Michael Goodwin Donald Trump ahora tiene que luchar contra los espías de la CIA en la guerra de los demócratas contra él

Sería comprensible que el presidente Trump se despertara preocupado estos días por cuatro palabras que rebotan en su cabeza: "Labios sueltos hunden barcos".

Comprensible y aconsejable. La advertencia de la Segunda Guerra Mundial contra las palabras descuidadas tiene un significado personal para el asediado presidente. Acosado por unos medios de comunicación hostiles y un partido de la oposición implacable, Trump debe tener cuidado ahora con cada palabra que dice, en privado y en público.

Las paredes, incluidas las de la Casa Blanca, tienen oídos.

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Esto se demostró con creces la semana pasada, sobre todo con las acusaciones de un agente de la CIA de que Trump utilizó una llamada telefónica con el presidente de Ucrania para solicitar ayuda extranjera en la campaña de 2020. Esa acusación y otras dieron lugar a una encendida audiencia en el Congreso e incitaron a los demócratas a acelerar el paso hacia la destitución.

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Un segundo caso de fisgoneo fue menos sensacionalista, pero no por ello menos inquietante. Antes de abandonar las Naciones Unidas el jueves, Trump asistió a un acto privado para agradecer a la nueva embajadora estadounidense, Kelly Craft, y a su personal el trabajo realizado durante la sesión de la Asamblea General.

Algo de privacidad. El presidente dijo: "Quiero saber quién es la persona, ¿quién es la persona que dio la información al denunciante? Porque eso está cerca de un espía".

Sabemos que dijo eso y más porque alguien en el acto, quizá más de una persona, grabó en secreto sus declaraciones, tanto en audio como en vídeo, y las filtró rápidamente a los medios de comunicación.

Cuando se trata de ataques, Trump es quizá el ocupante del Despacho Oval más curtido en mil batallas que jamás haya conocido, pero los dos incidentes demuestran que la guerra contra él ha entrado en una nueva fase despiadada. Los esfuerzos por acabar con su presidencia, de un modo u otro, han alcanzado un punto álgido, y Trump sería un necio si supusiera que van a fracasar. Su margen de error es aproximadamente cero.

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