Los presuntos vínculos del nuevo vicepresidente venezolano con Hezbolá y el radicalismo suscitan preocupación

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el vicepresidente Tarek El Aissami en Caracas, Venezuela, el 4 de enero de 2017. (Reuters)

Tareck El Aissami, uno de los hombres más poderosos de Venezuela, acaba de adquirir más poder. La semana pasada, el autoproclamado "radicalmente chavista" se convirtió en el segundo al mando del país, después de que el presidente Nicolás Maduro lo nombrara vicepresidente.

Hijo de madre libanesa y padre sirio, El Aissami, de 42 años, es también una de las figuras más oscuras de los círculos gubernamentales: se sospecha que tiene vínculos con el grupo militante islamista Hezbolá y, según informes, está siendo investigado por fiscales estadounidenses por su posible implicación en el tráfico de drogas.

"Es muy preocupante", afirmó Joseph Humire, director ejecutivo de Secure Free Society y experto en la presencia del Islam radical en América Latina.

"Me preocupa que su poder no haga sino aumentar. Irán, en particular, se beneficia enormemente de tener a El Aissami como vicepresidente, ya que ha sido su hombre en Venezuela".

Según Humire, El Aissami controla presuntamente una red delictiva y terrorista en al menos seis países que opera con varias empresas, cuentas y activos.

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Esta red, dijo, mueve fondos ilícitos y drogas de América Latina a Oriente Medio y trae de vuelta a combatientes extranjeros sospechosos de pertenecer a organizaciones terroristas islámicas y que huyen de la justicia. El Aissami les proporciona supuestamente apoyo legal e incluso dinero para ocultar sus verdaderas identidades, declaró el experto a Fox News.com.

"Hay rumores de que Tareck El Aissami se reunió con representantes de alto nivel de Hezbolá en la Triple Frontera [de Argentina, Paraguay y Brasil] antes de convertirse en ministro [en 2008] para concertar servicios del gobierno venezolano. Estos rumores no están confirmados, pero deben ser investigados", declaró Humire.

El ascenso estelar de El Aissami comenzó hace un par de décadas, cuando siendo líder estudiantil llamó la atención del difunto presidente Hugo Chávez y fue reclutado como uno de los principales activos del partido.

Su celo ha permanecido intacto a lo largo de los años: "El socialismo es el camino para salvar el país, no el capitalismo; no es la derecha terrorista y criminal", dijo tras jurar su cargo el 4 de enero. 

El entonces ministro de Justicia de Venezuela, Tareck El Aissami, en una foto de archivo de abril de 2012. (AP)

El Aissami, también uno de los hombres más ricos de Venezuela, fue elegido diputado en 2005, nombrado viceministro de Seguridad Ciudadana en 2007 y, al año siguiente, accedió al Ministerio de Interior y Justicia. Dirigió el poderoso ministerio hasta 2012, cuando fue elegido gobernador de Aragua. Dejó ese cargo la semana pasada para convertirse en la mano derecha de Maduro, y de mucho peso.

La primera misión de El Aissami como vicepresidente ha sido crear un "Comando Antigolpe" encargado de impedir cualquier intento de desestabilizar el régimen o derrocar al impopular presidente.

El llamado comando ya está dando sus frutos, con la detención el miércoles de un legislador de la oposición, Gilber Caro, y la nueva detención de un ex general y fuerte crítico del régimen.

"Se trata de capturar y desarticular a los elementos de la oposición que insisten en tomar el camino de la violencia", dijo El Aissami tras la detención de Caro. "El presidente Nicolás Maduro ha desplegado el comando antigolpe basándose en la información proporcionada por los organismos de inteligencia".

Si tiene éxito y se convocan elecciones en 2018 según lo previsto, El Aissami será muy probablemente el candidato chavista.

"Es el hombre de confianza de Maduro y probablemente sea un nombramiento acertado", dijo el ex alcalde de Caracas Juan Barreto, chavista. "[En su discurso de investidura] habló de un reencuentro con el pueblo, vamos a ver si lo hace desde un lugar partidista o desde un punto de vista más abierto", dijo a FoxNews.com.

Pero el ala más moderada del chavismo ha expresado cierta preocupación, afirmando que la persecución política está destinada a aumentar.

Nicmer Evans, politólogo del partido chavista Marea Socialista, admitió que le preocupa que El Aissami pueda recurrir a los extremos para cumplir la misión tan específica que se le ha asignado.

"Debe asegurarse de que Maduro termine su mandato. Es el encargado de perseguir y capturar [a los opositores políticos]", dijo Evans. "Y está dispuesto a hacer cualquier cosa para lograr su objetivo".

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