Gracias, Padre celestial La fe, el Alzheimer y mi marido Glen Campbell

Mi marido, Glen Campbell, padece la enfermedad de Alzheimer en estadio 6. Hace siete meses, por recomendación de sus médicos, lo ingresamos en un centro de atención a la memoria cercano a nuestra casa de Nashville.

Es una comunidad diseñada específicamente para las necesidades de quienes padecen Alzheimer y demencia. Tienen todo tipo de terapias y actividades que estimulan las partes del cerebro afectadas por la enfermedad. Es un entorno seguro donde recibe cuidados las 24 horas del día.

Le ha ido bien. Parece más tranquilo allí que en casa, donde cada vez estaba más agitado y frenético.

Vive en una niebla mental la mayor parte del tiempo. Ha perdido la mayor parte de sus habilidades lingüísticas y le cuesta comunicarse. Sin embargo, aún tiene momentos de lucidez, y esos momentos nos hacen saber que sigue ahí y que es el Glen que siempre hemos conocido. Puede hacer frases cortas y decir cosas como "Te quiero" y "Somos tan dichosos".

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Los ayudantes y las enfermeras dicen que debía de ser un hombre piadoso porque siempre le veían dar gracias al Señor. Le he visto acercarse a la ventana y levantar las manos y decir: "Gracias, Padre celestial".

Esos momentos son tan reconfortantes porque, cuando te enfrentas a tu mortalidad, es cuando quieres saber que Dios está ahí. Es entonces cuando realmente quieres acercarte a Él.

Cuando le veo hacer eso, sé que Dios está con él y que es consciente de Su presencia. Está confiando en el Señor y obtiene su fuerza de Él.

La gente no debe rendirse ante los que tienen demencia. La esencia de lo que son sigue viva y ahí dentro.

Sigue siendo el Glen Campbell de siempre. Siempre le han gustado especialmente los niños y los ancianos. En el centro hay una señora en silla de ruedas que no puede hablar. Él se acerca a ella, le coge la manita y le dice: "Eres preciosa".

Le da un beso en la frente y ella le mira. No tiene ni idea de quién es, pero se nota que la reconforta.

Incluso en su aflicción, está ministrando a la gente y tratando de ser una bendición.

Entre esos momentos, está perdido. Vaga. No puede comunicarse. No entiende lo que le dicen los demás. Es muy difícil indicarle incluso que se siente en una silla del comedor.

Cuando hicimos la película "Glen Campbell... I'll Be Me", que documenta su última gira de despedida, Glen estaba en la fase 2-4. Sabía lo que le estaba pasando y quería que la gente supiera cómo es realmente el Alzheimer.

Le apasionaba hacer esta película porque esperaba que fuera un catalizador para conseguir más fondos para la investigación con el fin de encontrar una cura. Quería animar a otras familias que se enfrentan a esta enfermedad a seguir viviendo sus vidas, apoyándose mutuamente y levantándose unos a otros.

Cuando Glen recibió el diagnóstico y decidió hacerlo público, fue porque quería que los fans supieran lo que le pasaba por si mostraba un comportamiento extraño en el escenario, como repetir una canción u olvidar en qué tono estaba.

Sólo quería que lo entendieran. Pero después de que hiciera el anuncio, todos nos preguntamos si alguien querría venir a ver actuar a alguien con Alzheimer.

Nos preguntamos si sus fans preferirían recordarle tal como era. Quizá sería deprimente. O quizá a nadie le interesaría de ninguna de las maneras.

Pero lo que encontramos fue exactamente lo contrario. El primer espectáculo que dio tras hacer el anuncio agotó las entradas. Desde que entró en el escenario hasta que salió, fue una ovación tras otra. Estaba claro que los fans estaban allí para colmarle de amor y para animarle, apoyarle y alentarle. Realmente bendijeron a Glen y le animaron a seguir adelante.

Empezaron a llegar ofertas de todo el país para que Glen fuera a sus ciudades a actuar.

Lo que empezó como una gira de despedida de cinco semanas se convirtió en 151 fechas. Su último concierto fue en el Uptown Theater de Napa, California, el 30 de noviembre de 2012.

Los primeros 15-20 minutos fueron un choque de trenes. Tenía dificultades. Su guitarra no sonaba lo suficientemente fuerte. No tenía la calidad que él quería. Se puso muy nervioso en el escenario. No paraba de dar la espalda al público. Su banda estaba muy incómoda. Fue un espectáculo difícil.

Pero el público, de nuevo, le apoyó mucho. Le vitorearon sin cesar y sin rechistar. Le querían incondicionalmente.

Se reincorporó y terminó el espectáculo con fuerza. Estuvo bien, pero estaba claro que había llegado el momento de poner fin a la gira y despedirnos.

Cerró el espectáculo con "Un lugar mejor".

Rezamos a diario por su gracia y misericordia a medida que se acerca a las fases finales de esta enfermedad y estamos muy agradecidos por los momentos en que vemos a Glen siendo Glen.

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