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  • Una fuerza de seguridad conjunta anunciada por las juntas gobernantes de Malí, Níger y Burkina Faso pretende combatir la violencia extremista en la región del Sahel.
  • Los analistas dudan de la eficacia de la fuerza conjunta debido a los diversos retos a los que se enfrenta.
  • Siguen sin estar claros los detalles sobre el funcionamiento de la fuerza, denominada "concepto operativo" por el general de brigada Moussa Salaou Barmou.

La fuerza de seguridad conjunta anunciada por las juntas que gobiernan Malí, Níger y Burkina Faso para luchar contra el recrudecimiento de la violencia extremista en sus países de la región del Sahel se enfrenta a una serie de retos que ponen en duda su eficacia, según afirmaron el jueves los analistas.

El máximo jefe militar de Níger, el general de brigada Moussa Salaou Barmou, declaró en un comunicado tras reunirse con sus homólogos el miércoles que la fuerza conjunta estaría "operativa lo antes posible para hacer frente a los retos de seguridad en nuestra zona."

El anuncio es la última de una serie de medidas adoptadas por los tres países para emprender un camino más independiente, lejos de los aliados regionales e internacionales, desde que la región experimentó una serie de golpes de Estado -el más reciente en Níger, en julio del año pasado-.

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Ya han formado una alianza de seguridad tras romper los lazos militares con sus vecinos y con naciones europeas como Francia y recurrir a Rusia -ya presente en partes del Sahel- en busca de apoyo.

Muchedumbre de Uagadugú

El 25 de enero de 2022, la gente sale a las calles de Uagadugú, Burkina Faso, para manifestarse en apoyo de la nueva junta militar que derrocó al presidente democráticamente elegido Roch Marc Christian Kabore y se hizo con el control del país. Las juntas militares que gobiernan Malí, Burkina Faso y Níger dicen haber acordado crear una fuerza conjunta para luchar contra la violencia extremista en sus naciones. (AP Photo/Sophie Garcia, Archivo)

Barmou no dio detalles sobre el funcionamiento de la fuerza, a la que se refirió como un "concepto operativo que nos permitirá alcanzar nuestros objetivos de defensa y seguridad".

Aunque los militares habían prometido poner fin a la insurgencia en sus territorios tras deponer a sus respectivos gobiernos electos, los analistas del conflicto afirman que, en cambio, la violencia ha empeorado bajo sus regímenes. Todos comparten fronteras en la conflictiva región del Sahel y sus fuerzas de seguridad que luchan contra la violencia yihadista están desbordadas.

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La eficacia de su alianza de seguridad dependería no sólo de sus recursos, sino también del apoyo exterior, afirmó Bedr Issa, analista independiente que investiga el conflicto del Sahel.

Los tres regímenes son también "muy frágiles", afirmó James Barnett, investigador especializado en África Occidental del Instituto Hudson, con sede en Estados Unidos, lo que plantea dudas sobre su capacidad para trabajar juntos.

"Han llegado al poder a través de golpes de estado, es probable que se enfrenten a un alto riesgo de golpes de estado ellos mismos, por lo que es difícil construir un marco de seguridad estable cuando los cimientos de cada régimen individual son inestables", afirmó Barnett.