Los investigadores de Australia, preocupados por el acusado declive de los cocodrilos de agua dulce que se alimentan de una especie de sapo tóxico e invasor, han ideado una forma estomacal de que los reptiles se ayuden a sí mismos.
Los científicos cebaron a los cocodrilos con sapos de caña muertos a los que se había eliminado la toxina, pero añadieron una "sustancia química inductora de náuseas" en su interior que hizo que los reptiles quisieran evitar rápidamente los sapos para cenar en el futuro, según un estudio publicado en Royal Society Publishing.
Los sapos invasores se trajeron por primera vez al continente desde Hawai como estrategia de control de plagas en 1935, que fracasó, pero los anfibios tóxicos se extendieron por todo el trópico Australia.
"No es bonito. Sufren convulsiones. Y la muerte es bastante rápida y probablemente muy dolorosa porque se trata esencialmente de una parada cardiaca masiva", explicó a NPR Georgia Ward-Fear, científica conservacionista de la Universidad Macquarie de Sydney, sobre lo que les ocurre a los cocodrilos cuando se comen los sapos.
"Los depredadores ápice desempeñan funciones ecológicas críticas, por lo que su conservación es una gran prioridad", afirma el estudio. "En el trópico Australia, algunas poblaciones de cocodrilos de agua dulce(Crocodylus johnstoni) se han desplomado más de un 70% debido a la ingestión letal de sapos de caña invasores tóxicos".
Los científicos dejaron casi 2.400 cadáveres de sapo de caña con la sustancia química nauseabunda en su interior en partes del noroeste de Australia donde cazan los cocodrilos en 2021, y los cocodrilos "aprendieron rápidamente a evitar los cebos de sapo pero siguieron consumiendo cebos de control (pollo)", según el estudio.
Añadió que "el cebo repetido durante años sucesivos tuvo efectos positivos continuados en la supervivencia de los cocodrilos."
Según el estudio, el método de aversión al sabor "se basa en la capacidad generalizada de los animales de aprender a evitar alimentos cuyo consumo induce náuseas".
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"Los cocodrilos con sapos en el estómago también presentaban a menudo grandes hemorragias en los sistemas cardiovascular y digestivo", decía el estudio. "A veces se encontraron cocodrilos envenenados con sapos aún vivos, flotando en la superficie del agua y mostrando convulsiones musculares, continuas 'volteretas de la muerte' bajo el agua, episodios de letargo extremo, parálisis de las extremidades, problemas de coordinación y falta de respuesta con la boca abierta. No pudimos salvar a ninguno de estos animales".
Los científicos también esparcieron el cebo para asegurarse de que los cocodrilos no enfermaran de verdad por comer demasiado.
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"Ha sido un gran éxito", declaró Ward-Fear a NPR, añadiendo que las tasas de mortalidad de cocodrilos en la región se han reducido hasta en un 95%. "Y ahora lo están desplegando los guardabosques indígenas y las agencias de gestión de la fauna salvaje mientras hablamos".