Senador Marco Rubio: Trump tiene razón al cerrar el consulado chino en Houston: era una operación de espionaje masivo

Esto envía un mensaje firme a China, Rusia y otros adversarios de que Estados Unidos no tolerará el espionaje ilegal.

Esta semana salía humo del patio del consulado chino en Houston cuando los empleados quemaron documentos confidenciales. Normalmente, los consulados prestan servicios como la expedición de visados y los intercambios culturales. Pero el puesto avanzado del Partido Comunista Chino (PCCh) en Houston distaba mucho de ser un consulado típico.

En cambio, el consulado sirvió de fachada al PCCh y de nodo central en la operación de espionaje masivo que China utiliza para socavar a Estados Unidos. Esta red lleva a cabo todo tipo de espionaje -político, defensivo, industrial, académico y comercial- para intentar obtener una ventaja estratégica sobre Estados Unidos engañando y robando.

Los adversarios de Estados Unidos, incluidas China y Rusia, utilizan sus consulados para llevar a cabo todo tipo de actividades nefastas. Para el PCCh, el consulado de Houston sirvió de base de operaciones para explotar empresas comerciales conjuntas con fines estatales y para acceder a tecnología avanzada, información privilegiada y propiedad intelectual con el fin de impulsar los esfuerzos de Pekín por socavar la seguridad económica y nacional de Estados Unidos.

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Críticamente, el consulado de Houston cubría las actividades de China en siete estados, incluido mi estado natal, Florida.

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Los diplomáticos chinos habían participado en el robo de investigaciones científicas, así como en la facilitación de viajes a China utilizando documentación falsificada. El consulado también había utilizado grupos comunitarios controlados por el PCCh para cultivar a las élites tejanas. Y teniendo en cuenta que esto ocurrió en Houston, es probable que la maligna actividad china implicara robo y espionaje relacionados con los sectores energético y sanitario estadounidenses.

La decisión de la administración Trump de cerrar el consulado es exactamente acertada y envía un firme mensaje a China, Rusia y otros adversarios de que ya no se tolerará este espionaje ilegal.

No es la primera vez que la administración Trump tiene que enfrentarse a este tipo de comportamiento. El pasado diciembre, se vio obligada a expulsar a dos funcionarios de la embajada china por sospechas de espionaje, tras ser sorprendidos intentando acceder a una instalación militar sensible en Virginia.

No podemos ignorar sin más el prolífico aumento de las operaciones chinas de espionaje e influencia política, especialmente en suelo estadounidense. A veces hace falta un martillazo para enviar un mensaje.

Mientras los miembros del personal consular hacen las maletas, debemos recordar también que el consulado de Houston era un engranaje de un sistema de explotación mucho mayor.

A veces hace falta un martillo para enviar un mensaje. 

Parece que el PCCh es incapaz de mantener relaciones internacionales sin espiar, especialmente a las personas que el partido considera suyas, como los chino-estadounidenses, dondequiera que estén y en todas las facetas de sus vidas.

El espionaje y la recopilación de datos chinos son evidentes en todo su cuerpo diplomático: desde la excesiva exigencia de visados a los estadounidenses de origen chino, pasando por el control de las organizaciones comunitarias chinas, hasta el empuje de estudiantes chinos cooptados hacia áreas de investigación sensibles.

Las operaciones chinas de vigilancia e influencia pueden apuntar a distintos fines. Algunos agentes de influencia se encargan de influir en los miembros del Congreso y en los políticos estatales y locales bajo los auspicios de las relaciones diplomáticas. Otros roban secretos comerciales de contratistas de defensa o en sectores importantes como la fabricación avanzada.

Estados Unidos ha intentado trabajar de forma productiva con China para reducir estas tácticas y recomponer las relaciones.

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Por ejemplo, en 2015, nuestros dos gobiernos acordaron dejar de utilizar sus servicios de inteligencia para robar tecnología con fines comerciales. Ese acuerdo duró sólo unas semanas, y la administración Trump dejó claro a Pekín que los estadounidenses no permitirían la traición solapada de China al acusar en 2017 a tres piratas informáticos afiliados al gobierno chino de robar secretos económicos.

El mensaje no fue escuchado. La explotación de las empresas estadounidenses por parte de China continuó sin descanso. Esta misma semana, el Departamento de Justicia acusó a dos piratas informáticos chinos que trabajaban para el servicio de espionaje de Pekín de intentar robar información relativa a la creación de una vacuna COVID-19.

Al cerrar el consulado de Houston, Estados Unidos señaló que el statu quo entre Estados Unidos y China es inaceptable.

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Mientras tanto, pronto presentaré legislación para prohibir la entrada de empresas chinas en los mercados de capitales estadounidenses si se descubre que esas empresas han participado en espionaje o abusos contra los derechos humanos, o existen para reforzar el ejército de Pekín.

A todos nos interesa que Estados Unidos y China disfruten de una relación equilibrada en el siglo XXI. Pero ese futuro no podrá llegar hasta que Pekín se adhiera a las normas y prácticas internacionales y cumpla sus compromisos internacionales.

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