El discurso de Reagan de "derribar este muro" sigue enseñando cómo enfrentarse a Rusia

El discurso de Reagan de "derribar este muro" 35 años después enseña cómo negociar desde una posición de fuerza

El 12 de junio se cumple el aniversario del que quizá sea el momento más memorable de la presidencia de Ronald Reagan: su famoso discurso "derribad este muro", que pronunció en Berlín Occidental hace hoy 35 años. Pocos discursos han sido tan decisivos para la perseverancia de la libertad y la democracia en todo el mundo como éste. Con la pronunciación de un simple grito de guerra mundial: "¡Derribad este muro!" - Reagan encendió una llama que destruiría el Muro de Berlín, disolvería la Unión Soviética y encendería elecciones libres que derrocarían a los regímenes comunistas de toda Europa del Este tan sólo unos años después. 

Por muy conmovedoras que fueran las palabras de Reagan, su fuerza real surgió de siete años de acciones y políticas audaces pero prudentes hacia la Unión Soviética. Reagan pronunció esas palabras desde una posición de fuerza estadounidense, una posición que Reagan siempre tuvo cuidado de cultivar y mantener en sus decisiones sobre cómo actuar ante la agresión y el expansionismo soviéticos. El enfoque de Reagan para tratar con la Unión Soviética combinaba un cuidadoso equilibrio entre trazar una línea dura y saber cuándo transigir: cuándo presionar con fuerza y cuándo adoptar un enfoque más suave y diplomático.

El éxito de Reagan a la hora de promover la fuerza estadounidense y aprovechar la debilidad soviética surgió de su profundo conocimiento de la historia mundial y estadounidense. Comprendía bien cómo influía la historia rusa en los objetivos y ambiciones soviéticos. Estudió las políticas de sus predecesores en el cargo, desde Truman hasta Nixon, para calibrar qué políticas pasadas habían funcionado bien y cuáles no tanto. Reagan vio que las respuestas de Estados Unidos a la agresión soviética, ya fueran de línea dura o más conciliadoras, sólo funcionaban cuando Estados Unidos proyectaba una posición de fuerza y un firme compromiso con la libertad y la democracia. 

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Reagan permitió que las lecciones del pasado guiaran su política exterior, incluso cuando sabía que se enfrentaría a amplias críticas públicas por hacerlo. Esto requirió cierto grado de audacia y firmeza por su parte. Los periodistas estadounidenses e incluso algunos de sus propios asesores criticaron su postura contraria a la distensión por considerarla inaudita y peligrosa. Aunque los medios de comunicación y muchos votantes arremetieron contra la estrategia antidétente de Reagan -su creencia de que Estados Unidos no podía permitirse tolerar, ni aprender a vivir con, la existencia de esta alianza comunista-, el presidente, arriesgándolo todo, siguió adelante sin inmutarse. 

ARCHIVO -- Reagan aparece saludando a los simpatizantes en el jardín sur de la Casa Blanca el 25 de abril de 1986. (REUTERS/Joe Marquette)

El resultado de los siete años de prudente audacia de Reagan fue un Estado comunista en decadencia económica y militar. Incluso el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov (a quien Reagan consideraba razonable y abierto a las reformas), se dio cuenta de que se acercaba rápidamente el momento en que debían caer los muros literales y figurados que separaban Alemania Oriental de Occidente. La constante maestría de Reagan a la hora de equilibrar la diplomacia y la fuerza militar hizo que su llamamiento directo a Gorbachov fuera realmente eficaz y no sólo una retórica conmovedora. 

Ahora, sin embargo, 35 años después del histórico discurso de Reagan, Rusia -antigua república de la Unión Soviética- parece decidida a expandir el sentimiento antioccidental por todo el planeta de un modo que el mundo no había experimentado desde la Guerra Fría.  

Tras la invasión de Ucrania por Moscú, políticos de todas las tendencias se han enzarzado en un debate interminable sobre la mejor forma de responder a su agresión militar y a sus ambiciones geopolíticas depredadoras. Este proceso debería empezar por examinar el estudio y la planificación cuidadosos y meticulosos que se emplearon en la estrategia de Reagan durante la Guerra Fría. 

Reagan utilizó las lecciones del pasado como arma para derrotar al Telón de Acero. Con la invasión rusa de Ucrania reavivando la hostilidad del pasado, es justo preguntarse si los actuales dirigentes estadounidenses están haciendo lo mismo. 

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¿Han utilizado los líderes estadounidenses las lecciones de la historia para guiar sus acciones hacia Vladimir Putin, o están permitiendo que la ideología y los instintos viscerales dirijan estas decisiones?  

¿Están aprendiendo los dirigentes estadounidenses de los éxitos y fracasos de las acciones y políticas de Estados Unidos durante la Guerra Fría al considerar las respuestas a la agresión de Rusia, o se basan en cambio en una intuición ciega? 

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Aunque algunos analistas, políticos y expertos han argumentado que Rusia está actuando en contra de la corriente de la historia, la realidad es que se está comportando de forma muy similar a las naciones comunistas del siglo XX que cayeron antes que ella. Así pues, la forma más eficaz de que Estados Unidos evalúe cómo puede detener su agresión es aprendiendo qué estrategias funcionaron -y no funcionaron- antes.  

Este enfoque funcionó con Reagan. Esperemos que los líderes actuales permitan que vuelva a funcionar. 

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