Leslie Marshall El apoyo de Hillary Clinton a Biden es una mala noticia para Trump: los demócratas se unen para derrotarle

El apoyo que Hillary Clinton dio el martes al ex vicepresidente Joe Biden en las elecciones presidenciales de noviembre es sólo la última señal de la unidad demócrata que será necesaria para enviar al presidente Trump al retiro político.

Biden también ha recogido el apoyo de muchos otros demócratas destacados, incluidos los candidatos que compitieron contra él por la candidatura presidencial este año, el ex presidente Barack Obama, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de California, e incluso la diputada Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, una de las congresistas más progresistas.

La unidad demócrata de este año contrasta bastante con la desunión de 2016. Clinton luchó entonces por conseguir apoyos, especialmente del senador Bernie Sanders de Vermont (que compitió con ella por la candidatura presidencial) y del ala más progresista del partido.

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Puede que el respaldo de Clinton a Biden -ex primera dama, senadora y secretaria de Estado- no le consiga muchos votos adicionales, pero es probable que le ayude a recaudar los millones de dólares que necesita para derrotar a Trump.

En consecuencia, el respaldo de Clinton da a Biden un importante impulso en un momento en que le está resultando difícil conseguir cobertura informativa, dominada por la pandemia de coronavirus y por las largas sesiones informativas de Trump sobre el coronavirus que se televisan casi todos los días.

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El apoyo de Clinton a Biden para enfrentarse al hombre que derrotó su candidatura presidencial en 2016 era tan predecible como el sol naciente. Ella obtuvo 3 millones de votos más que Trump, pero perdió ante él en el Colegio Electoral, y está claro que no hay amor perdido entre ambos.

Los continuos ataques insultantes de Trump contra Clinton -incluyendo referirse regularmente a ella como "Crooked Hillary" (Hillary la torcida) y acusarla falsamente de delitos- son fuertes motivadores para que ella trabaje por la derrota de un presidente al que claramente considera no apto para el cargo más alto de la nación.

Además, Clinton y Biden trabajaron bien juntos en la administración del presidente Obama y mantienen posturas políticas similares que difieren radicalmente de las de Trump. Los estilos de liderazgo sobrio y basado en hechos de los dos demócratas son mucho más similares entre sí que el estilo errático e impredecible de Trump.

La unidad demócrata de este año contrasta bastante con la desunión de 2016.

Siempre he dicho que los apoyos no son gran cosa. Por supuesto, un candidato puede ver un ligero aumento en sus cifras en las encuestas inmediatamente después del anuncio, pero los apoyos no son lo que hace que la gente vaya a votar.

Casi todos los demócratas moderados quieren hacer de Trump un presidente de un solo mandato. Aunque los partidarios de los candidatos presidenciales perdedores Bernie Sanders y la senadora Elizabeth Warren de Massachusetts favorecen políticas más progresistas que las que ha defendido Biden, las posturas de Biden están mucho más cerca de las de Sanders y Warren que de las que apoya Trump.

Así que es una apuesta segura que, con o sin el respaldo de Clinton, Biden podría contar con un fuerte apoyo de los votantes demócratas en noviembre. Del mismo modo, el previsible respaldo que Biden recibió anteriormente de Obama probablemente no supondrá una gran diferencia en el número de votos que obtenga Biden.

Muchos independientes e incluso algunos republicanos quieren ver derrotado a Trump. Por ejemplo, el ex senador republicano Jeff Flake, de Arizona, declaró a The Washington Post que no votará a Trump e insinuó apoyar a Biden.

Aunque muchos independientes y republicanos son más conservadores que Biden, a muchos les disgusta la forma en que Trump se comporta en el cargo.

La probada destreza en la recaudación de fondos que Clinton -al igual que Obama- puede aportar a la campaña de Biden podría ser un factor importante para ayudar a Biden a convertirse en nuestro próximo presidente.

Ahora mismo la campaña de Trump tiene casi 200 millones de dólares más que la campaña de Biden, mientras ambas campañas trabajan horas extras para recaudar aún más fondos.

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Probablemente Biden no pueda alcanzar a Trump en la carrera por los dólares, pero sin duda puede reducir la diferencia de recaudación de fondos con el presidente.

Biden necesita dinero para anuncios en TV, web, radio, publicaciones impresas y correo directo. Los anuncios de TV son caros y especialmente cruciales ahora que mucha gente está confinada en casa y ve más TV de lo habitual debido a las órdenes de refugio en el lugar impuestas para combatir la pandemia de coronavirus.

Trump suele conseguir una hora o más de exposición televisiva diaria gratuita con sus sesiones informativas sobre el coronavirus, aunque su pobre actuación en las sesiones informativas puede estar haciéndole perder más votos de los que gana con las apariciones.

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Pueden ocurrir muchas sorpresas de aquí a noviembre. Pocos habríamos predicho a principios de año que una pandemia mundial nos confinaría a millones de personas en nuestros hogares, dispararía el desempleo a niveles nunca vistos en la Gran Depresión e imposibilitaría una campaña presidencial tradicional llena de mítines y otros actos por todo el país.

Pero lo esencial es que la unidad demócrata ilustrada por los apoyos de Clinton y otros que ha recogido Biden es una señal positiva para quienes anhelamos un liderazgo competente en la Casa Blanca. No sé si Joe Biden será nuestro próximo presidente, pero si yo fuera partidario de Trump estaría muy nervioso ante la perspectiva.

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