Mijail Saakashvili: Las elecciones presidenciales de Ucrania deben enviar un mensaje claro a todos los políticos

Volodymyr Zelensky, actor sin formación política, desbancó al presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, en las elecciones celebradas el domingo.

Desde el Brexit a la victoria de Trump, pasando por la de Bolsonaro en Brasil, en los últimos años los votantes de todo el mundo han puesto patas arriba el establishment. Sin embargo, mientras los aspirantes a la presidencia de EE.UU. se lanzan al ruedo para 2020, las encuestas muestran que los demócratas están a favor de nominar a un "político con experiencia".

Pero quienes anticipan una vuelta a la "política de siempre" cometen un gran error: La revuelta contra el statu quo no muestra signos de detenerse. Si las elecciones presidenciales ucranianas del domingo sirven de indicador, no hará sino intensificarse.

VICTORIA APLASTANTE DEL ACTOR VOLODYMYR ZELENSKY EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE UCRANIA

Volodymyr Zelensky, cuya experiencia política consiste en interpretar a un presidente ficticio en televisión, venció al actual presidente Petro Poroshenko por un margen récord de casi 50 puntos. En otras palabras, los ucranianos acaban de manifestar el rechazo más dramático a la clase política que se recuerda.

Esta victoria aplastante ha provocado una previsible reacción violenta de la clase dirigente. Los principales medios de comunicación especulan sobre los supuestos riesgos de elegir a un "cómico" para el cargo más alto del país.

Algunos analistas de política exterior han comparado burlonamente a Zelensky con Trump; la experta liberal Andrea Chalupa advirtió recientemente a los ucranianos sobre "lo que una estrella de televisión sin experiencia política puede hacer a un país". Y la victoria de Zelensky envió ondas de choque a los círculos de think tanks de Washington, donde algunos afirman que su inexperiencia significa que su presidencia será un "desastre".

¿Te suena?

Lo que estos expertos no entienden es que Zelensky no ganó a pesar de su condición de outsider, sino gracias a ella.

Durante casi tres décadas, la clase política ucraniana ha prometido a los votantes el mundo entero, y luego no ha cumplido. Aunque los socios occidentales han elogiado a Poroshenko por sus "avances en la reforma", tales "avances" carecen de sentido si no mejoran la vida de la gente.

Ucrania se ha convertido en el país más pobre de Europa, mientras que los ingresos personales de Poroshenko se multiplicaron casi por cien el año pasado. No debería sorprender que los votantes estén hambrientos de algo nuevo.

Las críticas del establishment a los outsiders políticos suelen ser contraproducentes porque refuerzan lo que los votantes ya saben: Muchos de los considerados "expertos" están muy alejados de la gente corriente.

Fíjate en el comentario de Chalupa sobre Trump. El ucraniano medio, que apenas sobrevive con menos de 300 dólares al mes, no desea otra cosa que la oportunidad y la prosperidad que Estados Unidos ha experimentado en la era Trump.

La desconexión entre las opiniones de los expertos y la realidad de la gente corriente quedó clara en 2016, cuando dimití como gobernador de la región ucraniana de Odessa para convertirme en uno de los más firmes opositores de Poroshenko.

Con estas elecciones, la pobreza, la corrupción y los abusos de poder de los que fui testigo han culminado finalmente en el rechazo de los ucranianos al statu quo.

Al igual que Trump y otros líderes poco convencionales, Zelensky consiguió canalizar el descontento popular porque comprende el poder de las redes sociales para hablar directamente a la gente.

A lo largo de su campaña, se dirigió a sus seguidores en vídeos improvisados de Facebook e Instagram, en lugar de anuncios y discursos de campaña. No fue fácil: las noticias falsas son una epidemia en Ucrania, y los brutales intentos de difamación empañaron las elecciones. Pero al utilizar su plataforma online para conectar con los votantes de forma auténtica, sin las pretensiones de la campaña tradicional, Zelensky se defendió y ganó.

Y ahora comienza la verdadera batalla. Los votantes han dado a Zelensky el mandato de poner patas arriba el sistema, y no será fácil. Aun así, soy más optimista que nunca sobre el futuro de Ucrania.

¿Por qué? Porque la promesa central de Zelensky -destruir el sistema fracasado y reconstruirlo desde cero- sólo puede hacerla realidad una persona de fuera.

Como presidente de Georgia, aprendí que el progreso en los países poscomunistas debe ser radical para tener éxito. Un gobierno basado en la corrupción, el nepotismo y el soborno no puede reformarse en el sentido tradicional. Debe ser revisado. Este espíritu intransigente nos impulsó a mí y a mi equipo a convertir a Georgia de un estado fallido en el principal reformador del mundo.

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Y a diferencia de Poroshenko, cuya cleptocracia apartó a muchos asesores (incluido yo), Zelensky se inclina por la destrucción creativa. Su programa detalla planes concretos para poner en marcha reformas judiciales, frenar el estado administrativo y racionalizar la infraestructura anticorrupción. Para ello, está formando un equipo de profesionales orientados hacia Occidente, y ha sugerido que también acogería con agrado mi perspectiva.

La victoria de Zelensky envía un mensaje claro a todos los políticos, en Ucrania y fuera de ella: La tendencia global antisistema no va a invertirse pronto. Y probablemente sea lo mejor.

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