, los movimientos de Erdogan en política exterior han sido de extorsión. ¿Dónde termina?

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Nuestra república se construyó sobre la premisa de "Paz en casa, paz en el mundo", como señaló Ataturk. Creo de todo corazón que un país que maltrata a su propia población en casa es también una amenaza para sus vecinos y aliados. Esto no podría ser más evidente que en el caso de Turquía.

He defendido enérgicamente a todos los oprimidos del mundo, incluidos los de mi país. No tengo intención de cejar en mi empeño. Por este motivo, am he puesto en marcha una campaña llamada"Tú eres mi esperanza", en la que pido a todo el mundo que se una a mí en la recogida de un millón de firmas para alzar más fuerte nuestras voces. No hay nada más alentador para la injusticia que un silencio ensordecedor.

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