Senador Marco Rubio: El éxito de la Operación Warp Speed: ésta es la lección que debemos aprender mientras trabajamos por el bien común

La Operación Velocidad Warp servirá de modelo a seguir por los dirigentes estadounidenses en el futuro

Hace un año, la administración Trump anunció un plan para desarrollar, fabricar y distribuir una vacuna segura y eficaz contra el coronavirus en un tiempo récord. Con un calendario tan ambicioso como su alcance, la Operación Velocidad Warp pretendía encender el gran motor de la industria estadounidense para acabar con la pandemia. 

Hoy, los resultados hablan por sí solos. Los fabricantes farmacéuticos pudieron desarrollar múltiples vacunas en cuestión de meses. Más de la mitad de los adultos estadounidenses se han vacunado ya al menos contra el coronavirus. Los casos, hospitalizaciones y muertes en la mayoría de los estados siguen disminuyendo. Ante las grandes reservas, Estados Unidos ha empezado a enviar vacunas al extranjero, a nuestros vecinos. 

Este éxito significa que la Operación Warp Speed servirá de modelo a seguir por los dirigentes estadounidenses en el futuro. La Operación Warp Speed recurrió al ingenio y la eficacia de la libre empresa estadounidense para hacer avanzar el bien común en tiempos de crisis. El resultado es el arma más eficaz contra la pandemia de COVID-19 que ha visto el mundo. 

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La rotunda victoria del programa se recordará como uno de los grandes capítulos de la historia estadounidense. Sin embargo, cuando se anunció por primera vez, muchos dijeron que los objetivos del presidente Trump eran imposibles. 

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Medios como el New York Times y The Hill pusieron en duda el calendario que presentó la administración, mientras que otros como la CNN sugirieron que el ritmo acelerado del programa podría "ir en detrimento de la seguridad." Poco dispuestos a reconocer el mérito del presidente Trump, ignorarán la Operación Velocidad Warp aunque aplaudan los esfuerzos de vacunación de la administración Biden. 

¿Cómo lo ha conseguido la administración Trump?  

El hecho es que la Operación Velocidad Warp representa una larga tradición en nuestra política: la asociación activa entre el gobierno y las empresas privadas para el bien común de nuestra nación, a menudo denominada "política industrial". 

Antes de la Operación Velocidad Warp, fue el programa Apolo. Antes de Apolo, fue la producción de material de Ford Motor Co. y General Motors durante la Segunda Guerra Mundial. La cadena se remonta a Henry Clay e incluso antes al padre fundador Alexander Hamilton, que abogó por el desarrollo de las industrias estadounidenses mediante subvenciones y aranceles federales.  

La Operación Velocidad Warp representa un triunfo del liderazgo estadounidense y del capitalismo de bien común.

La propia Operación Warp Speed no habría sido posible sin los cimientos construidos por los éxitos pasados de la política industrial estadounidense. Por ejemplo, proyectos pasados a través de la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación de Defensa (DARPA) del Pentágono sentaron las bases de las vacunas seguras y eficaces. Los mercados de capital privado no consideraban que las vacunas de ADN y ARN merecieran una inversión significativa. Pero la DARPA reconoció su utilidad potencial e intervino para proporcionar financiación federal para investigación y desarrollo a dos empresas del sector privado, Moderna e Inovio Pharmaceuticals Inc.  

Ahora, los estadounidenses se benefician de los frutos de sus esfuerzos en forma de cada vacuna contra el coronavirus de Moderna o Pfizer. 

La Operación Warp Speed fue un éxito histórico. Pero pensar en la política industrial como un interruptor de emergencia que se acciona durante las crisis es una lección equivocada. Por el contrario, es un recordatorio de la necesidad de mantener la tradición estadounidense de que el gobierno y las empresas trabajen juntos por el bien común.  

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En la pandemia COVID-19, el bien común alcanzable mediante esta asociación fue la producción masiva y la disponibilidad de vacunas seguras y eficaces. En el resto del siglo XXI, el bien común debe incluir la provisión de trabajo digno en América y la fortaleza de nuestra defensa nacional.  

Los responsables políticos deben trabajar para conseguir estos bienes estableciendo nuevas vías de colaboración entre el gobierno y la industria. Por ejemplo, leyes como mi Ley de Fabricación Médica, Desarrollo Económico y Sostenibilidad crearían incentivos para deslocalizar las cadenas de suministro médico a zonas con dificultades económicas, incluido Puerto Rico. Del mismo modo, mi Ley de Innovación y Fabricación Estadounidense haría que la Administración de Pequeñas Empresas suscribiera la inversión de capital de inversores privados en pequeños fabricantes.   

En ambos casos, la política industrial significaría una nación más fuerte. Estaríamos mejor preparados para la próxima crisis o para cuando adversarios extranjeros hostiles intentaran influir en nosotros, y crearíamos más buenos empleos estadounidenses en el proceso.  

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Mientras seguimos compitiendo con el Partido Comunista Chino -que quiere dominar los sectores de fabricación avanzada y suplantar el liderazgo estadounidense en los próximos años-, necesitaremos desesperadamente un enfoque específico, que dirija nuestra eficacia de mercado, mundialmente reconocida, hacia el interés nacional. 

La Operación Warp Speed representa un triunfo del liderazgo estadounidense y del capitalismo de bien común, así como un importante ejemplo de política industrial de éxito en Estados Unidos. Si nuestra nación quiere crear un nuevo trabajo digno y vencer a China en la gran competición por ganar el siglo XXI, la administración Trump ha proporcionado el amplio y ambicioso esquema que debemos seguir en el futuro quienes ejercemos el liderazgo político. 

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