Jane Hampton Cook: Cuando la cultura de la cancelación vino a por Ben Franklin - he aquí cómo se defendió este fundador

¿Estaría Franklin de acuerdo con los estadounidenses que creen que la cultura de la cancelación amenaza la libertad? 

Benjamin Franklin murió hace 231 años, el 17 de abril de 1790. Más del 70% de Filadelfia acudió a llorar el fallecimiento del hombre que refrenó por igual a "rayos y tiranos".  

Sin embargo, en el último año, Franklin ha sido el blanco de la cultura de la cancelación. La Universidad de Washburn retiró la estatua de Franklin para apaciguar a los vándalos, mientras que un comité de Washington D.C. lo incluyó en su lista negra de estatuas. Asimismo, las grandes empresas tecnológicas han censurado al ex presidente Trump y las Grandes Ligas de Béisbol han cancelado al estado de Georgia por una ley electoral.  

Si Franklin viviera, ¿estaría de acuerdo con el 64% de los estadounidenses que creen que la cultura de la cancelación amenaza la libertad? Sí, porque él lo vivió.  

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"Siendo frecuentemente censurado y condenado por diferentes personas por imprimir cosas que dicen que no deberían imprimirse, a veces he pensado que sería necesario hacer una disculpa permanente por mí mismo, y publicarla una vez al año", publicó Franklin el 10 de junio de 1731 en su Gaceta de Pensilvania. 

Este editor de periódicos de 25 años había publicado recientemente un anuncio de un capitán de barco que había comparado oblicuamente a los clérigos con pájaros ruidosos y les había negado el pasaje.  

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"Los hombres están muy enfadados conmigo en esta ocasión", escribió. "Que no puede proceder de otra cosa que de mi abundante malicia contra la religión y el clero". 

Franklin se cancelaba.  

"Declaran, pues, que no tomarán más de mis papeles, ni tendrán más tratos conmigo; sino que me impedirán toda la costumbre que puedan. Todo esto es muy duro". 

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A pesar de su ansiedad, presentó unos principios de libertad de expresión y de prensa que son tan relevantes en 2021 como lo eran en 1731. "Ruego a todos los que se enfadan conmigo por publicar cosas que no les gustan, que consideren con calma los siguientes detalles". 

"Que las opiniones de los hombres son casi tan diversas como sus rostros". 

"Que el negocio de la imprenta tiene que ver principalmente con las opiniones de los hombres; la mayoría de las cosas que se imprimen tienden a promover a unos o a oponerse a otros", explicó. Señaló que la mayoría de las profesiones comerciales, como carpinteros y zapateros, vendían sus productos a todo el mundo, de todas las creencias, religiones y etnias, sin riesgo de "sufrir la menor censura o mala voluntad" ni de ofenderles. 

"Que es tan irrazonable... esperar que (todo el mundo) se complazca con todo lo que se imprime, como pensar que nadie debe complacerse más que a sí mismo". 

El sentido común de Franklin se aplica hoy en día, sobre todo a la intolerancia de las grandes tecnológicas hacia los puntos de vista políticos con los que no están de acuerdo y a las empresas como la MLB que toman partido político. 

"Los impresores están educados en la creencia de que cuando los hombres difieren en opinión, ambas partes deben tener por igual la ventaja de ser oídas por el público", escribió Franklin. 

Franklin estableció la norma del juego limpio, de que la verdad y la evidencia vencerían sobre el error y la falsedad.

¿Qué ocurre cuando se escuchan múltiples puntos de vista?  

"Que cuando la verdad y el error tienen juego limpio, la primera es siempre superior al segundo". 

Con estas palabras, Franklin estableció la norma del juego limpio, de que la verdad y la evidencia vencerían sobre el error y la falsedad. Sus imprentas fueron el árbitro neutral. 

"Al estar continuamente empleados en servir a todas las partes, los impresores adquieren naturalmente una gran despreocupación por las opiniones correctas o incorrectas contenidas en lo que imprimen", explicó sobre la necesidad de tolerancia.   

"Imprimen cosas llenas de rencor y animosidad, con la mayor calma e indiferencia, y sin la menor mala voluntad hacia las personas reflejadas". 

A diferencia de las grandes tecnológicas, Franklin consideraba su papel como el de una empresa de telecomunicaciones actual, un medio para permitir que otros se comunicaran sin controlar el contenido. 

"Que no es razonable imaginar que los impresores aprueban todo lo que imprimen, y censurarlos en consecuencia por alguna cosa en particular; puesto que en el ejercicio de su oficio imprimen una variedad tan grande de cosas opuestas y contradictorias". 

¿Qué pasaría si los editores sólo publicaran material con el que estuvieran de acuerdo?  

"De este modo se pondría fin a la escritura libre, y el mundo no tendría después otra cosa que leer que las opiniones de los impresores". 

Se acabaría la libertad de expresión y el mundo sólo conocería un punto de vista: el de quienes controlan las publicaciones. Por eso la cultura de la cancelación es tan peligrosa.  

Franklin evitó artículos que pudieran "perjudicar realmente a cualquier persona, por mucho que se me haya solicitado y tentado con ofertas de grandes remuneraciones". 

Franklin no se dejaría anular. Se defendió. "Continuaré con mi negocio. No quemaré mi imprenta ni fundiré mis cartas". 

Somos los beneficiarios de la decisión de Franklin de seguir adelante con sus prensas. Desde realizar experimentos con rayos hasta llamar tirano al rey Jorge III en la Declaración de Independencia, Franklin destacó en demasiados temas como para nombrarlos. Su último mensaje al Congreso fue una petición de febrero de 1790 para abolir la esclavitud e "idear medios para eliminar la inconsistencia del carácter del pueblo americano". 

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Sin embargo, a pesar de todos sus numerosos logros, el epíteto escrito por Franklin se centra en su papel en la protección de la libertad de prensa y de expresión. 

"El Cuerpo de B. Franklin Printer;
Como la cubierta de un viejo libro,
Su contenido arrancado,
Y despojado de sus letras y dorados,
Yace aquí, alimento de gusanos.
Pero la obra no se perderá del todo:
Porque, como él creía, aparecerá de nuevo,
En una edición nueva y más perfecta,
Corregida y enmendada por el Autor". 

Hoy, 231 años después de su muerte, en el contexto de la cultura de la cancelación, no dejemos estas libertades vitales como alimento para los gusanos. Debemos luchar contra la cultura de la cancelación, abogar por el juego limpio y defender estas libertades como beneficiosas para todos, sin importar nuestras opiniones políticas, color de piel, sexo o religión, etc. Si lo hacemos, dejaremos una edición más perfecta para el futuro y honraremos a Dios, el autor de nuestras libertades.  

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