Diputado Robert Pittenger: Trump es un diamante... con muchas asperezas. No tiene nada de falso

Mientras las élites políticas condenan rotundamente al presidente Trump por su comentario sobre los "países de mierda", hagamos una pausa para analizar detenidamente el contexto y la verdad.

En 2016, visité Congo-Brazzaville en una delegación del Congreso en busca de ayuda para bloquear la financiación del terrorismo. Nos reunimos con el presidente Denis Sassou Nguesso en su finca palaciega, donde nos recibió vestido inmaculadamente con su traje de Armani y zapatos de cocodrilo. El contraste me repugnó al pensar en su empobrecido país, explotado y maltratado por este déspota durante décadas.

No recibimos ninguna ayuda útil de nuestras reuniones con él en relación con cuestiones de financiación del terrorismo, ni a través de posteriores intentos de información. Mientras tanto, am consciente de que Estados Unidos envía ayuda exterior a su país por valor de 90 millones de dólares anuales. Es escandaloso.

El comentario del presidente Trump ofendió claramente a muchas personas, pero ¿se refería a los pobres y explotados de los respectivos países o a los gobiernos gobernados por tiranos y déspotas que han robado nuestra ayuda y extraído los recursos de su país para financiar su fastuoso estilo de vida?

El pueblo estadounidense eligió a un luchador callejero de Queens que luchará cada día en su nombre, sin dejarse intimidar por las élites, cuyo elegante discurso diplomático ha dado lugar a un mundo repleto de amenazas y desafíos para la seguridad nacional.

Los tuits y comentarios sin rodeos del presidente Trump son directos y no el discurso diplomático convencional. 

Para mí, el presidente es un diamante con muchas asperezas. Es auténtico, no una falsa zirconia cúbica. El pueblo estadounidense eligió a un luchador callejero de Queens que luchará cada día en su nombre, imperturbable ante las élites, cuyo elegante discurso diplomático ha dado lugar a un mundo repleto de amenazas y desafíos para la seguridad nacional.

El coro de la clase experta también ha condenado repetidamente los tuits del presidente Trump.

En contra de lo que afirman estos brahmanes del Beltway, el presidente Trump ha demostrado un agudo sentido de la mentalidad de los estadounidenses trabajadores, así como de nuestros adversarios. Los guardianes del discurso diplomático "correcto" niegan sus propios fracasos ineptos, ya que su diálogo "correcto" permitió que los Estados nación adversarios pasaran de ser serpientes de jardín a boas constrictoras.

Los miembros de la élite política también aborrecían que Ronald Reagan se refiriera a la Unión Soviética como un "imperio del mal". Le despreciaron cuando abandonó las negociaciones de reducción de armamentos en Reikiavik por su negativa a renunciar a la defensa antimisiles. Sin embargo, al final, Gorbachov aceptó las condiciones de Reagan y, pocos años después, la Unión Soviética se derrumbó sin disparar un tiro, gracias a la clara comprensión y al espíritu resuelto de Reagan. ¿Dónde estaríamos hoy sin la defensa antimisiles?

Winston Churchill fue ridiculizado y renegado por Neville Chamberlain y sus discípulos de la "paz para nuestro tiempo" por calificar a Hitler de "monstruo de maldad, insaciable en su ansia de sangre y saqueo". Gran Bretaña y la civilización occidental se libraron del dominio de la Alemania nazi gracias a la oratoria y el liderazgo inequívocos de Churchill.

En el momento de estas declaraciones, la sociedad educada menospreció estos comentarios como peligrosos, dañinos y contraproducentes. Sin embargo, con el tiempo y la historia, se demostró que la clase política era todo lo que acusaban de ser a estos grandes líderes.

A esas élites, refinadas, bien educadas, sofisticadas y formadas en las mejores escuelas preparatorias e instituciones académicas, se les ha enseñado la forma correcta de hablar. Sin embargo, el resultado de este discurso "adecuado" ha traído las amenazas más difíciles y desafiantes que jamás haya sufrido nuestra seguridad nacional.

El presidente Obama y muchas de las mismas voces de Foggy Bottom se negaron a nombrar con precisión a nuestro enemigo al hablar de los terroristas islámicos radicales, porque temían ofender a los terroristas y a quienes se alineaban con su causa.

El Presidente Trump lo sabía.

Después de que las élites le dijeran durante la campaña que había ofendido para siempre al mundo musulmán, el Presidente electo no tuvo reparos ni cambios. A pesar de las normas restrictivas que nublan la claridad de la política exterior estadounidense, vio el problema tal como era y convocó con éxito a 55 países árabes y musulmanes en Riad. Tras acciones militares decisivas, el ISIS ha sido derrotado tácticamente y su territorio se ha reducido exponencialmente.

En lo que quizá sea el ejemplo más vergonzoso de la diplomacia del "fin justifica los medios", la administración Obama paralizó un esfuerzo de diez años de múltiples agencias para procesar a una red de blanqueo de dinero y tráfico de drogas de Hezbolá, con el fin de no ofender a Irán durante las negociaciones sobre el acuerdo nuclear. Mientras tanto, el acuerdo resultante impulsado por el presidente Obama y el secretario de Estado John Kerry permitirá a Irán perseguir legalmente sus objetivos de desarrollo de armas nucleares y misiles en una década muy corta. Las noticias se inundaron de imágenes del Secretario Kerry en su cálido abrazo con funcionarios iraníes, que aprovecharon sigilosamente el momento.

Además, Corea del Norte ha engatusado diplomáticamente a EEUU durante varias décadas, obteniendo cientos de millones de dólares para el régimen, mientras mataban de hambre a su pueblo y seguían desarrollando capacidades nucleares y de misiles balísticos intercontinentales.

Que se silencie a estos "aceptables" estilistas de la comunicación. Sus nobles maneras han creado la oportunidad de que América sea explotada y nuestra seguridad amenazada.

El presidente Trump tiene un claro conocimiento de nuestros adversarios y sabe cómo hablarles de un modo que entiendan.

Sin duda, se subestimó al Presidente en su comunicación al pueblo estadounidense al derrotar a un maremágnum de élites políticas. Francamente, el mayor problema que los intelectuales parecen tener con el presidente Trump es que se niega a endulzar lo obvio.

Señor Presidente, muchos estadounidenses reflexivos confían en tus instintos cuando envías mensajes directos y claros al mundo. Tu trayectoria en los negocios, los medios de comunicación, la política y la dirección de una economía revitalizada merece un gran respeto mientras trabajas con tus excepcionales asesores diplomáticos y militares para delimitar claramente los intereses estadounidenses y asegurar nuestro país.

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