Conocer a la Madre Teresa: Nunca olvidaré lo que vi en su rostro

Nota del editor: La siguiente columna es un extracto de"Amé a Jesús en la noche: Teresa de Calcuta - Un secreto revelado", de Paul Murray.

Tuve mi primera visión de la Madre Teresa hace más de treinta años. El lugar donde nos conocimos fue un lugar inesperado: no en las calles de Calcuta, entre los más pobres de los pobres, ni en un hospicio para moribundos, ni en un orfanato para niños pequeños, sino en un aula universitaria de tamaño normal en Roma.

Como casi todo el mundo en aquella época, había oído historias sobre su gran bondad y su amor por los pobres. Pero nada podría haberme preparado para el impacto que me causó en aquel primer encuentro.

Habló durante algo más de treinta minutos, comenzando su intervención con una oración y terminándola con otra.

Junto con mis compañeros, había escuchado, a lo largo de los meses, muchas palabras pronunciadas en aquella aula concreta. Pero nunca me había dado cuenta de que palabras tan sencillas y francas pudieran penetrar tan profundamente en la mente y el corazón.

ARCHIVO - En esta foto de archivo del 25 de agosto de 1993 se fotografía a la Madre Teresa, jefa de las Misioneras de la Caridad, en Nueva Delhi, India. El Papa Francisco ha aprobado el milagro necesario para hacer santa a la Madre Teresa, concediendo a la monja que cuidó de los más pobres entre los pobres uno de los más altos honores de la Iglesia Católica sólo dos décadas después de su muerte. El Vaticano dijo el viernes 18 de diciembre de 2015 que Francisco aprobó un decreto atribuyendo un milagro a la intercesión de la Madre Teresa durante una audiencia con el jefe de la oficina de santidad del Vaticano el jueves, día de su 79 cumpleaños. (AP Photo, file) (AP)

Es casi imposible describir la calidad de la voz de la Madre Teresa. Sus palabras, cuando hablaba, no eran la expresión de meros pensamientos, ni siquiera de convicciones, sino de algún modo la expresión de todo su ser.

Hablaba despacio, con voz grave en la mayor parte de los casos, pero nunca lastimera. Una o dos veces repitió una o dos frases del Nuevo Testamento, pero sus primeras palabras fueron sobre el hambre: "Jesús ha hecho del hambre de los pobres Su hambre y de su sed Su sed. Así de cerca está de nosotros. ¿Le daremos la espalda?

Luego citó la Primera Carta de San Juan: "¿Cómo puedes decir que amas a Dios, a quien no puedes ver, si no amas a tu prójimo, a quien puedes ver?".

Habló, durante unos instantes, de la magnitud del sufrimiento en el mundo y de las grandes penurias que tienen que soportar los pobres. Pero enseguida dijo que quizá el hambre más grande del mundo, la angustia más terrible, no era la pobreza física ni las privaciones. Era la angustia de no ser querido, de ser olvidado o rechazado, de no tener a nadie.

Tres años más tarde, el 10 de junio de 1977, volví a encontrarme con la Madre Teresa, en Cambridge, Inglaterra, y esta vez pude hablar con ella unos momentos a solas.

Lo que me impresionó de inmediato fue algo que han comentado muchas veces a lo largo de los años quienes han tenido la suerte de conocer a la Madre Teresa, y es la radiante alegría que brillaba en su rostro, una alegría que, de un momento a otro, parecía iluminar todas sus expresiones.

En aquel momento me pregunté si alguna vez, en toda mi vida, había conocido a alguien tan radiante.

Extraído de "Amé a Jesús en la Noche: Teresa de Calcuta - Un secreto revelado", de Paul Murray. Utilizado con permiso de Paraclete Press.

Derechos de autor © 2008 de Paul Murray.

Copyright © 2008 de las palabras de la Madre Teresa por las Misioneras de la Caridad.

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