El gobierno de Kosovo ha acusado a Serbia de volar un oleoducto crucial que suministra agua y electricidad a la población étnicamente serbia del norte de Kosovo. Y lo que es aún más preocupante, algunos kosovares afirman que el presidente ruso Vladimir Putin podría haber tenido algo que ver.
"Serbia actúa como un actor clave en la apuesta del Kremlin por el caos en los Balcanes, por lo que Putin puede tener influencia sobre las potencias occidentales que no quieren que la violencia siga aumentando", declaró a Fox News Digital Ivana Stradner, investigadora de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Rusia tiene profundas conexiones históricas, culturales y religiosas con los Balcanes, y las narrativas que simpatizan con Rusia emanan a menudo de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Stradner afirma que Putin explota estas divisiones religiosas y étnicas en los Balcanes, empujando a la región al borde de la guerra. También señala que el presidente serbio también se beneficia del caos en los Balcanes, utilizándolo para reforzar su control del poder.
"Vucic ha empleado una estrategia de escalada y desescalada de crisis en Kosovo para presentarse como fuente de estabilidad, aprovechando su posición como moneda de cambio con Occidente", añadió Stradner.
Agim Nesho, ex embajador de Albania ante EEUU y Naciones Unidas, declaró a Fox News Digital que "Rusia ha declarado abiertamente que quiere que los Balcanes occidentales sean una región neutral y le resulta difícil aceptar que la mayoría de los países balcánicos sean miembros de la OTAN."
Continuó: "Los acontecimientos de Montenegro, el intento de asesinato del presidente Djukanović y el ascenso de los partidos prorrusos demuestran que Rusia está presente. Rusia no tiene apoyo en Kosovo y Albania, que son abiertamente pro-estadounidenses debido al papel de EEUU en el apoyo a la nación albanesa desde principios del siglo pasado."
Algunos expertos se muestran cautos, ya que las acusaciones y la información suelen ser fluidas tras las crisis en los Balcanes.
"Esta última escalada, al igual que las anteriores, implica graves acusaciones, que van desde la afirmación de Kosovo de que el gobierno serbio orquestó estos sucesos hasta las sospechas de participación rusa", declaró Helena Ivanov, investigadora asociada de la Henry Jackson Society, a Fox News Digital.
Ivanov advirtió que las anteriores rondas de escaladas y acusaciones carecían de pruebas concretas y que muchas de las afirmaciones siguen siendo conjeturas hasta que se complete una investigación completa.
El primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, declaró en una conferencia de prensa que el ataque contra infraestructuras críticas era similar a las acciones de Rusia dirigidas contra infraestructuras energéticas en Ucrania. Hasta ahora, no hay pruebas que sugieran que Rusia haya estado implicada.
Kurti culpó directamente a Serbia y al presidente Vucic de planear lo que Kosovo califica de ataque terrorista contra el canal de suministro de agua de la ciudad septentrional de Zubin Potok.
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"Todas las pruebas revelan una continuación de la estrategia de agresión de Serbia, con el régimen de Vučić explotando una plétora de recursos, incluidos los vínculos con el crimen organizado, en su esfuerzo por infligir daño y causar inestabilidad en Kosovo", declaró Ilir Dugolli, embajador de Kosovo en Estados Unidos, a Fox News Digital.
"Éste es sólo el último de la larga lista de actos de agresión de Serbia", añadió el embajador.
En la masiva explosión se utilizaron aproximadamente 20 kilos de explosivos de una forma que el embajador Dugolli calificó de altamente sofisticada, lo que indica además la preparación y ejecución profesionales de la operación.
El presidente Vucic negó rotundamente las acusaciones, calificándolas de "infundadas".
Vucic afirmó en un post en Instagram que las acusaciones contra Serbia pretenden empañar la reputación internacional de Serbia y socavar la estabilidad en la región de los Balcanes. El presidente pide también una "investigación exhaustiva, imparcial y transparente" de lo que calificó de acto de sabotaje.
El ministro serbio de Asuntos Exteriores, Marko Djuric, declaró a Fox News Digital que el sabotaje perpetrado en el norte de Kosovo constituye una grave amenaza para la paz y la estabilidad, y reiteró la exigencia de Vucic de que se lleve a cabo una investigación exhaustiva bajo supervisión internacional.
SERBIA Y KOSOVO, VIEJOS ENEMIGOS, A PUNTO DE NORMALIZAR SUS RELACIONES
Djuric también repitió las afirmaciones de Vucic de que los objetivos de la operación eran desacreditar a Serbia.
"Tenemos motivos para creer que se ha tratado de un atentado híbrido destinado a desacreditar a Serbia, y por eso seguimos insistiendo en que es de nuestro interés inmediato identificar a los autores materiales e intelectuales de este atentado", declaró Djuric a Fox News Digital.
Djuric sugirió que Kurti podría estar detrás del ataque, pero no respaldó la afirmación con pruebas, pero también se aseguró de señalar que Serbia estaba dispuesta a ofrecer cualquier ayuda a la investigación.
El ministro del Interior de Kosovo, Xhelal Svecla, declaró que se había detenido a ocho sospechosos relacionados con el atentado y que se habían reparado los daños causados en el canal. Svecla dijo también que la policía de Kosovo había hecho redadas en 10 lugares y confiscado uniformes, armamento pesado y otros equipos militares.
Kurti y Vucic se reunieron en Bruselas con la nueva Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas. Kallas dijo en un post en X que la única vía hacia la adhesión a la UE para ambas partes pasa por la normalización de sus relaciones.
Tanto Serbia como Kosovo aspiran a entrar en la UE, y poner fin a su enemistad es un requisito fundamental para lograr la adhesión. El incumplimiento de sus obligaciones o la intensificación de las tensiones tendrán consecuencias negativas para sus procesos de adhesión a la UE y bloquearán cualquier posible ayuda financiera de la UE. La disputa en curso y la reciente agitación siguen siendo obstáculos importantes para la adhesión de ambos a la UE.
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El conflicto entre Serbia y Kosovo tras la guerra de 1999 sigue sin resolverse y es un obstáculo para su proceso de normalización. Kosovo era una antigua provincia de Serbia y en su día estuvo integrada en la nación de Yugoslavia. La OTAN dirigió una campaña de bombardeos contra Yugoslavia en 1999, que comprendía Serbia y Montenegro, para defender a los albaneses étnicos de Kosovo contra la violencia de Belgrado. Casi una década después, en 2008, Kosovo declaró su independencia de Serbia, junto con su patrocinador histórico, Rusia, que se niega a reconocer su independencia.
Las tensiones son especialmente fuertes en el norte de Kosovo, donde los serbios constituyen la mayoría del territorio y se niegan a reconocer la independencia de Kosovo. Los serbios del norte de Kosovo siguen considerando Belgrado como su capital.