La burocracia DEI de la Universidad de Houston tiene esta visión increíblemente radical de la "diversidad

La Universidad de Houston es una universidad pública con más de 46.000 estudiantes

Nota del editor: La siguiente columna se publicó originalmente en Diario de la ciudad.

La Universidad de Houston ha creado una burocracia radical de DEI que condena a Estados Unidos como un "sistema de supremacía blanca", castiga a los cristianos por su "privilegio religioso" y organiza actos sexualmente explícitos como "Queer Sex After Dark" y "Sex Ed Bingo: Oportunidad de ganar un juguete sexual".

La Universidad de Houston es una institución pública que atiende a más de 46.000 estudiantes, de los que aproximadamente el 80% pertenecen a minorías raciales. Pero para los dirigentes, el objetivo de la "diversidad" es un proyecto ideológico, no demográfico.

He obtenido documentos a través de solicitudes de registros públicos que exponen el extenso programa de "diversidad, equidad e inclusión" (DEI) de la universidad, que ha crecido en escala y alcance desde los disturbios de George Floyd en 2020.

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Según estos materiales, el departamento de DEI de la universidad ha adoptado la narrativa básica de la teoría crítica de la raza, argumentando que Estados Unidos es un "sistema de supremacía blanca" que "crea ventajas para los blancos" y "desventajas/opresión para la gente de color". En este esquema, los cristianos blancos heterosexuales están dotados de "privilegio blanco", "privilegio heterosexual" y "privilegio religioso", mientras que las minorías raciales y sexuales son víctimas de "racismo, sexismo, homofobia y transfobia".

La universidad promueve una narrativa similar sobre el eje de la sexualidad. Los administradores del Centro de Recursos LGBTQ y del Centro de Recursos para la Mujer y el Género promueven los principios básicos de la teoría queer, que sostiene que la sociedad estadounidense se caracteriza por la "heteronormatividad" y la "cisnormatividad", estructuras de opresión construidas socialmente que elevan artificialmente a las personas heterosexuales y no transexuales como la "mítica 'norma'". El objetivo de la teoría queer es reducir estas formas de normatividad y sustituirlas por ideales queer-normativos.

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Para perseguir estos objetivos, los burócratas de la universidad han creado una serie de programas de formación sobre raza y sexualidad dirigidos al lenguaje, el habla y el comportamiento de los estudiantes. Se dice a los estudiantes que estén en guardia contra las "microagresiones", "microagresiones", "microinsultos" y "microinvalidaciones". 

Según una presentación sobre "Intención vs. Impacto", el daltonismo, la meritocracia y el trabajo duro son conceptos racistas que deberían etiquetarse como "racismo evasivo del color" y "mito de la meritocracia". ¿Cuál es el resultado de estas microagresiones sobre las minorías raciales? "Rabia", "tristeza", "alienación", "trauma", "depresión" y "problemas mentales crónicos".

En cuanto a la sexualidad, las organizaciones LGBTQ y de género de la universidad organizan una amplia gama de talleres, seminarios, cursos de formación y actos diseñados para perturbar la heteronormatividad y normalizar los temas sexuales explícitos, incluida la distribución de juguetes sexuales a los estudiantes. El Centro de Recursos LGBTQ, por ejemplo, organizó recientemente una presentación sobre "Sexo Queer al Oscurecer", mientras que el Centro de Recursos para la Mujer y el Género ha organizado una serie de actos, como un "Taller sobre Slut Shaming", un "Taller sobre Masculinidad Tóxica" y un "Bingo de Educación Sexual: Oportunidad de ganar un juguete sexual". (Cuando se les pidió el material específico de estos actos, los funcionarios de la UH afirmaron que no podían encontrarlo).

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La finalidad de estos ejercicios es centrar a los estudiantes en la raza, la sexualidad y la identidad, con el objetivo de que se orienten hacia el activismo político.

El primer paso es la categorización y la confesión del privilegio. En un programa de formación, los administradores instruyen a los miembros de los "grupos dominantes" para que "reconozcan [sus] privilegios" y admitan su culpabilidad: "Niego que el racismo sea un problema"; "Evito las preguntas difíciles"; "Me esfuerzo por sentirme cómodo". En otra, la universidad recomienda a los estudiantes que participen en un "Paseo de los Privilegios", en el que se clasifica a las personas según la jerarquía interseccional. "Si eres un hombre blanco, da un paso adelante", dicen las instrucciones. "Si tus antepasados fueron obligados a venir a Estados Unidos, no por elección, da un paso hacia atrás".

A continuación, se anima a los alumnos a participar en un proceso de educación política, que culmina con el deseo de "reducir la heteronormatividad" y "volverse antirracista". En la formación sobre la conciencia racial, los administradores dicen a los alumnos que interioricen una lista de afirmaciones que conducen al activismo explícito: "Me educo [sic] sobre la raza y el racismo estructural"; "Cedo posiciones de poder a los marginados"; "Promuevo y defiendo políticas y líderes antirracistas".

Los observadores deben tener en cuenta que se trata de programas administrativos y no académicos. Los burócratas de la DEI de la universidad no producen becas ni participan en clases con créditos. Más bien han descubierto cómo obtener una subvención pública continua para dedicarse al activismo de izquierdas privado.

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Este acuerdo es inteligente, pero no inevitable. Actualmente, los legisladores de Texas están estudiando un proyecto de ley, el SB 17, que suprimiría las burocracias de DEI en todas las universidades estatales. Según fuentes de Austin, las universidades han enviado a grupos de presión para persuadir a los republicanos moderados de que suavicen el proyecto de ley.

Sin embargo, los legisladores no deben dejarse amilanar. No se trata de libertad académica ni de libertad de expresión -ninguna de las cuales se aplica al trabajo de los burócratas de las universidades públicas-, sino de simple prudencia: las universidades públicas no deberían realizar "paseos de privilegios" ni regalos de juguetes sexuales a costa de los contribuyentes. Estos programas no sirven al interés público y, como tales, deben suprimirse.

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