Poner fin a la estrategia de los rehenes de Hamás para lograr la paz en Gaza

El grupo terrorista palestino Hamás ha convertido Gaza en un campo de batalla infernal como parte de su estrategia a largo plazo para destruir Israel. El grupo islamista militante ha tomado esencialmente como rehenes a los 1,5 millones de habitantes de Gaza al dar mayor prioridad a matar israelíes que a proteger a los palestinos. Los matones de Hamás siguen escondiéndose entre los civiles palestinos mientras lanzan cohetes para matar a civiles israelíes. A menos que Hamás sea derrotada con decisión, los civiles de ambos lados de la frontera seguirán corriendo un riesgo mortal.

Estados Unidos debe trabajar por una resolución de la crisis de Gaza que reduzca, si no elimine, la capacidad de Hamás para amenazar a los civiles de ambos bandos. Un alto el fuego prematuro que deje a Hamás libre para aumentar su arsenal de cohetes y explotar a los civiles palestinos como escudos humanos sólo sembrará las semillas de una crisis aún peor en el futuro. Éste fue uno de los principales defectos del último alto el fuego, que Hamás abandonó unilateralmente el 19 de diciembre, después de haber mejorado enormemente su poderío militar mediante el contrabando de cohetes de fabricación iraní a través de túneles bajo la frontera con Egipto.

Poner fin al anterior alto el fuego sería considerado un craso error por dirigentes responsables que estuvieran interesados en la seguridad y el bienestar de su propio pueblo. Pero Hamás es un movimiento revolucionario que está más interesado en destruir Israel que en construir un Estado palestino. Está reconocido como organización terrorista por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea por sus asesinatos de más de 500 civiles en Israel, entre ellos más de 20 estadounidenses.

Hamás proclamó que "Gaza será un cementerio" para el ejército israelí. Pretende duplicar la estrategia de Hezbolá en su guerra de 2006 contra Israel construyendo una red de búnkeres subterráneos y elaboradas fortificaciones en Gaza. Hamás espera atraer al ejército israelí a una guerra de desgaste prolongada y sangrienta, alimentar una campaña de propaganda en los medios de comunicación, desacreditar a la Autoridad Palestina rival, socavar a los gobiernos árabes que buscan la paz con Israel y promover los intereses de su principal patrocinador, Irán.

Quienes sostienen que la respuesta del ejército israelí es desproporcionada frente al terrorismo con cohetes de Hamás se equivocan en varios niveles. Están equiparando los crímenes intencionados de un grupo terrorista que ataca deliberadamente a civiles con las acciones defensivas de un gobierno democrático que intenta proteger a sus ciudadanos, un gobierno que hace todo lo posible por evitar muertes accidentales de palestinos.

El objetivo de Israel es derrotar a Hamás, no entrar en un conflicto de ojo por ojo con una secta suicida que está dispuesta a sacrificar las vidas inocentes de sus rehenes palestinos.

Para detener la lucha, los líderes extranjeros han acudido en masa a la ONU y a Israel. Pero no es posible un alto el fuego negociado mientras ambas partes sigan decididas a luchar: Israel para reducir la amenaza de los cohetes y debilitar a Hamás, Hamás para transformar un desastre militar en una victoria política explotando cínicamente la muerte de sus escudos humanos palestinos.

La administración Bush ha bloqueado la aprobación de resoluciones unilaterales del Consejo de Seguridad de la ONU para la actual crisis de Gaza. La administración Obama debe seguir bloqueando estas resoluciones porque sólo animan a Hamás a prolongar su estrategia de rehenes.

Entre bastidores, Estados Unidos debería trabajar con sus aliados árabes (especialmente Egipto, Jordania y Arabia Saudí) para presionar a Hamás para que acepte el cese de su terrorismo con cohetes a cambio del cese de las operaciones militares israelíes. Pero cualquier alto el fuego será efímero a menos que incluya:

* El fin verificable de los ataques con cohetes de Hamás

* El cese del contrabando transfronterizo de armas

* Supervisión constante de la ayuda humanitaria para impedir que Hamás desvíe la ayuda para reforzar su control represivo sobre Gaza.

* Despliegue de observadores internacionales para garantizar que se cumplen las tres primeras condiciones.

Los esfuerzos internacionales para detener los combates en Gaza deben centrarse en restringir la capacidad de Hamás para amenazar a Israel o mantener a los palestinos como rehenes. Un alto el fuego que permita a Hamás reconstruir su poder militar y reforzar su brutal control sobre Gaza sólo conduce a más violencia que Hamás, Irán y otros grupos extremistas islamistas explotarán.

Para restablecer la estabilidad en la región y rescatar las agonizantes esperanzas de una eventual paz, Estados Unidos y otras potencias deben ayudar a derrotar la estrategia de Hamás de esconderse detrás de los gazatíes en su despiadada campaña para matar israelíes.

James Phillips es Investigador Principal de Asuntos de Oriente Medio en el Centro Douglas y Sarah Allison de Estudios de Política Exterior de la Fundación Heritage.

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