Peter Hoekstra: ¿La comunidad Intel tiene como objetivo a los estadounidenses? Esto es lo que debemos hacer para salvaguardar las libertades

Los estadounidenses no quieren que su aparato de vigilancia exterior se vuelva contra nosotros

Como antiguo miembro de la Banda de los 8, los principales miembros del Senado y la Cámara de Representantes informados sobre la inteligencia más sensible de nuestra nación, am estoy muy familiarizado con las poderosas herramientas de recopilación y las autoridades que posee la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos. Como presidente y principal republicano del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, tuve la responsabilidad de dirigir la supervisión por parte del comité de la miríada de capacidades que posee cada una de las agencias de inteligencia de Estados Unidos.  

Ya sea en inteligencia espacial, cibernética, electrónica o humana, los profesionales de la inteligencia de Estados Unidos generan sin duda un "factor sorpresa", y siempre fue tranquilizador saber que el "CI", como se le suele llamar, era una fuerza poderosa que se desplegaba contra los enemigos extranjeros en el exterior para protegernos en el interior. 

Una reciente acusación del ex director de la CIA de la era Obama-Biden, John Brennan, debería hacernos reflexionar a todos. Brennan declaró en MSNBC que el gobierno de Biden "se está moviendo ahora como un láser para intentar descubrir todo lo que pueda sobre lo que se parece mucho a los movimientos de insurgencia que hemos visto en el extranjero". Continuó enumerando los objetivos potenciales como una "alianza impía frecuentemente de extremistas religiosos, autoritarios, fascistas, intolerantes, racistas, nativistas, incluso libertarios". 

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Dados los antecedentes de Brennan, una acusación así por su parte no debe tomarse a la ligera. Al fin y al cabo, fue Brennan quien se vio obligado a admitir que su agencia había espiado al Senado estadounidense cuando éste investigaba a la CIA. Y Brennan también desempeñó un papel central en el impulso de la ahora desacreditada conspiración de colusión rusa que animó años de investigación y cobertura mediática inexacta de la administración Trump. 

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Sin embargo, la cuestión en sí es más amplia que Brennan, aunque él sea el principal ejemplo de esta preocupación. La cuestión de dónde trazar la línea de los poderes de vigilancia masiva del CI y su uso en el ámbito nacional requiere una profunda consideración, incluso en el calor de este momento político actual. 

En los análisis e investigaciones realizados tras el atentado terrorista del 11-S, una de las recomendaciones clave fue derribar el "muro" entre las fuerzas del orden nacionales y las agencias de inteligencia extranjeras. Los atentados del 11-S incluyeron a autores con base nacional e internacional, y existía una preocupación legítima de que el "muro" hubiera impedido potencialmente compartir información que podría haber ayudado a desbaratar la trama. 

Tras un considerable debate, la Ley de Reforma de la Inteligencia y Prevención del Terrorismo (IRTPA) de 2004, de la que ayudé a ser autor, incluía entre sus muchas disposiciones la reforma de la relación entre las fuerzas de seguridad nacionales y la inteligencia extranjera. 

Se rompió el "muro", lo que aumentó las oportunidades de que las fuerzas del orden y el CI trabajaran juntos y coordinaran sus actividades. Los partidarios de la IRTPA creían que se habían establecido disposiciones sólidas para permitir la cooperación, pero impedir que nuestras capacidades de espionaje se convirtieran en armas contra los estadounidenses. Hubo escépticos en la izquierda y en la derecha, y la campaña de Trump en la época de Obama y Biden demuestra que las dudas tenían cierto fundamento. 

Mientras oímos llamamientos de dirigentes políticos que proclaman "el enemigo está dentro", insto a mis conciudadanos a que den un paso atrás y se pregunten si nosotros, como estadounidenses, queremos que nuestro aparato de vigilancia exterior se vuelva contra nosotros.  

Mientras oímos llamamientos de dirigentes políticos que proclaman "el enemigo está dentro", insto a mis conciudadanos a que den un paso atrás y se pregunten si nosotros, como estadounidenses, queremos que nuestro aparato de vigilancia exterior se vuelva contra nosotros.  

He sido testigo del poder y las capacidades del CI, y afirmaré inequívocamente que no es así. 

El CI actúa por ley para protegernos de las amenazas extranjeras, y las normas reflejan el hecho de que los extranjeros no gozan de las mismas protecciones constitucionales que los ciudadanos estadounidenses. Queremos esta asombrosa capacidad para proteger a nuestra nación de las amenazas extranjeras, no para atacar a nuestros conciudadanos.  

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Las herramientas necesarias para protegernos de las amenazas internacionales deben permanecer singularmente centradas en las amenazas reales que siguen existiendo más allá de nuestras fronteras. Una Comunidad de Inteligencia en la que se difuminen las líneas entre inteligencia exterior y espionaje interior perderá el apoyo de todos los estadounidenses y se convertirá en una amenaza real para nuestras libertades.  

No debemos permitir nunca más que nuestra Comunidad de Inteligencia se convierta en un arma contra nuestros ciudadanos. 

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