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El estallido de las hostilidades entre Israel e Irán no es sólo una crisis regional, sino un punto de inflexión mundial. Desde la intensificación de los intercambios de misiles hasta los crecientes temores nucleares, el espectro de la escalada amenaza con fracturar las alianzas, desestabilizar los mercados del petróleo y dar poder a las potencias rivales. Lo que empezó como un ataque quirúrgico israelí contra presuntos emplazamientos nucleares corre ahora el riesgo de convertirse en un conflicto multiterritorial que afecte a todo, desde el Estrecho de Ormuz hasta Taiwán.

La situación se ha agravado bruscamente. Israel ha lanzado ataques aéreos sostenidos en territorio iraní durante tres días consecutivos, dirigidos contra más de 250 lugares, entre ellos Natanz, Isfahan e instalaciones clave del Ministerio de Defensa. Irán informa de al menos 78 muertos y más de 320 heridos. A cambio, las salvas de misiles sobre Israel mataron al menos a 10 civiles e hirieron a más de 360. Los daños incluyen infraestructuras petrolíferas en Irán y zonas residenciales de Tel Aviv. Estos acontecimientos ponen de relieve la fragilidad de la estabilidad regional y el creciente potencial de propagación mundial.

No se trata de una crisis teórica. Las rutas comerciales mundiales, los corredores energéticos y los mercados financieros ya están reaccionando. Mientras los diplomáticos occidentales se esfuerzan por contener a Irán, Rusia está reforzando su alianza con Teherán, mientras que China intenta remodelar los flujos energéticos y erosionar la influencia diplomática estadounidense. El equilibrio mundial se está redibujando en tiempo real.

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En este momento, Estados Unidos se enfrenta a una cuestión decisiva: ¿Liderará el orden posterior al ataque o dejará que Pekín y Moscú configuren el futuro?

La respuesta de EEUU frente al eje China

La postura de Washington ha sido cauta pero firme. Al tiempo que afirmaba el derecho de Israela la autodefensa, Estados Unidos ha instado a todas las partes a evitar una escalada incontrolada. Ha reforzado las defensas antimisiles del Golfo, ha evacuado al personal estadounidense de Irak y Bahréin y ha ampliado el apoyo de los servicios de inteligencia, todo ello evitando la participación militar directa, salvo el uso de nuestros sistemas de defensa antiaérea. El presidente Donald Trump ha reiterado una clara línea roja: Irán nunca debe obtener un arma nuclear. Entre bastidores, los enviados estadounidenses están trabajando a través de Omán y Europa para abrir canales diplomáticos.

ACTUALIZACIONES EN DIRECTO: CONFLICTO ISRAEL

Este conflicto es una llamada de atención. Una guerra regional puede ahora extenderse por todo el mundo, desestabilizando economías, cambiando alianzas y poniendo a prueba la credibilidad estadounidense. Si EEUU se retira, potencias como China y Rusia llenarán el vacío con una influencia desestabilizadora.

En cambio, Rusia y China están aprovechando el caos. Moscú condenó el ataque de Israely ofreció a Irán ayuda para manipular uranio enriquecido, reforzando tanto sus credenciales de mediación como las ambiciones nucleares iraníes. China expresó su "grave preocupación", pero al parecer ha estrechado sus vínculos con Irán en materia de petróleo e infraestructuras, ofreciéndole un salvavidas económico frente a las sanciones occidentales. Estos movimientos representan algo más que oportunismo; su objetivo es socavar el liderazgo de Estados Unidos en Oriente Medio.

Riesgos de escalada y consecuencias globales

Los efectos dominó del conflicto se están expandiendo. Hezbolá podría atacar desde Líbano. Las milicias chiíes iraquíes podrían atacar a las fuerzas estadounidenses. En Yemen, los rebeldes Houthi amenazan las infraestructuras del Golfo. Cada frente conlleva el potencial de ampliar el conflicto y arrastrar a actores regionales y mundiales.

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Igualmente preocupante es la perturbación marítima. Irán podría bloquear el estrecho de Ormuz, por el que circula una quinta parte del petróleo mundial. Los mercados ya han reaccionado: los precios del petróleo subieron más de un 10%, el Dow Jones cayó casi un 2% y el oro se disparó. Mientras tanto, China puede aprovechar la distracción estadounidense para afirmar un mayor control en el Mar de China Meridional o presionar a Taiwán.

Irán también ha escalado militarmente. El uso de su nuevo misil balístico guiado "Haj Qassem" señala una nueva fase de confrontación estratégica. Este avance tecnológico representa una amenaza cada vez mayor para las ciudades israelíes y una escalada simbólica del conflicto.

Un camino hacia delante: El liderazgo de EE.UU. es esencial

Para evitar un mayor deterioro, Estados Unidos debe aplicar una estrategia triple:

1. Recuperar la iniciativa diplomática Liderar un impulso multilateral de alto nivel -a través de una nueva coalición de Estados regionales- para negociar un alto el fuego. Restablecer el acceso del OIEA a las instalaciones iraníes y establecer un marco de desescalada gradual con mecanismos de aplicación claros.

2. Estados Unidos debe comunicar que cualquier ataque contra intereses estadounidenses o aliados desencadenará represalias proporcionales. Impulsa la coordinación de la defensa antimisiles con Israel,Arabia Saudi y los EAU. El CENTCOM debe reafirmar públicamente las líneas rojas para dar una señal de fuerza.

3. Estabilizar los mercados mundiales Coordinarse con los socios del G7 y los principales productores para mantener la resistencia del suministro de petróleo. Para evitar un conflicto directo entre EEUU e Irán, quizás los medios navales británicos o franceses podrían garantizar la libertad de navegación en el Estrecho de Ormuz. Acercamiento estratégico a India y Japón podría reducir la dependencia mundial de la energía iraní.

Responsabilidad en un mundo multipolar

Este conflicto es una llamada de atención. Una guerra regional puede ahora extenderse por todo el mundo, desestabilizando economías, cambiando alianzas y poniendo a prueba la credibilidad estadounidense. Si Estados Unidos se retira, potencias como China y Rusia llenarán el vacío con una influencia desestabilizadora.

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En esta encrucijada estratégica, Estados Unidos debe demostrar que la fuerza y la moderación pueden coexistir, que la diplomacia no es debilidad y que la disuasión no es provocación. Estados Unidos posee las herramientas, las alianzas y los principios para guiar al mundo a través de esta crisis. Lo que sigue siendo esencial es la voluntad de liderar.

El mundo está mirando. El liderazgo no puede esperar.

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