Janice Dean: "Crea tu propio sol": lo que he aprendido sobre la amabilidad y la buena voluntad en tiempos difíciles

En esta pandemia descubrimos que la amabilidad también es contagiosa

Llevo muchos años leyendo e informando sobre historias de buenas noticias, y creía que ya había visto mi ración de propagación del sol, pero entonces ocurrió lo del coronavirus, cuando estaba a medio escribir mi libro"Make Your Own Sunshine" (Crea tu propio sol), e increíblemente, empecé a notar más historias que nunca sobre la amabilidad y la buena voluntad de los demás durante esta época de crisis.

Uno de los temas principales que he observado en mi propia experiencia y documentando la de otros es que es durante los momentos más difíciles -y los más oscuros- cuando la bondad de los demás brilla con más intensidad. 

Mientras estábamos todos en cuarentena, distanciándonos socialmente del mundo y de los demás, estuve hablando por teléfono y videochat con algunas personas inspiradoras.

Entrevisté a Rebecca Mehra, del estado de Washington, que compró comestibles para una pareja de ancianos en el aparcamiento, que tenían demasiado miedo para entrar a comprar ellos mismos.

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Robertino Rodríguez, el terapeuta respiratorio que decidió pegar una foto suya sonriendo en su EPI para que sus pacientes supieran qué aspecto tenía debajo de la bata médica y la mascarilla de la cabeza a los pies. 

Incluso en los días más oscuros, un pequeño gesto de bondad puede iluminar cualquier estado de ánimo o ambiente. Y a veces sólo hacen falta unos segundos para hacer brillar el sol y transmitirlo. 

Y el director de Carolina del Norte, Tabari Wallace, que decidió ir de puerta en puerta para felicitar a cada uno de sus alumnos que no pudieron tener una graduación adecuada gracias al bloqueo por coronavirus. 

Este tipo de historias ocurrían en todas partes. Los grandes vítores y golpes de cacerolas que oías todas las noches y que también aparecían en todos los noticiarios nocturnos procedentes de edificios de apartamentos a las 7 de la tarde para saludar a nuestros trabajadores sanitarios cuando cambiaban de turno.

Los cantantes de ópera desde los balcones dando serenatas al público de los vecinos de al lado, en lugar de las salas de ópera en las que solían actuar con miles de personas. 

En esta pandemia descubrimos que la amabilidad también es contagiosa.

Muchos de vosotros sabéis que mi familia experimentó un tremendo dolor cuando nos quedamos encerrados y perdimos trágicamente a los dos padres de mi marido a finales de marzo y abril a causa del coronavirus. 

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Nosotros, junto con miles de otras familias, experimentamos la muerte sin poder ver a nuestros seres queridos antes de que murieran, sin poder celebrar funerales ni celebrar sus vidas de las formas tradicionales que normalmente hacemos para ayudar en el proceso de duelo. 

Sin embargo, al recordar estos meses de dolor, también hay momentos de increíble bondad y sol que nos ayudaron a superarlo. 

Descubrí que escribir este libro y compartir las historias en las que estaba trabajando con mi familia me aportaba alegría y consuelo durante estos tiempos sin precedentes.

Completos desconocidos con los que hacía entrevistas se convirtieron en amigos al instante y me sentía tan feliz de tener esa conexión humana, aunque sólo fuera virtualmente a través de un chat con zoom.

Podemos ser tan poderosos como humanos cuando somos amables los unos con los otros. Y no tienen por qué ser grandes cosas: pueden ser simplemente pequeños momentos entre dos personas, como la historia del conductor de FedEx Justin Bradshaw que se tomó unos minutos para limpiar un paquete con la esperanza de proteger a una hija comprometida.

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O puede afectar a un grupo que provoque una reacción en cadena hacia otros, como Seth Stewart, que envía rosas a las personas que han perdido a sus seres queridos el Día de San Valentín. A partir de esa reacción en cadena, una chispa tan poderosa puede iniciar un movimiento que se extienda por las comunidades o incluso por todo el mundo. 

La historia de mi amigo Ray Pfeifer, un superviviente del 11-S que se aseguró de que sus compañeros fueran atendidos cuando se les diagnosticaron enfermedades del World Trade Center. Pasó el último año de su vida, enfermo de cáncer golpeando su bastón y cargando su silla de ruedas por los pasillos del Congreso para asegurarse de que aprobaban el proyecto de ley para ayudar a los primeros intervinientes diagnosticados de lo mismo de lo que él moriría más tarde.

No importa lo grande o lo pequeño que sea, todo es importante. Sólo tenemos que buscar a veces esa luz a la que aferrarnos. 

Encontrar esos momentos es lo que yo llamo "crear tu propio sol". Y la luz de los demás siempre nos ayudará a guiar nuestro camino.

Incluso en los días más oscuros, un pequeño gesto de bondad puede iluminar cualquier estado de ánimo o ambiente. Y a veces sólo hacen falta unos segundos para hacer brillar el sol y transmitirlo. 

El pronóstico siempre necesita un poco más de bondad y amor.

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Así que escribí un libro lleno de esperanza y felicidad, y a veces, como en la vida, esa felicidad y ese sol tienen que venir después de los momentos más tormentosos.

Porque una cosa he aprendido, mientras tengamos amor y bondad, también habrá sol.

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