El ex director del NY Times tacha de tendenciosa la cobertura de Trump

Un ex editor ejecutivo del New York Times dice que las páginas de noticias del periódico, el hogar de su cobertura de noticias directas, se han vuelto "inequívocamente anti-Trump".

Jill Abramson, la veterana periodista que dirigió el periódico de 2011 a 2014, afirma que el Times tiene un incentivo económico para atacar al presidente y que este desequilibrio está contribuyendo a erosionar su credibilidad.

En un libro de próxima publicación, "Merchants of Truth" (Mercaderes de la verdad), que arroja una mirada escéptica sobre el negocio de la información, Abramson defiende al Times en algunos aspectos, pero dedica duras palabras a su sucesor, Dean Baquet. Y Abramson, que era la única mujer editora ejecutiva del periódico hasta su despido, invocó el reproche de Steve Bannon de que en la era Trump los principales medios de comunicación se han convertido en el "partido de la oposición".

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"Aunque Baquet dijo públicamente que no quería que el Times fuera el partido de la oposición, sus páginas de noticias eran inequívocamente anti-Trump", escribe Abramson, y añade que cree que lo mismo puede decirse del Washington Post. "Algunos titulares contenían opiniones crudas, al igual que algunas de las historias que se etiquetaron como análisis de noticias".

Es más, afirma, citando al legendario editor del siglo XX Adolph Ochs, "cuanto más anti-Trump se percibía al Times, más se desconfiaba de él por parcial. La promesa de Ochs de cubrir las noticias sin miedo ni favoritismos sonaba como una promesa imposible en un entorno tan polarizado".

Abramson describe una división generacional en el Times, con los empleados más jóvenes, muchos de ellos en puestos digitales, a favor de un asalto desenfrenado a la presidencia. "El personal más 'despierto' pensaba que los tiempos urgentes exigían medidas urgentes; los peligros de la presidencia de Trump obviaban las antiguas normas", escribe.

Trump afirma que está manteniendo en activo al "fracasado" Times -una evidente exageración-, pero el ex director reconoce un "batacazo de Trump" que hizo que las suscripciones digitales durante sus primeros seis meses en el cargo aumentaran en 600.000, hasta superar los 2 millones.

Ex editora ejecutiva del New York Times Jill Abramson.

"Dada su audiencia mayoritariamente liberal, hubo una recompensa económica implícita para el Times al publicar montones de historias sobre Trump, casi todas ellas negativas: impulsaron grandes cifras de tráfico y, a pesar del bache de cancelaciones tras las elecciones, inflaron los pedidos de suscripciones hasta niveles que nadie preveía."

El Times se enfrenta desde hace tiempo a acusaciones de parcialidad liberal, incluso antes de que Trump se metiera en política y se convirtiera en su crítico más duro. Pero las palabras de Abramson tienen un peso especial porque también fue jefa de la oficina del Times en Washington y corresponsal del Wall Street Journal especializada en reportajes de investigación.

Baquet ha dicho que los ataques de Trump a la prensa están "fuera de control" y que es importante utilizar la palabra "mentira" cuando el presidente dice una clara falsedad.

En "Mercaderes de la verdad: el negocio de las noticias y la lucha por los hechos", Abramson elogió como "valiente y acertada" la decisión de Baquet de publicar este titular cuando Trump abandonó sus ataques sobre el birterismo de Barack Obama: "Trump abandona una mentira pero se niega a arrepentirse".

Abramson, que tuvo su ración de enfrentamientos con Baquet cuando éste era su redactor jefe, arroja luz sobre un episodio de 2016 en el que Baquet se abstuvo de publicar una historia que habría vinculado la campaña de Trump con los intentos rusos de influir en las elecciones.

Liz Spayd, entonces editora pública del Times, escribió que el periódico, que llegó a la conclusión de que se necesitaban más pruebas, parecía "demasiado tímido" al no publicar el artículo, elaborado por un equipo que incluía al reportero Eric Lichtblau.

Baquet "se enfureció" ante esta reprimenda, dice Abramson, y envió un correo electrónico a Lichtblau: "Espero que tus colegas te hagan un nuevo a*****e".

Baquet escribió que "lo más inquietante" de la columna de Spayd "era que contenía información procedente de conversaciones muy confidenciales y realmente difíciles que mantuvimos sobre si publicar o no la información del canal clandestino". Creo que estoy decepcionado de que esto acabara impreso.

"Es difícil para un periodista quejarse cuando una información confidencial se hace pública. Al fin y al cabo, es lo que hacemos para ganarnos la vida. Pero admitiré que puede que la próxima vez que tengamos que tomar una decisión difícil me encuentres menos abierto, menos dispuesto a invitar al debate".

Lichtblau pronto dejó el Times por la CNN, donde fue uno de los tres periodistas despedidos cuando la cadena se retractó y pidió disculpas por un reportaje en el que hacía acusaciones no corroboradas contra Anthony Scaramucci, confidente de Trump. Y el Times pronto suprimió la columna del editor público.

Abramson también critica a Trump. Califica sus ataques de "noticias falsas" de "forma barata de intentar socavar la credibilidad de la información del Times como algo que sólo deben aceptar como verdad los liberales de las zonas urbanas y cosmopolitas".

El Times, que publicó la historia del servidor privado de correo electrónico de Hillary Clinton, también "tomó algunas decisiones equivocadas y exageró su cobertura de Clinton", escribe Abramson. Dice que Clinton "desconfiaba de mí", manejó mal el escándalo y "fue reservada hasta el punto de ser paranoica".

Abramson es sincera a la hora de reconocer sus defectos. Cuando el entonces editor Arthur Sulzberger Jr. estaba considerando ascenderla al puesto más alto, le dijo durante un almuerzo en Le Bernadin: "Todo el mundo sabe que hay una Jill buena y una Jill mala. La gran pregunta para mí es cuál veremos si te conviertes en editora ejecutiva".

Le confesó que "podía ser santurrona cuando no me sentía escuchada, interrumpía, no escuchaba lo suficiente".

Fue una acalorada batalla con Baquet la que condujo a su destitución en 2014. Se puso furioso al enterarse de que ella intentaba contratar a otro periodista de alto nivel -Abramson dice que un ejecutivo le ordenó mantenerlo en secreto- que compartiría el título de redactor jefe.

Sulzberger la llamó, la despidió y le entregó un comunicado de prensa anunciando su dimisión.

Abramson dice que contestó "Arthur, he dedicado toda mi carrera a decir la verdad, y no voy a aceptar este comunicado de prensa. Voy a decir que me han despedido".

Su juicio final: "Yo era una directiva menos que estelar, pero también había sido juzgada por un doble rasero injusto aplicado a muchas mujeres líderes".

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