La cura de Dios para el caos del mundo comienza con unas cuantas reglas sencillas

Estas normas revelan el buen designio de Dios sobre cómo debemos vivir y amar

Nuestra cultura vive un momento caótico. Casi nadie lo discute, independientemente de dónde te sitúes en el espectro político. Todo el mundo está de acuerdo en que nuestra sociedad está enferma. Pero todo el mundo discute por qué y cómo arreglarlo. No nos ponemos de acuerdo en el diagnóstico ni en la cura. Mete a cien expertos y políticos en una habitación y oirás cien diagnósticos y cien curas diferentes.  

Quiero presentar una explicación de lo que está mal y de cómo podemos tomar medidas para solucionarlo. ¿Y si nuestro problema es que hemos olvidado los Diez Mandamientos? ¿Y si la cura fuera seguirlos?   

Antes de que descartes esta idea, acompáñame un momento. Lee los mandamientos del 5 al 10. Luego, imagina una sociedad en la que se viviera y siguiera cada uno de esos mandamientos. Las cosas serían muy distintas, ¿verdad?  

HABLA LA MADRE DE VIRGINIA QUE SE OPUSO A LA "ORACIÓN DEL SEÑOR" EN UNA REUNIÓN DEL CONSEJO ESCOLAR: "NO TENÍA MIEDO".

No tendrías que cerrar las puertas con llave ni esconder tus objetos de valor. Nadie vendría a hacerte daño ni a robarte. Podrías romper todos tus contratos. Bastaría con un simple apretón de manos, ya que la gente nunca te mentiría. Si los demás vieran que algo bueno ocurría en tu vida, cada uno se apresuraría a felicitarte y celebrarlo contigo. Nadie codiciaría lo que tienes. Las familias estarían intactas y en armonía unas con otras, pues todos los padres serían honrados.  

Los Diez Mandamientos son las normas que deben ayudarnos a vivir una vida plena. ARCHIVO: Decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. que permite que un monumento a los Diez Mandamientos siga en pie frente al Capitolio del Estado de Texas el 27 de junio de 2005, en Austin, Texas. (Foto de Jana Birchum/Getty Images)

Parece un lugar maravilloso. Pero no es sólo producto de la imaginación de alguien. Todo esto es idea de Dios. Ésta es la vida social que nos recomendarían los Diez Mandamientos. Sí, la mayoría de los mandamientos exigen decir "no" a cosas, como los ídolos, el asesinato, la mentira, el adulterio y la envidia. Nos ponen límites. Pero su finalidad no es oprimirnos. Dios los dio para bendecirnos. Revelan el buen designio de Dios sobre cómo debemos vivir y amar. Apartarse de ellas ofende a Dios. Y en el proceso, también nos hace profundamente infelices. 

Considera tu propia vida durante un minuto. Piensa en los momentos de dolor y tristeza que has experimentado. Creo que podrías remontar cada tristeza o dolor que experimentas en tu vida a tu propio fracaso o al fracaso de otra persona en seguir los Diez Mandamientos: 

  • ¿Has llegado a estar descontento con tu vida por observar el éxito de otra persona? Lee el décimo mandamiento.
  • ¿Has traicionado a alguien o has dicho una mentira que ha arruinado una relación que valorabas o una reputación que habías construido? Lee el séptimo y el noveno mandamientos.
  • ¿Te has sentido solo y distanciado de tu familia a causa de un desacuerdo? Lee el quinto mandamiento.
  • ¿Te has sentido agotado por el trabajo incesante? ¿Has leído el cuarto mandamiento?

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  • ¿Has experimentado una ausencia recurrente o un vacío en tu vida que nadie ni nada parece capaz de llenar? Lee el primer y el segundo mandamiento.

Los Diez Mandamientos no son una lista de normas sin vida destinadas a quitarte la libertad. Si los siguiéramos, ¡nos liberaríamos para vivir de verdad! Ésa fue la buena intención de Dios al dárnoslos. Quiere que florezcamos.  

Considera tu propia vida durante un minuto. Piensa en los momentos de dolor y tristeza que has experimentado. Creo que podrías remontar cada tristeza o dolor que experimentas en tu vida a tu propio fracaso o al fracaso de otra persona en seguir los Diez Mandamientos.

La verdad es que Dios es Quien nos hizo. Eso significa que Él sabe lo que nos hará felices. Cuando Dios dice: "¡Basta ya con todos esos falsos dioses e ídolos!", en realidad está diciendo: "¡Venid a disfrutar de mí, el Único que puede haceros felices de verdad!".  

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Tantos americanos hoy en día aman y adoran algo menos que a Dios. Si adoramos el dinero, el sexo o el poder, siempre estaremos decepcionados. Si nos amamos a nosotros mismos más de lo que amamos a Dios y a los demás, nunca seremos felices. San Agustín lo dijo de esta manera "Nuestros corazones están inquietos hasta que descansan en Ti".  

El diagnóstico y la cura del caos en nuestra cultura y en nuestros propios corazones pasan por los Diez Mandamientos.  

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