Por Kurt Knutsson, CyberGuy Report
Publicado el 8 de diciembre de 2025.
Los padres de todo el mundo se enfrentan a una gran pregunta: ¿cuál es la edad adecuada para que un niño tenga un teléfono inteligente?
Los preadolescentes lo piden mucho antes de que muchos adultos se sientan preparados. Al mismo tiempo, los investigadores siguen alertando sobre cómo el acceso precoz puede influir en la salud y el comportamiento. Ahora, un nuevo estudio a gran escala da a los padres aún más motivos para reflexionar.
Publicada en Pediatrics, la investigación hizo un seguimiento de más de 10 500 niños en el Estudio nacional sobre el desarrollo cognitivo del cerebro adolescente. Encontró una fuerte relación entre la posesión temprana de un teléfono inteligente y una mayor probabilidad de sufrir depresión, obesidad y falta de sueño a los 12 años. Cuanto antes tenían un teléfono los niños, mayor era el riesgo.
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El estudio comparó a niños de 12 años que tenían teléfonos inteligentes con otros que no los tenían. Los niños con teléfonos eran más propensos a mostrar signos de depresión, tener sobrepeso y dormir menos que sus compañeros sin dispositivos. Los investigadores observaron que estos patrones se mantenían incluso después de tener en cuenta los ingresos, el barrio, la supervisión de los padres y otros factores.
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Los padres pueden reducir estos riesgos retrasando la adquisición de dispositivos, estableciendo límites y manteniendo los teléfonos fuera de las habitaciones por la noche. (Kurt «CyberGuy» Knutsson)
También observaron a los niños que aún no tenían teléfono a los 12 años. Un año después, los que finalmente habían recibido uno mostraban más problemas de salud mental y peor calidad del sueño que los que seguían sin tener un dispositivo. Estos cambios se produjeron rápidamente, lo que suscitó preocupación por la magnitud que puede alcanzar el cambio.
El autor principal, el Dr. Ran Barzilay, explicó que los padres deben considerar esta decisión como un verdadero hito en materia de salud. Un dispositivo cambia la forma en que los niños duermen, se mueven y socializan. Esa combinación puede suponer una mayor tensión para un niño de 12 años que para uno de 16, que tiene más madurez y autocontrol.
La investigación muestra una asociación, no una causa directa. Sin embargo, los patrones coinciden con hallazgos anteriores. Los niños con teléfonos inteligentes suelen quedarse despiertos hasta más tarde, navegar más y moverse menos. Esa combinación puede afectar la salud física y el bienestar emocional. La adolescencia es una etapa delicada en la que pequeños cambios en el sueño o el estado de ánimo pueden tener efectos duraderos.
Los expertos también señalaron que casi todos los adolescentes tienen ahora acceso a un teléfono inteligente. Eso hace que la decisión sea aún más difícil para las familias que quieren retrasar la compra. Aun así, los investigadores afirman que los datos son lo suficientemente sólidos como para orientar a los padres a esperar siempre que sea posible. Los padres no necesitan pruebas irrefutables para optar por un plazo más largo.
Los expertos en salud mental infantil advierten que un teléfono inteligente no es una herramienta sencilla. Abre las puertas a todo Internet sin límites naturales. Las familias necesitan normas y protecciones claras, y esas medidas requieren un esfuerzo real por parte de los adultos. Muchos padres sienten la presión de entregar un dispositivo a sus hijos a una edad temprana, pero los expertos instan a las familias a confiar en su instinto a la hora de decidir el momento adecuado.
La mayoría de los expertos coinciden en que los teléfonos perturban el sueño. Una gran parte de los preadolescentes tienen dispositivos en sus habitaciones, lo que les lleva a estar navegando por Internet hasta altas horas de la noche y a recibir notificaciones durante la madrugada. Incluso el brillo de la pantalla puede dificultar el sueño.
Los investigadores que estudian los hábitos de sueño y de uso de pantallas de los adolescentes han descubierto que muchos niños de entre 11 y 12 años tienen sus dispositivos a mano por la noche, y una proporción notable afirma que se despiertan por las notificaciones. Los expertos en este campo instan a los padres a retirar los teléfonos de las habitaciones durante la noche, ya que dormir mejor puede reducir algunos de los riesgos asociados al acceso temprano a los teléfonos inteligentes.

Los investigadores descubrieron que los niños que obtuvieron teléfonos más temprano mostraban más tensión mental en el plazo de un año. (Matt Getty Images)
El reto es la coherencia. A muchos padres les cuesta establecer normas cuando las pantallas facilitan el trabajo escolar, las amistades y la seguridad. Sin embargo, los investigadores subrayan que incluso una sola norma, como no permitir teléfonos en las habitaciones, puede proteger el sueño y reducir el estrés.
Nadie quiere avergonzar a los padres que ya les han dado un teléfono a sus hijos. Muchas familias tomaron esta decisión por motivos de seguridad o por necesidades de comunicación. El estudio no afirma que todos los usuarios tempranos de teléfonos inteligentes vayan a tener problemas de salud. Simplemente destaca patrones que vale la pena tener en cuenta antes de tomar la decisión. Los padres pueden utilizar esta información para crear un plan más saludable.
La preparación es más que una cuestión de edad. Busca la responsabilidad constante en las tareas domésticas, el trabajo escolar y las normas sobre el uso de dispositivos en otras pantallas.
Los niños siguen las reglas cuando entienden por qué existen. Establece límites que funcionen para tu hogar y ajústalos a medida que cambien los horarios y las necesidades.
El uso nocturno y las notificaciones interrumpen el sueño. Una «estación de carga» en la cocina o en la sala de estar resuelve este problema rápidamente.
Las conversaciones breves y frecuentes funcionan mejor que una sola conversación larga. Mantén un tono abierto y comprensivo.
Los teléfonos móviles proporcionan a los padres herramientas sencillas para controlar lo que pueden ver sus hijos y cuándo pueden utilizar sus dispositivos.
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Los expertos que estudian la salud mental de los jóvenes insisten en que lo importante no es el miedo, sino la preparación. Unas normas bien pensadas, un acceso controlado y unos límites tempranos pueden reducir los riesgos asociados al uso precoz de los teléfonos inteligentes. Los pequeños cambios marcan una gran diferencia cuando los niños aún están desarrollando los hábitos que determinarán su salud.
Los niños descargan aplicaciones, hacen clic en enlaces y exploran espacios en línea que pueden exponerlos a contenidos nocivos o estafas. Un buen software antivirus añade una capa adicional de protección al bloquear sitios peligrosos y descargas inseguras. Ayuda a mantener sus dispositivos más seguros mientras tú trabajas en hábitos saludables frente a la pantalla.
La mejor manera de proteger los dispositivos de tus hijos contra enlaces maliciosos que instalan malware y pueden acceder a su información privada es instalar un software antivirus potente en todos tus dispositivos. Esta protección también puede alertarte sobre correos electrónicos de phishing y estafas de ransomware, lo que mantiene a salvo tu información personal y tus activos digitales.
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Los teléfonos inteligentes aportan conexión, oportunidades y comodidad. También introducen distracciones estresantes y retos reales para la salud de los usuarios más jóvenes. Las investigaciones siguen demostrando que la edad es importante. Es posible que un niño de 12 años no esté preparado para el mismo mundo digital que un joven de 16 años puede manejar con más confianza y autocontrol. Las familias no necesitan sentirse culpables. Necesitan datos y apoyo para poder elegir lo que se ajusta a sus valores. A medida que se obtienen más datos, el mensaje se vuelve más claro. Reducir la velocidad puede dar a los niños la mejor oportunidad de prosperar tanto en línea como fuera de ella.
¿A qué edad crees que es adecuado tener el primer smartphone? Cuéntanoslo escribiéndonos a Cyberguy.com.
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