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CIUDAD DE GUATEMALA (AP) - Bernardo Arévalo juró el cargo a primera hora del lunes como nuevo presidente de Guatemala.

Muchos dudaban de que llegaran a ver el día, ya que poderosos intereses se alinearon contra su campaña anticorrupción y las autoridades lanzaron diversos desafíos legales contra él y su partido.

GUATEMALA TOMA JURAMENTO A BERNARDO ARÉVALO COMO PRESIDENTE A PESAR DEL ÚLTIMO ESFUERZO POR BLOQUEAR LOS RESULTADOS ELECTORALES

Arévalo es ahora presidente, pero esas disputas continuarán y, con escaso apoyo en el Congreso, tendrá dificultades para llevar a cabo los profundos cambios en el gobierno y la sociedad guatemaltecos que alimentaron su apoyo y una sorprendente victoria electoral.

Se le considera un moderado político con experiencia en resolución de conflictos, habilidades que deberían servirle en la actual polarización de Guatemala.

¿QUIÉN ES EL NUEVO PRESIDENTE DE GUATEMALA?

Arévalo es el hijo de 65 años del ex presidente guatemalteco Juan José Arévalo.

Al mayor de los Arévalo se le atribuyó el mérito de implementar protecciones fundamentales para los trabajadores y espacios para la población indígena del país. Bernardo Arévalo nació en Uruguay, donde su padre estaba exiliado tras la destitución, en un golpe de estado respaldado por la CIA en 1954, de su sucesor, el presidente Jacobo Árbenz, a quien Estados Unidos veía como una amenaza durante la Guerra Fría.

Llegó a Guatemala cuando era adolescente, antes de marcharse de nuevo para continuar sus estudios en el extranjero. Arévalo estudió sociología y antropología en el extranjero, en Israel y Holanda, fue embajador de Guatemala en España y durante años trabajó en Ginebra para la organización no gubernamental Interpeace.

Desempeñó diversas funciones allí, pero entre sus contribuciones estuvo la de ser pionero en el trabajo de consolidación de la paz de la organización en América Central.

Arévalo regresó a Guatemala y acabó formando parte de la fundación del partido Movimiento Semilla. Quienes le conocen -y así aparece en sus extensos escritos académicos- dicen que Arévalo es un moderado político, aunque en el distorsionado espectro político de Guatemala fue pintado por sus oponentes como un izquierdista radical. Fue elegido diputado en 2019 por el partido Movimiento Semilla, que finalmente lo llevó a la presidencia.

¿QUÉ QUIERE HACER?

Tras su segundo puesto en la primera ronda de votaciones del pasado mes de junio, Arévalo parecía tan sorprendido como todos los demás.

No figuraba entre la media docena de candidatos más votados antes de las elecciones, pero su mensaje de cambio, de lucha contra la corrupción y de optimismo sobre el potencial de Guatemala resonó entre una parte de la población descontenta.

En una entrevista, tras esa votación, Arévalo dijo que si finalmente ganaba la presidencia en una segunda vuelta, el poder ejecutivo dejaría de ser la fuente de "ese lubricante fundamental del sistema corrupto". En su lugar, su administración se centraría en combatir la corrupción y recuperar las instituciones cooptadas.

A primera hora del lunes, Arévalo dijo en un discurso que "la crisis política de la que estamos saliendo nos ofrece una oportunidad singular para construir una institución, una unidad democrática, realista y sanamente democrática sobre los escombros de este muro de corrupción que estamos empezando a derribar ladrillo a ladrillo."

Arévalo también habló de la "deuda histórica" que Guatemala tiene con sus pueblos indígenas. Dijo que ampliaría el acceso de los guatemaltecos a la sanidad y la educación, y que trabajaría para que el país siguiera desarrollándose.

"El reto más crítico y urgente sin duda es el cambio climático", declaró el lunes.

¿QUÉ SE LO IMPIDE?

De forma más inmediata, la continua persecución legal por parte de la Fiscal General Consuelo Porras seguirá atrayendo la atención y las energías de Arévalo.

Su oficina está llevando a cabo múltiples investigaciones contra él -por alentar supuestamente la toma de una universidad pública por estudiantes, que duró un mes- y contra su partido -por cómo reunió las firmas necesarias para constituirse años antes-.

El mandato de Porras se extiende hasta 2026. Arévalo ha dicho que le pediría que dimitiera, pero que no puede destituirla de su cargo en virtud de la separación de poderes de Guatemala.

Tampoco está claro qué harán quienes realmente detentan el poder económico en Guatemala y los cada vez más poderosos narcotraficantes que controlan a decenas de políticos locales y federales cuando Arévalo intente desmantelar sus redes corruptas.

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Arévalo ha dicho que quiere traer de vuelta a los fiscales y jueces que habían liderado la lucha contra la corrupción hasta que Porras volvió el sistema judicial contra ellos, obligándoles a exiliarse.

A medio plazo, Guatemala tiene profundos problemas estructurales. La intensa pobreza y la falta de oportunidades de empleo siguen empujando a un elevado número de guatemaltecos a emigrar a Estados Unidos. Los más pobres son también los más vulnerables a la intensificación de los ciclos de sequías e inundaciones, agravados por el cambio climático.