Tras unas elecciones presidenciales, el partido perdedor se enfrenta a una encrucijada. El mensaje de los votantes es claro: mírate al espejo, recalibra y prepárate para volver más fuerte en las elecciones de mitad de mandato.
Con demasiada frecuencia, este proceso se convierte en un juego de culpas internas, cambios de liderazgo y purgas ideológicas que se parecen más a sesiones de terapia que a una planificación estratégica.
Después de haber debatido con sustitutos de Trump más de 200 veces en cadenas de derechas, he visto de primera mano cómo los republicanos aprovechan la frustración para dar energía a su base y ampliar su atractivo. A través de innumerables conversaciones este año, me quedó claro que Donald Trump y su campaña no ofrecían soluciones únicas ni políticas innovadoras. Sin embargo, lo que sí ofrecían -mejor que muchos demócratas- es una narrativa ganadora construida sobre la magnitud del cambio que buscan los votantes.
A pesar de ser el partido del progresismo, dudamos en progresar con la evolución del mundo político. Reutilizamos los mismos candidatos, el mismo mensaje y las mismas estrategias, esperando obtener nuevos resultados. Para muchos votantes, nuestro partido representa el statu quo.
LOS AMERICANOS DEL CAMPO ESTÁN LOCOS - Y LES HAN HECHO UN AJUSTE DE CUENTAS A LOS DEMÓCRATAS
Nuestros oponentes políticos utilizan términos como "establishment" y "Pantano " para describir a nuestros líderes ante unos electores escépticos. Los votantes que buscan un cambio o una sensación de progreso real a menudo se sienten frustrados por lo que perciben como un establishment que utiliza un enfoque repetitivo del poder.
Los demócratas tienen las políticas para abordar los principales problemas del país, pero la política por sí sola no gana elecciones. Las elecciones consisten en contar una historia. Se trata de ir al encuentro de los votantes allí donde están y tejer sus preocupaciones en un mensaje convincente y comprensible.
Durante mi etapa en el Senado estatal, vi cómo se desarrollaba esta dinámica durante la Gran Recesión. Mis electores se preocupaban profundamente por la asequibilidad. Mientras trabajaba por la protección del medio ambiente, la reforma sanitaria y las infraestructuras, replanteé esas prioridades a través de la lente de lo que más importaba en la vida de los votantes: sus carteras.
LOS DEMÓCRATAS NO PUEDEN COMPRAR NADA PARECIDO A LA AUTENTICIDAD GENUINA DE TRUMP
Este ciclo, los demócratas tuvieron dificultades para conectar con los votantes en esa misma preocupación acuciante: la asequibilidad. A pesar de los sólidos indicadores económicos de la administración Biden -menor desempleo, crecimiento del PIB y relajación de la inflación-, muchos estadounidenses no sintieron la recuperación. Los costes de la gasolina, los comestibles y la vivienda se cernían sobre ellos. Los republicanos no vinieron a la mesa a resolver estos problemas; simplemente los articularon mejor, posicionándose como los campeones del cambio.
Nuestro reto ahora no es redefinir quiénes somos, sino volver a centrarnos en cómo nos comunicamos. En el fondo, el Partido Demócrata es el partido de las familias trabajadoras, del trabajo sindicado y de la igualdad de oportunidades. Sin embargo, hemos permitido que estos valores fundamentales quedaran enterrados bajo narrativas contrapuestas, confundiendo a su vez a los votantes sobre qué y a quién representamos.
Comprometer a los votantes exige salir de nuestra zona de confort. Como alguien que ha representado los ideales demócratas en plataformas de derechas, he aprendido la importancia de escuchar y debatir puntos de vista opuestos. Trump Los sustitutos a menudo reformulaban los temas para poner a los demócratas a la defensiva, dando por sentado que nos refugiaríamos en argumentos morales en lugar de prácticos.
EL PÚBLICO RECHAZÓ EL LAWFARE CUANDO REELIGIÓ A TRUMP
Influir en esos debates en un territorio hostil exigía mantenerse arraigado en soluciones que resonaran con las preocupaciones cotidianas de los votantes. Este enfoque -el compromiso en lugar de la retirada- debe guiar al partido en el futuro.
No es un signo de debilidad abordar las preocupaciones de los votantes que no nos eligieron. Es liderazgo. Al implicar a los escépticos, generamos confianza, reforzamos nuestras políticas y mostramos a los estadounidenses que luchamos por todos, no sólo por los que ya están de nuestro lado.
Operar exclusivamente dentro de una cámara de eco sólo conduce a luchas intestinas y a coaliciones excluyentes del Partido Demócrata.
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El futuro del Partido Demócrata no consiste en reescribir nuestros principios básicos. Se trata de comprender mejor las frustraciones y aspiraciones de los votantes y responder a ellas con empatía y claridad. La clave es la aceptación: aceptación de los resultados electorales, de las preocupaciones que impulsaron a los votantes este ciclo y de las diversas coaliciones que llaman a este partido su hogar.
Es el momento de mirar hacia fuera, no hacia dentro. Para encontrarnos con los votantes donde están y demostrarles que somos el partido de la inclusión, la empatía y las soluciones. Hemos pasado demasiado tiempo mirándonos en el espejo.