El próximo frente en el debate sobre el control de armas: cómo tratar las armas impresas en 3D

Cody Wilson, de Defense Distributed, probando el "Cuomo Clip", un clip para armas impreso en 3D. ((DefenseDistributed.com))

Con la polémica en torno al control de armas y la seguridad pública, el hecho de que sea posible que personas normales diseñen e impriman en 3D piezas de armas en casa se ha convertido en un asunto de gran preocupación pública. En los últimos años han proliferado los sistemas de fabricación a escala personal, como las impresoras 3D caseras, las fresadoras CNC de sobremesa y las cortadoras láser. Aunque es probable que estas tecnologías tengan un profundo impacto positivo en la innovación tecnológica, pueden conllevar algunos peligros ocultos.

Fabricar tu propia pistola siempre ha sido técnicamente posible, incluso antes de la aparición de herramientas de diseño y fabricación de bajo coste. Lo que ha cambiado es que, a medida que estas tecnologías siguen mejorando y bajando de precio, fabricar piezas de armas se ha vuelto más fácil y puede hacerse de forma más discreta.

Un experto imprimió con éxito una pistola completa de nailon.

Hoy en día, con sólo un plano de diseño, una impresora 3D de uso general y un poco de plástico de impresión duradero, personas con relativamente pocos conocimientos de ingeniería pueden fabricar una pistola que funcione en la intimidad de su propia casa.

Un experto imprimió con éxito una pistola completa de nailon.

Puede que las impresoras 3D y un mejor software de diseño sean disruptivos, pero desde luego no son las primeras tecnologías que introducen tanto promesas como peligros. Por ejemplo, antes de que la autoedición se convirtiera en algo habitual, la falsificación de moneda solía ser una profesión cualificada, que requería experiencia en impresión offset y acceso a equipos especializados. Hoy, sin embargo, según un reciente boletín de servicio público emitido por el servicio secreto estadounidense, fabricar moneda falsa es ahora mucho más fácil que antes.

El boletín del Servicio Secreto señala que los falsificadores modernos sólo necesitan "formación informática básica y las habilidades que proporciona el ensayo y error, y la educación pública". El Servicio Secreto calcula que antes de 1995, menos del uno por ciento de los billetes falsos se fabricaban utilizando ordenadores e impresoras láser.Sólo 5 años después, en 2000, cerca de la mitad de los billetes falsos confiscados por los agentes federales habían sido diseñados en un ordenador e impresos en una impresora en color de alta gama.

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El dinero falso puede causar daños económicos. Sin embargo, los productos falsificados impresos en 3D y las armas no autorizadas suponen una amenaza más directa, la de lesiones corporales graves o incluso mortales.

El peligro no es sólo que los delincuentes fabriquen armas: hoy en día ya hay formas más fáciles de que los delincuentes consigan armas a través de diversos canales del mercado negro. La mayor preocupación es que, con las nuevas herramientas de fabricación casera, los niños entusiastas y los aficionados puedan fabricar armas de fuego de mala calidad y lesionarse accidentalmente al probarlas.

Los delincuentes que adopten las armas impresas en 3D también supondrán una nueva amenaza: las armas y accesorios hechos a medida podrían diseñarse de forma que no se parecieran en nada a las armas corrientes actuales, lo que dificultaría su detección.

Además, un detector de metales no detectaría una pistola impresa en plástico o nailon. Si buscas en Google "pistolas impresas en 3D", descubrirás una serie de demostraciones de piezas de pistolas funcionales impresas en 3D y fabricadas en casa con plástico ABS estándar, el mismo material del que están hechos los LEGOS. Un experto imprimió con éxito una pistola completa de nailon.

Estos proyectos de ingeniería demuestran que fabricar y modificar accesorios para armas, como cargadores de gran capacidad, es un proceso relativamente sencillo. Es cierto que es poco probable que alguien pueda fabricar en casa un rifle de francotirador de grado militar con una impresora 3D o un arma automática que pueda disparar 10 cartuchos por segundo. Sin embargo, incluso una pistola tosca pero funcional impresa en 3D sería un arma peligrosa, y la tecnología necesaria no hace más que mejorar.

Las leyes bien redactadas y creadas con la mejor de las intenciones no pueden aplicarse si no siguen el ritmo de la tecnología. Si suponemos que la producción ilícita casera de piezas de armas seguirá el camino de los billetes de dólar falsos impresos en el escritorio, una aplicación más estricta de la ley en el punto de venta al por menor puede no ser tan eficaz.

Otras soluciones propuestas para el control de armas, como destinar recursos a la creación de puestos de control para detectar la presencia de piezas metálicas de armas, podrían perder eficacia en el futuro, dada la posibilidad de que existan piezas de armas impresas en 3D a base de polímeros.

Una pregunta más productiva es una pregunta práctica: ¿qué sería más fácil de detectar (y, por tanto, de controlar): las piezas mecánicas reales de un arma o la pólvora necesaria para hacerla funcionar?

Como las armas de fuego de plástico impresas en 3D y de forma arbitraria son cada vez más difíciles de detectar mediante las técnicas de detección tradicionales, quizá una solución de control de armas que merezca la pena explorar podría ser imponer limitaciones legales a la pólvora y los explosivos.

Es cierto que la pólvora es un brebaje químico sencillo y nada difícil de fabricar en casa. Sin embargo, a medida que avanzan las tecnologías de detección química, detectar la pólvora puede ser una solución más sencilla y eficaz.

Cuando se trata de potentes herramientas tecnológicas, las restricciones legales tienen un límite. La impresión 3D y otras tecnologías de fabricación a escala personal seguirán bajando de precio y mejorando su capacidad. Intentar detener el desarrollo de estas tecnologías es como intentar frenar un maremoto.

No es una solución constructiva ahogar el avance tecnológico de la tecnología de fabricación de escritorio y el software de diseño porque puede utilizarse para fabricar armas. Al fin y al cabo, en los institutos se sigue enseñando química, a pesar de que los alumnos podrían utilizar esos conocimientos para crear drogas o explosivos.

La respuesta está en utilizar la tecnología para regular la tecnología. La mejor solución para mantener a raya este explosivo asunto sería una mezcla inteligente de normativas realistas de control de armas, combinada con la inversión en tecnologías de detección que reconozcan que las armas impresas en 3D pueden no tener forma de pistola, no venderse en tiendas y ni siquiera estar hechas de metal.

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