Está creciendo una nueva contracultura conservadora. Yo la llamo la "Derecha Silenciosa".

El pesimismo sobre el estado actual de nuestra cultura está fuera de lugar. Ésta es la solución al dominio cultural de la izquierda

Nota del editor: El siguiente ensayo se publicó por primera vez en Diario de la Ciudad.

La idea de una contracultura conservadora puede parecer un oxímoron. El propio término se ha visto teñido por la década de 1960, cuando intelectuales de izquierdas, revolucionarios y artistas captaron el espíritu de rebelión contra una América supuestamente homogénea, opresiva y conformista. 

Esa vieja contracultura se ha convertido en la cultura dominante, al haber sido absorbida por las burocracias de las universidades, las escuelas, el gobierno y, ahora, las grandes empresas. La cultura de izquierdas ya no es una crítica; es el statu quo.

Esta inversión ha creado una apertura para una nueva contracultura que desafía la ortodoxia de la"ideología sucesora" y revela la vacuidad de la gestión institucional de la izquierda. Aunque muchos conservadores han visto la oportunidad, se han mostrado pesimistas sobre sus perspectivas. 

Christopher F. Rufo es investigador principal y director de la iniciativa sobre teoría racial crítica del Manhattan Institute. Periodista de investigación, también es redactor colaborador de City Journal. (Cortesía de Christopher Rufo)

Los críticos conservadores llevan mucho tiempo lamentando la falta de producción de cultura pop de derechas; algunos se han unido a figuras problemáticas como Kanye West, con la esperanza de que los famosos disidentes pudieran romper el cerco del control ideológico de la izquierda.

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Pero este pesimismo está fuera de lugar. La solución al predominio cultural de la izquierda no es abrazar a cualquier famoso que eche una mirada hacia la derecha ni imitar la producción artística de la izquierda cultural. Es ir más a fondo: reconstruir las estructuras que proporcionan la base para un desarrollo humano sano e integrado: familias, escuelas, iglesias y barrios .

Aunque pocos se han dado cuenta, esto ya está ocurriendo. Una "Derecha Silenciosa" está construyendo pacientemente, y de forma casi invisible, una contracultura viable.

El principal foco de este movimiento se encuentra en la educación, donde las familias conservadoras han creado sólidas alternativas al sistema educativo público, laico y predominantemente de izquierdas. Muchos han recurrido a la educación en casa, que ha experimentado un crecimiento de dos dígitos en los últimos años. 

Aunque no aparezca en los titulares, la Derecha Silenciosa representa un cambio social clave. Sus partidarios creen que la vida humana no se cultiva principalmente en abstracto -a través de la ideología, los medios de comunicación y la tecnología-, sino en carne y hueso. Perciben el peligro de las instituciones capturadas y están decididos a construir alternativas, sustitutos y reemplazos viables. 

Otros han matriculado a sus hijos en una red en rápido crecimiento de "escuelas clásicas", que han vuelto al plan de estudios tradicional de artes liberales de lógica, retórica, gramática, matemáticas, latín y música. Y la pequeña pero influyente red de universidades tradicionales basadas en la fe, como Hillsdale, Benedictine, Thomas Aquinas y la Universidad de Dallas, han batido récords de matriculación.

En el ámbito cultural, la Derecha Silenciosa ha abierto nuevos caminos significativos. En las artes, autores seudónimos de derechas han creado nuevas revistas, editoriales y premios literarios. Empresas más convencionales, como el Daily Wire, han intentado crear instituciones mediáticas conservadoras a escala industrial. 

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La pintura figurativa y la arquitectura neoclásica han ganado aprecio. A nivel popular, los contenidos de los medios sociales basados en la fe y orientados a la familia han experimentado un rápido crecimiento, con "madres blogueras" que revalorizan la familia y la maternidad y un movimiento de "vuelta a la tierra" que apela a la imaginería americana clásica y ofrece una alternativa a la estética milenaria.

La Derecha Silenciosa también está remodelando la geografía social de Estados Unidos. En la última década se ha producido un movimiento para repoblar las ciudades pequeñas y crear comunidades culturalmente moderadas que ofrezcan una alternativa a los enclaves costeros mal gobernados. 

El COVID-19 aceleró este cambio y muchas familias hicieron las maletas y buscaron comunidades ideológicamente más compatibles. Huyeron de California, Illinois y Nueva York hacia Florida y Texas. Incluso dentro de los estados, la huida a los suburbios es, en gran parte, una huida de la cultura y la política de izquierdas.

Aunque no aparezca en los titulares, la Derecha Silenciosa representa un cambio social clave. Sus partidarios creen que la vida humana no se cultiva principalmente en abstracto -a través de la ideología, los medios de comunicación y la tecnología-, sino en carne y hueso. Perciben el peligro de las instituciones capturadas y están decididos a construir alternativas, sustitutos y reemplazos viables. 

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Al comenzar el Año Nuevo, merece la pena recordar, antes de caer en el tumulto habitual de lo político, que la Derecha Silenciosa es donde los conservadores deben dedicar su energía. 

Es el hogar de las cosas que perdurarán.

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