Sally Pipes: La audiencia de Barrett pone el foco en ObamaCare - Los logros de Trump en materia de sanidad reciben escasa atención

Trump ha hecho bastante para ampliar las opciones y la asequibilidad de la atención sanitaria

Uno de los temas clave que se debatirán en la audiencia de confirmación del Senado sobre la candidatura de la juez Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo es la demanda que cuestiona la constitucionalidad de ObamaCare. Está previsto que el alto tribunal escuche los alegatos orales sobre el caso el 10 de noviembre, justo una semana después del día de las elecciones.

El presidente Trump lleva pidiendo la derogación del ObamaCare desde su campaña electoral de 2016. Los demócratas temen que Barrett pueda darle el voto en el Tribunal Supremo que necesita para anular la ley, denominada oficialmente Ley de Asistencia Sanitaria Asequible.

Pero hay mucho más en el historial sanitario del presidente que su batalla de cuatro años contra ObamaCare. De hecho, la administración Trump ha hecho bastante discretamente para ampliar las opciones y la asequibilidad de la atención sanitaria.

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Las acciones de Trump no se prestan bien a concisos temas de conversación o tuits de campaña. Pero han aportado beneficios reales a millones de estadounidenses.

Cuando Trump asumió la presidencia en enero de 2017, era casi imposible conseguir un seguro médico asequible para muchos estadounidenses.

Ese año, las primas del mercado de seguros individuales eran más del doble de las que había antes de ObamaCare. Los deducibles iban en aumento, alcanzando los 6.150 dólares para el plan medio de bronce vendido en el mercado federal. Las aseguradoras privadas huían de los intercambios de asistencia sanitaria, dejando a los clientes del mercado con un número cada vez menor de opciones.

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Tal vez lo más irritante sea que las personas que no encontraban atractivos o asequibles los planes de intercambio -y se quedaban sin seguro por ello- debían pagar una multa en virtud del mandato individual de ObamaCare.

La administración Trump comprendió que, a falta de una reforma a gran escala, su objetivo debía ser crear tantas opciones de cobertura asequibles como fuera posible, neutralizando al mismo tiempo las peores disposiciones de ObamaCare. En ese frente, el presidente ha conseguido varias victorias.

La más obvia es la eliminación de la penalización del mandato individual como parte de la ley de reforma fiscal de 2017.

Menos conocida es una norma de 2018 que ha facilitado a los estadounidenses el uso de planes de seguro médico a corto plazo como alternativa a la cobertura de la bolsa. Estas pólizas no están sujetas a las normas de ObamaCare que inflan los costes y, por tanto, son mucho más baratas que los planes de intercambio.

Por este motivo, en los primeros años de ObamaCare, muchos estadounidenses adoptaron planes de seguro médico a corto plazo. Entre 2013 y 2015, las ventas de estos planes crecieron en torno al 150%.

La administración Obama creía que la creciente popularidad de los planes de seguro a corto plazo estaba socavando la inscripción en los intercambios. Por ello, en 2016 promulgó una norma que limitaba la duración de los planes a sólo 90 días y prohibía a los pacientes renovar su cobertura una vez caducada. La norma eliminó de hecho los planes a corto plazo como sustitutos viables de la cobertura de la bolsa.

Pero el tiro salió por la culata. La gente no acudió a regañadientes a los intercambios para adquirir un seguro médico más caro. Si no podían optar a la cobertura subvencionada, muchos simplemente se quedaron sin seguro. La inscripción en los intercambios no subvencionados se desplomó un 40% entre 2016 y 2018.

El cambio normativo de Trump está dando a este grupo acceso de nuevo a una cobertura asequible. Según un estudio reciente de la Oficina Presupuestaria del Congreso, se calcula que unos 600.000 estadounidenses no elegibles para los subsidios a las primas de ObamaCare se pasarán a los planes a corto plazo para 2028.

También merece la pena celebrar la ampliación de Trump de los acuerdos de reembolso sanitario. Hasta hace poco, estos acuerdos permitían a las empresas proporcionar a los trabajadores dinero antes de impuestos para ayudarles a sufragar los gastos sanitarios de su bolsillo.

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El año pasado, la administración Trump permitió que los fondos del acuerdo de reembolso sanitario fueran utilizados por los trabajadores para adquirir cobertura de seguro para sí mismos en el mercado individual. En efecto, esta política permite a los trabajadores disfrutar de las mismas ventajas fiscales que los empresarios a la hora de adquirir un seguro médico. También da a más estadounidenses la libertad de asegurarse la cobertura que más les convenga, en lugar del plan que les ofrezca su empresa.

Además, el presidente ha sentado las bases para una mayor transparencia de precios en nuestro sistema sanitario. Una norma que se está elaborando obligaría a los planes de seguros a revelar todos los precios y acuerdos de reparto de costes. Otra obligaría a los hospitales a facilitar a los pacientes datos detallados y fáciles de consultar sobre los precios de los tratamientos y servicios.

Al dar a los estadounidenses la información que necesitan para tomar decisiones sanitarias conscientes de los costes, estas políticas tienen el potencial de hacer bajar los precios y reducir el gasto sanitario sin sacrificar la calidad.

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Ideas como ésta son el núcleo de la Agenda Sanitaria "América Primero" de Trump, que dio a conocer en un discurso el 24 de septiembre. ¿Su objetivo principal? Proporcionar a los estadounidenses más opciones de asistencia sanitaria que devuelvan el control a pacientes y médicos.

El presidente Trump no suele tener reparos en informar a la gente sobre sus logros. Sin embargo, se ha mostrado extrañamente reticente a informar al público sobre su trabajo para hacer más asequible la asistencia sanitaria. Si espera conservar la Casa Blanca, eso tendrá que cambiar.

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