Dr. Kent Ingle: El Desayuno Nacional de Oración es crucial para el futuro de nuestra nación

En 1953, el presidente Dwight Eisenhower entró en el primer Desayuno Nacional de Oración junto al evangelista Billy Graham con un aspecto un poco vacilante. Fue un paso arriesgado para un presidente, pero consagró un día para que nuestra nación permaneciera unida en la oración.

La creación de este desayuno anual, conocido por primera vez como Desayuno Presidencial de Oración, inquietó a Eisenhower y le preocupó cómo podrían responder los críticos. Al poco de empezar la reunión, el presidente compartió su alivio por poder confiar en una sala con tanto apoyo.

Fue la primera oportunidad para que hombres y mujeres de distintas creencias y partidos se unieran anualmente para rezar por nuestra nación. Lo que empezó como un acontecimiento unificador para solidificar nuestros esfuerzos en la oración conjunta, sigue siendo uno de los principales activos y de los acontecimientos más esperados en Washington, D.C.

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Hoy, esta reunión sigue siendo vital para nuestro gobierno y para el futuro de nuestra democracia.

A las primeras reuniones anuales asistieron unos 400 líderes políticos y religiosos de fe. El jueves, mientras me preparo para asistir al 68º Desayuno Nacional de Oración anual, casi 4.000 cargos electos, diplomáticos y líderes religiosos y políticos nacionales e internacionales se unirán en oración y confraternización. El jefe de la minoría de la Cámara de Representantes, Steve Scalise, dijo una vez que el desayuno es "literalmente una de las entradas más difíciles de conseguir en Washington".

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Este desayuno anual ha sido durante mucho tiempo un momento para que el presidente reciba el apoyo moral y espiritual de los líderes. También ha sido una oportunidad para que el presidente comparta sus cargas, preocupaciones y necesidades de oración ante una comunidad de fe.

En 1964, el presidente Lyndon Johnson dijo: "Ningún hombre podría vivir en la casa en la que vivo ahora ni trabajar en el escritorio en el que trabajo ahora sin necesitar y sin buscar la fuerza y el apoyo de la oración ferviente y frecuente".

Podemos pensar que el presidente está rodeado de un sinfín de apoyos y confidentes, pero a ningún hombre se le puede elevar demasiado en oración, y menos aún al líder de nuestra nación.

Independientemente del partido o confesión religiosa a la que pertenezcas, o de quién esperes que ocupe el Despacho Oval en febrero de 2021, nuestra nación necesita nuestras oraciones.

La Escritura dice en 1 Timoteo 2:1-2: "Exhorto, pues, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos tranquila y reposadamente en toda piedad y santidad."

Ciertamente, el acto de orar por nuestros dirigentes no es sólo una forma de bendecirlos. Es un mandato de Dios.

Durante años, el Desayuno Nacional de Oración ha sido también una oportunidad para unirnos como nación a través de todas las religiones, confesiones y sectores de creencias. Cada año, evangélicos cristianos, judíos y musulmanes se reúnen no sólo para rezar juntos, sino también para debatir cuestiones de moralidad y crisis nacional e internacional. Es un momento para que hombres y mujeres recen específicamente sobre los problemas acuciantes a los que se enfrenta actualmente nuestra nación. En particular, dado que la política de nuestro país parece estar tan profundamente dividida, es crucial (y verdaderamente milagroso) que, a día de hoy, continúe celebrándose este acontecimiento anual.

A lo largo de las últimas décadas, cada presidente ha enfocado el desayuno anual de forma ligeramente distinta. Algunos permanecen intencionadamente neutrales en sus declaraciones, mientras que otros desvelan su fe apasionada y su confianza en Dios. Algunos afrontan pruebas y crisis en sus presidencias y se abren más a la gran reunión de oración a medida que transcurre su mandato.

Aunque espero que no sea así, puede que algún día haya alguien en el cargo que abiertamente no tenga ninguna fe. Independientemente de las creencias individuales de nuestros futuros presidentes, esta reunión seguirá siendo vital para nuestra nación.

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El pasaje de 1 Timoteo 2:3-4 afirma: "Esto es bueno y agrada a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". Este acontecimiento anual sirve para unir y recordar a nuestro gobierno, a nuestro presidente y a nuestra nación que siempre están en nuestras oraciones.

Más aún, es también un momento para que todas las personas de fe (asistan o no al desayuno) recuerden que nuestra nación necesita desesperadamente oraciones. Independientemente del partido o confesión religiosa a la que pertenezcas, o de quién esperes que ocupe el Despacho Oval en febrero de 2021, nuestra nación necesita nuestras oraciones.

Cuando Eisenhower respaldó por primera vez esta reunión anual, no fue un logro pequeño. Incluso en una época en la que los niños podían cantar descaradamente "Dios bendiga América" y rezar en nuestras escuelas públicas, fue un paso audaz. Sin embargo, en medio de su incertidumbre, Eisenhower llegó a reconocer el papel fundamental de la fe en la fundación de Estados Unidos.

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En aquel desayuno, Eisenhower dijo en su discurso: "Hoy creo que la oración es simplemente una necesidad, porque por oración creo que entendemos un esfuerzo por entrar en contacto con el Infinito".

Reunir a las comunidades de líderes políticos y religiosos para conversar sobre la importancia de la fe no es un ritual religioso. Más bien, es una reunión vital para que podamos mantener a nuestro gobierno elevado en la oración (independientemente de la afiliación partidista) y para que podamos seguir siendo una nación unida mientras rezamos.

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