A Ben Affleck y a otros adictos, éste es mi mensaje - de un alcohólico a otro

La noticia de que el actor Ben Affleck se sometió a tratamiento por alcoholismo por tercera vez el miércoles me afectó mucho. Me puse sobrio hace 26 años, pero mi historia no llegó a los titulares, porque no era rico ni famoso. Nadie lo sabía y a nadie le importaba lo que me ocurría.

La historia de Affleck es distinta. La intervención de su ex mujer, Jennifer Garner, para conseguirle la ayuda que necesita desesperadamente es una gran noticia en todo el mundo. Es el precio del estrellato: cada movimiento de los famosos es pasto de los medios de comunicación, y todo el mundo tiene una opinión sobre sus vidas.

El New York Post informa de que Affleck está tratando su alcoholismo de una forma que poca gente puede permitirse, en un centro de lujo llamado The Canyon at Peace Park, en Malibú, California.

Informa el Post: "El extenso centro de lujo descansa en 240 acres bendecidos por el Dalai Lama y adornados con senderos, piscinas al aire libre y acceso a la playa. Cada paciente cuenta con un psiquiatra, un terapeuta y un internista individuales que elaboran conjuntamente un plan de recuperación y un plan de bienestar para el resto de su vida. Cada plan se adapta a cada paciente en función de sus necesidades específicas."

Affleck tiene suerte de poder permitirse este tratamiento de primera clase. Desde luego, yo no podía cuando me enfrenté a mi alcoholismo allá por 1992, como tampoco pueden hacerlo millones de personas adictas a las drogas o al alcohol que quieren liberarse. Siguen teniendo que ir a trabajar, pagar sus facturas y encontrar una alternativa asequible a un lugar como El Cañón.

Éste es mi consejo para otros no famosos y no millonarios. Si tienes problemas con el alcohol o las drogas -o conoces a alguien que los tenga-, sigue leyendo, porque lo que voy a contarte puede cambiarte la vida.

Y lo que es más importante, no desesperes y no pienses que estás indefenso y que tu situación no tiene remedio. Puedes conseguir la sobriedad y mantenerte sobrio. Cualquiera puede.

Todo el mundo tiene algo que le dificulta la sobriedad.

Los jóvenes vienen a Alcohólicos Anónimos y a otros programas de 12 pasos, miran a su alrededor y dicen: "Esto no es para mí. Esta gente es demasiado mayor".

Las personas mayores entran, miran a su alrededor y tienen la reacción contraria: "He esperado demasiado. No tiene sentido".

Las mujeres vienen y dicen: "Son todos hombres". (No es cierto, por supuesto).

Los hombres vienen y dicen: "No me identifico con estos tipos. No sé quiénes son".

Los afroamericanos entran y dicen: "Todo el mundo en la sala es blanco. Estoy harto de ser el único negro en una sala llena de blancos".

Los judíos vienen y dicen: "Parece demasiado cristiano".

La gente de las ciudades pequeñas dice: "Todo el mundo me verá allí". (¡Por supuesto, tú también les verás!).

He aquí la buena noticia: cualquiera puede conseguir la sobriedad. Incluso las personas que, como tú y como yo, lo intentaron y fracasaron repetidamente.

Mi padrino o figura mentora en Alcohólicos Anónimos era el hazmerreír de los ocho primeros años que llevaba en las reuniones de A.A.. Era beligerante, se emborrachaba con frecuencia y nunca le interesó mantenerse sobrio. Es un misterio por qué estuvo allí durante ocho años.

Cuando murió el año pasado, llevaba más de 40 años de sobriedad continuada y contaba con el respeto y el amor de cientos de hombres, yo incluido.

Tuve ocho primeros días en Alcohólicos Anónimos en un periodo de 25 meses. Durante esos 25 meses, no creía que tuviera alcoholismo. Pensaba que era demasiado bueno para el programa. No me relacionaba. Le ponía peros a todo y a todos.

Hasta que no lo hice.

Aprendí que el mundo dejaría de llamarme alcohólica en cuanto empezara a llamarme a mí misma. Y eso es lo que hago. Me llamo Michael, y am un alcohólico.

Aprendí que no era vergonzoso tener una enfermedad y que, desde hace más de medio siglo, la comunidad médica reconoce que el alcoholismo y la drogadicción son, de hecho, enfermedades estrechamente relacionadas. El abuso de sustancias es un problema médico, no un fallo moral.

Aprendí -aunque pensaba que era demasiado joven, demasiado lista y, en general, demasiado buena para el programa- que si hacía las pocas cosas sencillas que pedía A.A., podía conseguir (y conseguí) la sobriedad.

A ti también te ocurrirá lo mismo.

He aprendido que cuando se trata de alcoholismo y adicción, la negación es mayor que la enfermedad. Lo que significa que el alcoholismo es la única enfermedad que te dice que no tienes una enfermedad.

Los programas de recuperación de Doce Pasos tienen muchas formas de tratar el alcoholismo y de ayudar a sus miembros a encontrar un camino espiritual y una forma de vivir con éxito, a pesar de los retos que cada día conlleva.

Así que a todos los que queréis acabar con vuestra dependencia del alcohol o las drogas pero no podéis permitiros un centro de tratamiento de lujo como en el que ha ingresado Ben Affleck, no utilicéis eso como excusa. Podéis cambiar vuestras vidas.

La buena noticia es que puedes ser, como decimos en A.A., "Sólo un payaso más en el autobús".

Encontrarás tu tribu. Encontrarás reuniones en las que te sentirás cómodo. Encontrarás figuras mentoras en las que podrás confiar. No tendrás que volver a beber ni a consumir drogas si no quieres.

No dejes que las mentiras que todos nos decimos al principio sobre la sobriedad te impidan tener la vida que mereces.

Todo te está esperando... de la misma manera que todo espera a cualquiera que esté harto.

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