El director de la NSA Timothy Haugh, despedido por Trump: informe
Al parecer, el presidente Donald Trump ha despedido al director de la Agencia de Seguridad Nacional Timothy Haugh, que también dirige el Mando Cibernético de Estados Unidos, y a la subdirectora de la NSA, Wendy Noble.
Lo primero que he leído cada mañana durante los últimos cuatro años ha sido el Informe Diario del Presidente, de alto secreto, un resumen de los datos y análisis de inteligencia más delicados sobre cuestiones mundiales. Desde el presidente hasta los miembros del gabinete y otros altos funcionarios, confiábamos en ese resumen para que nos advirtiera sobre las agresivas operaciones cibernéticas de China, los complots terroristas, las actividades maliciosas de Irán y otros riesgos geopolíticos. Invariablemente, estas percepciones se derivaban en su mayor parte de la inteligencia recopilada por una entidad: la Agencia de Seguridad Nacional. ¿Por qué? Porque en un mundo definido por las comunicaciones y la tecnología digitales, la NSA es el servicio de inteligencia más eficaz de Estados Unidos.
Por eso, los abruptos despidos hace unos días del director de la NSA, el general Timothy Haugh, y de la directora adjunta, Wendy Noble -dos líderes muy experimentados y apolíticos-, en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a ciberataques sin precedentes de China y otros países, es un regalo para nuestros adversarios. Mientras el presidente Donald Trump estudia sustitutos para estas funciones vitales, él y su equipo de seguridad nacional harían bien en dar prioridad a la competencia y el liderazgo por encima de la política. He aquí por qué.
En primer lugar, las funciones de director y subdirector de la NSA son únicas en el gobierno estadounidense. A diferencia de los jefes de otros departamentos y organismos, que se encargan principalmente de supervisar la política, relacionarse con las partes interesadas externas y gestionar la plantilla -todas ellas tareas importantes-, no necesitan ser expertos sustantivos para dirigir la agencia.
No así en la NSA. En virtud de la naturaleza altamente técnica de las operaciones cibernéticas y las actividades de inteligencia de señales -interceptar las comunicaciones de nuestros adversarios-, es imperativo que los dirigentes de la NSA comprendan tanto los detalles técnicos como las implicaciones estratégicas de las complejas operaciones bajo su mando.

La Agencia de Seguridad Nacional está recibiendo un nuevo liderazgo después de que el presidente Donald Trump despidiera a dos altos cargos. Es esencial que sus sustitutos tengan el conjunto único de habilidades necesarias para el trabajo. Getty Images)
Necesitan saber cómo construir y desplegar plataformas de software y código para lanzar operaciones cibernéticas. Necesitan comprender las cuestiones criptológicas y los programas que permiten la recopilación de inteligencia y refuerzan las defensas estadounidenses contra los ciberataques. También necesitan comprender el inmenso poder de las capacidades bajo su control.
Las terribles filtraciones de Edward Snowden ilustraron las consecuencias geopolíticas asociadas a las operaciones expansivas de la NSA, incluso cuando se cuenta con profesionales competentes al frente de la agencia. No es un trabajo para aficionados. Ésta es precisamente la razón por la que los presidentes, desde la creación de la NSA en 1952, siempre han seleccionado a líderes con profundos conocimientos técnicos para dirigir esta agencia altamente sofisticada. Al igual que necesitamos médicos cualificados supervisando la sala de urgencias de un hospital, necesitamos líderes competentes y cualificados en la NSA.
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En segundo lugar, la decapitación de la cúpula de la NSA se produjo en un momento en que China está emprendiendo operaciones cibernéticas cada vez más agresivas contra Estados Unidos, como demuestran los recientes ciberataques Salt Typhoon contra las redes de telecomunicaciones estadounidenses.
Como declaró el mes pasado la Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, "Pekín está avanzando en sus capacidades cibernéticas para realizar operaciones sofisticadas destinadas a robar información sensible del gobierno y del sector privado de Estados Unidos, y preposicionando opciones adicionales de ataque asimétrico que puedan desplegarse en un conflicto". No se trata de amenazas abstractas.
La agitación en la NSA -la agencia principalmente responsable de detectar y contrarrestar el ciberespionaje chino- no podría haber llegado en peor momento. Los despidos sin precedentes, aparentemente sin causa, tendrán un efecto escalofriante en la plantilla y la moral de la agencia y señalan que la política es más importante que el análisis y la producción apolíticos y objetivos que siempre han definido la profesión de inteligencia.
Las repercusiones se amplificarán aún más si otros altos cargos de la NSA se jubilan o se marchan a puestos más lucrativos en la industria para evitar convertirse en la próxima víctima de ataques políticos infundados. Los beneficiarios últimos del caos en la agencia de espionaje más importante de Estados Unidos serán sus adversarios, que intentarán aprovecharse de la crisis.
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La administración Trump tiene la oportunidad de minimizar el daño causado por estos despidos seleccionando a profesionales con la competencia y la experiencia necesarias para dirigir la NSA en el futuro. No se trata de política, o al menos no debería.
Todos los estadounidenses deberían preocuparse por tener a los mejores y más brillantes al frente de la NSA en un momento en que nos enfrentamos a amenazas crecientes dentro y fuera del país, desde China e Irán hasta el ISIS y los cárteles de la droga. Elegir lo contrario es una propuesta peligrosa que sólo beneficia a nuestros adversarios.