La final de la Copa del Mundo del domingo gira en torno al argentino Messi. ¿Se borrará por fin la mancha de su legado?
Messi, la superestrella argentina, practica el deporte rey como nadie lo ha hecho nunca. ¿Conseguirá por fin ganar un Mundial?
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La primera vez que oí el nombre de Lionel "Leo" Messi fue sobre las 4:30 de la mañana. Los habitantes de aquel bar de Rosario, Argentina, en 2003, no nos habíamos levantado tarde, sino temprano.
Boca Juniors jugaba contra el AC Milan y el partido era en Japón, de ahí lo raro de las horas. Sorbiendo café, fumando cigarrillos y mordisqueando medialunas, el tipo que estaba a mi lado me dice: "¿Has oído hablar de este chico nuevo?".
Desde hace casi dos décadas, Messi, nacido en la misma ciudad de Rosario, ha irrumpido en el fútbol mundial como un novedoso fuego artificial. Su dominio y arte han asombrado y confundido.
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Juega como nadie lo ha hecho nunca, ni siquiera la gran sombra de un héroe nacional que se cierne sobre él. Es sencillamente un mago.
Pero aquella noche, mientras Boca, el equipo de clubes argentino por excelencia, se enfrentaba a la competición europea, Messi seguía siendo un sueño lejano. Carlos Tévez, otra leyenda de la albiceleste, como se conoce a la selección argentina de fútbol, protagonizó aquel ejercicio madrugador del deporte rey, y fue hermoso. Pero poco sabíamos.
UN LIONEL MESSI ENFADADO ES BUENO PARA ARGENTINA - Y TEMIBLE PARA LOS RIVALES
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¿Qué significa ser el más grande que ha hecho algo? ¿Ser el más grande que ha jugado al fútbol? Todo es subjetivo, por supuesto, pero para Leo Messi, se trata de un hombre y una nación.
Es imposible exagerar lo que Diego Maradona significa para Argentina. Especialmente para los estadounidenses, porque en realidad no nos interesan los deportes internacionales. Más o menos fingimos tener héroes nacionales durante las Olimpiadas, pero nunca llega a ser más que una caja de cereales o un drama familiar.
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En pocas palabras, toda la nación argentina adora a Maradona, en su día entrenador de Messi, fallecido en 2020. Fue la última estrella argentina que levantó la Copa del Mundo en 1986, llevando el mismo emblemático número 10 de Messi. En un partido de ese año contra su odiada rival, Inglaterra, fue el autor no sólo del que posiblemente sea el mejor gol de la historia del torneo, sino también del descarado (y posiblemente ilegal) gol de la Mano de Dios.
Por muy bueno que fuera Messi en sus clubes profesionales, primero en el Barcelona, ahora en París, por muchos balones D'or que ganara como mejor jugador del mundo, ganó la cifra récord de 7, sólo había una cosa que le permitiría eclipsar a Maradona como la mayor leyenda de la nación. Ganar la Copa del Mundo.
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A esto se añade el drama de que, mientras Maradonna ganó la Copa en su mejor momento, éste es el canto del cisne de Messi. Años y años de decepciones y fracasos en la competición internacional fueron la única, pero creciente mancha en el legado de Messi.
El año pasado ganó su primer campeonato sudamericano, pero sólo el poder purificador de la Copa del Mundo puede limpiar de verdad su camiseta a rayas celestes y blancas.
Pero, no lo olvidemos, también hay un equipo al otro lado del campo. Irónicamente, el compañero de Messi en el París Saint Germaine, el dinámico Kylian Mbappe, tiene otras ideas. Ya tiene una Copa del Mundo por la victoria de Francia hace dos años, ésta sería su segunda, a sus 23 años. Sólo un hombre ha ganado tres: Pelé. ¿Se interpondrá el alumno en el camino del maestro en la final?
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En la novela de Bernard Malmud "El Natural", al protagonista, un joven fenómeno del béisbol llamado Roy Hobbs, cuando le preguntan cuál es su meta, responde: "A veces, cuando voy por la calle apuesto a que la gente dirá ahí va Roy Hobbs, el mejor que ha habido nunca en el juego". No funcionó para Hobbs, pero Messi está a un partido de fútbol.
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Cuando lo vea el domingo, recordaré aquel bar de Rosario, la pasión de los hinchas a altas horas de la madrugada, la tensión durante la tanda de penaltis, ganada por Boca a tiros de celebración en las calles, y pensaré en aquel chico con el que vi el partido.
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Hoy tengo una respuesta a su pregunta: "Sí, he oído hablar del chico".