Los activistas radicales del cambio climático ignoran esta amenaza real para el planeta

No estamos en una transición energética, sino en una expansión energética

Todos los estadounidenses pueden estar de acuerdo en que necesitamos aire y agua limpios, pero la postura climática radical "anti-combustibles fósiles" simplifica en exceso una cuestión compleja, al tiempo que amenaza el suministro de energía para los estadounidenses, nuestros aliados en todo el mundo y las economías en desarrollo. En contra de la idea de que los combustibles fósiles son un obstáculo insalvable para el progreso, la adopción de fuentes de energía estadounidenses como el gas natural licuado (GNL) reducirá simultáneamente las emisiones nocivas, reforzará la seguridad y la pujanza económica de Estados Unidos, levantará a las comunidades empobrecidas de todo el mundo y reforzará los valores democráticos.

No estamos en una transición energética, sino en una expansión energética. De hecho, se prevé que la demanda mundial de energía aumente un 47% en 2050 con respecto a la demanda de 2020. Los activistas climáticos radicales ignoran por completo este aumento de las necesidades energéticas y la importancia crítica del acceso a la energía para el desarrollo económico de un país.

El argumento de que la energía eólica y la solar son las formas menos caras de generación de energía nueva ignora convenientemente la realidad de que ni la eólica ni la solar pueden proporcionar una carga base fiable para la generación de energía. Además, ninguna de estas fuentes de energía renovable existiría sin baterías caras y poco fiables producidas con minerales extraídos con mano de obra esclava en China, y ninguna de estas baterías puede producir energía durante más de unas pocas horas seguidas.

En cambio, la producción de gas natural ha reducido tanto los precios como las emisiones. En 2019, los economistas estimaron que la revolución del esquisto redujo el precio interno del gas natural en un 63% y provocó un descenso del 45% en el precio mayorista de la electricidad. Esto ha ahorrado a los consumidores estadounidenses unos 203.000 millones de dólares anuales, o 2.500 dólares para una familia de cuatro miembros. Por lo que respecta a las emisiones, las de metano atribuidas al sector del petróleo y el gas han descendido un 14%, y las de CO2 del sector eléctrico estadounidense disminuyeron un 28%, siendo la generación de energía a partir del gas natural responsable de más de la mitad de dicho descenso. Según la EPA, las emisiones disminuyeron en 31,9 millones de toneladas métricas de CO2 de 1990 a 2017, y la producción de gas natural aumentó un 51% en el mismo periodo.

LOS OPERADORES DE RED DE EE.UU. ADVIERTEN DE QUE LA OFENSIVA DE BIDEN CONTRA LAS CENTRALES ELÉCTRICAS PODRÍA PROVOCAR UNA "ESCASEZ SIGNIFICATIVA DE ENERGÍA".

La seguridad energética es un componente crítico de la soberanía nacional y la estabilidad mundial. Si Estados Unidos adoptara los objetivos radicales del lobby climático, China y Rusia eclipsarían rápidamente a Estados Unidos en poder geopolítico, fomentando sus regímenes autocráticos plagados de abusos contra los derechos humanos. En cambio, aprovechando responsablemente las reservas nacionales de gas natural, Estados Unidos puede reducir su dependencia de las importaciones energéticas procedentes de regiones inestables. Este cambio estratégico aumenta nuestra influencia geopolítica y nuestra resistencia económica, y sirve de ejemplo a las naciones que aspiran a mejorar su propia soberanía.

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Por último, el acceso a una energía fiable y asequible es fundamental, y la pobreza energética es un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo. ¿La solución a la pobreza energética? La energía fabricada en Estados Unidos. De hecho, el aumento de la producción energética estadounidense que ha hecho posible la revolución del esquisto ha sacado de la pobreza a más de mil millones de personas desde 1990. La introducción del gas natural ha sido transformadora para las comunidades al mejorar las condiciones de vida, impulsar el crecimiento económico y empoderar a las poblaciones locales. Este enfoque integrador se alinea con los objetivos medioambientales y humanitarios, subrayandoel potencial de los combustibles fósiles para servir de trampolín hacia un futuro mejor para todos.

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En el complejo ámbito del cambio climático y la disponibilidad de energía, el pragmatismo -no el pánico- es primordial. El abandono de los combustibles fósiles provocará desorden económico, inseguridad energética y un aumento de las emisiones. Debilitará a Estados Unidos y fortalecerá a China, Rusia y otros regímenes autocráticos.

En cambio, los beneficios potenciales de aprovechar el gas natural de la Cuenca Pérmica y de otras importantes regiones productoras de EEUU son de gran alcance, pues abarcan la prosperidad económica, la gestión medioambiental y la capacitación política. Utilizando estratégicamente este recurso, tenemos una oportunidad sin precedentes de sacar a los necesitados de la pobreza, reducir las emisiones nocivas y fortalecer la democracia, todo ello al tiempo que reforzamos la economía estadounidense. Es imperativo que aprovechemos este momento para equilibrar las necesidades del presente con los imperativos del futuro, allanando el camino hacia una sociedad próspera y segura.

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