Esta Navidad, prestemos atención al burro y a las lecciones que debemos aprender

Antes de que existiera el trineo de Papá Noel o incluso un camión de UPS había un burro

La Navidad evoca la Natividad. Y la Natividad da pie a las representaciones de la Natividad. Quién sabe a quién se le ocurrió primero la idea de dramatizar el nacimiento de Cristo, pero el primer guión ha inspirado innumerables otros.

Aunque cada una tiene su propia arruga, todas tienen algunos rasgos comunes: ángeles con alas de gasa, reyes magos y sus regalos de lejos. Un posadero cansado rechazará a María. Un José con los ojos muy abiertos amontonará el heno del pesebre. Y María, cansada y dulce, dirá: "Creo que hoy".

En este belén viviente, un niño recién nacido, envuelto en una manta tejida, duerme en un pesebre. (iStock)

Bajo una estrella suspendida nacerá un niño, los ángeles cantarán, los reyes magos se arrodillarán y niños de todas las edades volverán a casa diciendo a sus padres que el año que viene quieren participar en la representación del Nacimiento. Los niños quieren ser José. Las niñas quieren ser María. Algunos quieren llevar alas de ángel o traer regalos de tierras lejanas. Incluso puede que algunos se ofrezcan a ser el duro Herodes o el hostigoso posadero.

¿QUÉ PUEDE HACER LA GENTE BUENA CUANDO TODO SE DESMORONA EN NAVIDAD?

Pero nadie, nunca, que yo sepa, se ofrece voluntario para ser el burro. Lo cual es extraño, en realidad, pues ¿qué mayor honor podría existir que hacer lo que hizo el asno? Llevó a Jesús. Lo sé, José es más guapo y María es bastante despampanante. Los Reyes Magos se llevan los sombreros chulos y los ángeles los aleluyas. ¿Y el burro? Se queda a un lado y masca heno.

Pero mírale. ¿No ves satisfacción en esos grandes ojos marrones? ¿Una expresión de satisfacción en su rostro? ¡Acaba de entregar el mayor regalo de la historia! Antes de que Papá Noel tuviera un trineo o UPS tuviera camiones, Dios tenía un burro. Gracias, en gran parte, a él, el coro puede cantar "Porque un niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado".

Lo sé, lo sé. Preferiríamos ser José, rudo y barbudo. Preferiríamos ser María, fiel, bella e inmaculada.

Pero alguien tiene que ser el burro. Creo que ser un burro en Navidad es algo bueno.

El burro de la historia de Navidad se contentaba con hacer su trabajo y dejar que Jesús acaparara toda la atención. 

El asno de Navidad hizo su trabajo. Liberó a Jesús, para que Jesús pudiera ser liberado.

Anduvo a paso ligero. No galopaba ni pataleaba. Hizo lo que hacen los burros. Avanzaba con paso firme en la dirección que le indicaba el amo.

Y, al llegar, se hizo a un lado. No exigió ningún reconocimiento, no esperó ninguna compensación. Ni siquiera se le menciona en la Biblia.

Estaba contento de hacer su trabajo y dejar que Jesús tuviera toda la atención.

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¿Quizás podríamos aprender una lección del burro de Navidad? Siempre hay un lugar en la natividad, en la historia de la natividad de Dios, para la persona que se arrastra sin esperar aplausos, soporta el peso del largo camino y lleva a Aquel que nos llevará a todos.

Así que brindo por los burros de la historia. Que tu cabalgada sea fiel y tu descanso fructífero. Y nosotros haremos todo lo posible por seguir vuestro ejemplo.

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