¿Qué ha sido de la innovación tecnológica?

Los fabricantes de teléfonos móviles, como Samsung, Apple y Research in Motion, a menudo pregonan las "innovaciones" de los actuales smartphones de aspecto similar. Pero hay muchas otras áreas de la tecnología llenas de verdadera innovación.

En el sector de la alta tecnología, hay un estruendo incesante sobre la importancia de la innovación. Lástima que haya muy poca.

Aparte de "disruptivo", probablemente no haya palabra de moda más manida que "innovación". Cada discurso, cada discusión empresarial, cada presentación de un director general está salpicada de esta palabra. Aparentemente, cada idea, cada nuevo negocio y cada startup es asombrosamente "innovadora".

De hecho, la propia palabra ha engendrado una industria construida en torno al concepto. Hay decenas de libros escritos en los dos últimos años que presumen de innovación. (He dejado de contar en 30 en Amazon).

Pero ¿dónde está esa innovación de la que hablan? Como dice Íñigo Montoya en La princesa prometida: "Sigues utilizando esa palabra. No creo que signifique lo que tú crees que significa".

Tener ejércitos de monos codificadores de HTML5 produciendo nuevas formas de analizar nuestra información personal para vendernos ofertas de Groupon no es innovador. Los dispositivos que reproducen música con menos fidelidad que la tecnología anterior o que cansan la vista más que un libro tampoco son innovadores. Las aplicaciones basadas en la localización que identifican a los amigos cercanos o pagan sin cables los cafés con leche moka no son innovadoras.

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De hecho, ni siquiera una aplicación que pudiera tomarte la tensión, pedirte un Szechuan y conseguirte una cita al mismo tiempo sería innovadora. (Vale, quizá la parte de la cita sería bastante innovadora).

La innovación resuelve los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad. La innovación creó la vacuna. La innovación aprovechó la electricidad. Pero la innovación requiere mucho trabajo tedioso, como han demostrado una y otra vez personas como Thomas Edison. Él y sus trabajadores probaron miles y miles de materiales distintos, por ejemplo, intentando crear una luz eléctrica viable, persistencia que dio sus frutos en la patente número 223.898.

Algunos sostienen que no ha habido mucha innovación tecnológica desde el ordenador personal y el circuito integrado. Eso supone un período de sequía de 30 a 40 años, dependiendo de cuándo creas que los ordenadores personales empezaron realmente a marcar la diferencia en los ámbitos científico e industrial. Algunas personas, recordando un famoso titular de 2003 de The Onion --"Un apagón de Internet de 48 horas hunde a la nación en la productividad" -- culpan a la Web.

Como dijo recientemente el escritor de ciencia ficción Neal Stephenson, gracias a la distracción de Internet es como si todo hubiera quedado en suspenso durante toda una generación.

También está la fascinación por la riqueza individual que ofrecen las salidas a bolsa. Las personas de capital privado y capital riesgo que invierten en estas empresas no tienen ningún interés en resolver problemas serios ni en apoyar el arriesgado negocio de la innovación tecnológica. Con eso pierden dinero. Lo que buscan es un rendimiento rápido en el mercado.

Pero podríamos estar despertando lentamente de nuestro letargo Web. Hay mucha gente trabajando duro, esforzándose durante largas horas en laboratorios de investigación y "fábricas de zorrillos" de todo el mundo, intentando resolver lo que parecen problemas insolubles. Muchos de estos esfuerzos y tendencias tecnológicas son muy prometedores:

Cero accidentes mortales de coche: La innovación aquí implica coches que se comunican entre sí, las llamadas comunicaciones vehículo a vehículo (V2V). Las mejoras en la seguridad, unidas a una infraestructura capaz de soportar V2V, permitirán que un automóvil en el futuro sepa, por ejemplo, que hay un coche parado en la carretera delante, en medio de la niebla, y se detenga antes de que se produzca un impacto.

No es una fantasía. Esas pruebas V2V están en marcha, y el director general de Freescale, Rich Beyer, y otros me han dicho que creen que es un objetivo alcanzable en tan sólo 10 o 20 años.

Energía solar omnipresente: La cuestión aquí es la eficiencia; cuánta luz solar puede convertirse en electricidad. Hasta ahora, los módulos fotovoltaicos convencionales convierten aproximadamente el 16% de la luz solar en electricidad. Sin embargo, para que sea una solución más omnipresente para satisfacer nuestras necesidades energéticas, se necesitan diseños y materiales más eficientes.

Éste es un proyecto hecho para alguien como Thomas Edison. Creo que está ahí fuera, y periódicamente se anuncian paneles cada vez más eficientes, como el que acaba de publicar una empresa respaldada por Siemens, que afirma haber alcanzado una eficiencia del 33,9 %. El truco será conseguir que estos paneles sean baratos.

Exploración espacial humana: Éste es probablemente el último bastión de la energía nuclear en el que el beneficio de este tipo de producción energética supera realmente los costes y los peligros inherentes. Con la tecnología actual, por ejemplo, se tardarían meses en transportar astronautas a Marte.

David Thompson es científico de cohetes y director general de Orbital Sciences, una de las dos empresas que se encargarán de sustituir el servicio de taxi del transbordador espacial a la Estación Espacial Internacional. Thompson me dijo que cree que una fuente de energía nuclear segura podría utilizarse para sistemas de propulsión de alta eficacia en el espacio.

En lugar de tardar meses en llegar a Marte podríamos hacerlo en semanas. Plazo: Dentro de 50 años.

Medicina personalizada: Resulta que hay que hacer mucho trabajo sucio para que esto funcione. No basta con enumerar la composición genética o el genoma de cada persona. Es sólo un primer paso, pero hay muchos científicos e investigadores trabajando para comprender cómo afectan determinadas enzimas a determinados cánceres, por ejemplo, y cómo el cáncer utiliza múltiples vías para atacar al organismo.

Su trabajo convertirá el cáncer en una enfermedad crónica en lugar de mortal, sólo que va a costar mucho más tiempo, esfuerzo y dinero de lo que se pensaba.

Así que la innovación no está completamente muerta. Simplemente, hoy en día se aplica con demasiada frecuencia a actividades triviales.

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