El presidente Joe Biden acaba de pasar de ser su peor enemigo a ser el mayor activo de Kamala Harris. Lo digo porque el Joe Biden torpe e inseguro de hace tres semanas y media y desde el desastroso debate presidencial estuvo ausente el miércoles por la noche.
Sin duda, hubo algunos momentos, de hecho más que algunos momentos, en los que tropezó con sus palabras y expresiones en su discurso del Despacho Oval a la nación. Pero mucho más importante fue el breve resumen de unos 10 minutos que Biden ofreció a los estadounidenses sobre sus logros. El miércoles por la noche, en ausencia de una campaña política partidista, parecieron de repente mucho más convincentes de lo que lo fueron en el transcurso del ya finalizado esfuerzo de Biden como Presidente.
Lo digo porque cada punto que suba la aprobación de Biden de aquí en adelante se traducirá sin duda en un apoyo adicional para la vicepresidenta Kamala Harris en su carrera contra Donald Trump.
En su breve discurso, Biden defendió convincentemente su liderazgo -tanto en el interior como en el exterior- sin ataques partidistas directos ni retórica estridente y dura.
Lo más revelador fue que Biden abordó un tema que ni él ni los demócratas habrían podido articular cuando era candidato: "Pasar la antorcha a una nueva generación". El presidente trató de inocular a Harris, quizá no de forma totalmente convincente, sobre su mayor responsabilidad: la frontera sur y la inmigración ilegal sin restricciones.
Del mismo modo, Biden hizo lo que me pareció un sólido alegato a favor de la unidad, la estabilidad y, sobre todo, la democracia.
Aun así, no creo, ni pretendo insinuar, que este discurso cambie o altere fundamentalmente de algún modo la campaña venidera. Pero sugiere que Joe Biden se ha revitalizado y puede desempeñar tres funciones importantes para el Vicepresidente Harris.
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En primer lugar, como principal defensor de la política interior y exterior de Biden. En segundo lugar, como principal defensor de un rostro nuevo, y francamente no probado, en la escena nacional: el vicepresidente en ejercicio. Y en tercer lugar, no hay que subestimar que, tras el discurso del miércoles, habrá una capacidad revitalizada y resurgente de recaudar grandes sumas de dinero para combatir a Donald Trump y a los republicanos.
No nos equivoquemos, Joe Biden, con su breve discurso de 10 minutos, ha pasado de ser un paria entre los donantes a convertirse de nuevo en una probable celebridad. El presidente, que hace apenas una semana era rechazado por los donantes más ricos e influyentes del partido, será sin duda bienvenido de nuevo en las salas de estar, desde el Upper East Side hasta el oeste de Los Ángeles, mientras defiende simultáneamente su gestión y la de su esperado sucesor.
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Por último, el discurso del presidente proporciona a los demócratas una baza de la que francamente carecían hasta el miércoles por la noche: un presidente en ejercicio que pueda defender al partido. Sin duda, Biden se unirá a los ex presidentes Bill Clinton y Barack Obama para demostrar la nueva unidad demócrata tanto en la convención como después. Harris tiene ahora la oportunidad en esa convención, tanto por sí misma como con su elección de vicepresidente, de exponer su propia visión de los Estados Unidos que espera liderar.
Sigo considerando que Donald Trump es el favorito en las elecciones de 2024, como muestran por poco las encuestas. Pero con un Joe Biden nuevamente convincente, un Partido Demócrata unido y tres presidentes que aboguen en su favor, Kamala Harris tiene muchas más posibilidades de ganar estas elecciones de lo que nadie creía posible hace tan sólo unos días.