El brutal régimen de encarcelamiento y tortura del ex presidente sirio Bashar Assad está en plena exhibición esta semana, cuando los rebeldes victoriosos escarban en las prisiones políticas del dictador, ahora liberadas.
El líder rebelde sirio Abu Mohammed al-Golani prometió disolver los restos de las fuerzas de seguridad del régimen de Assad, así como cerrar las prisiones que se habían utilizado para alojar a disidentes políticos.
Miles de sirios asaltaron las diversas instalaciones penitenciarias de Assad en todo el país cuando cayó su régimen con la esperanza de liberar a sus amigos y familiares encarcelados. Miles fueron liberados con vida, pero otros aparecieron muertos y otros siguen desaparecidos.
Fiscales estadounidenses nombraron a dos funcionarios sirios que, según ellos, dirigían un centro de tortura en la base aérea de Mezzeh, en Damasco, la capital siria. Estados Unidos alega que entre sus víctimas había presos políticos, manifestantes pacíficos y una mujer estadounidense de 26 años que posteriormente se cree que fue ejecutada.
La acusación estadounidense nombra a Jamil Hassan, director de la rama de inteligencia de las fuerzas aéreas sirias, que según los fiscales supervisaba una prisión y un centro de tortura en la base aérea de Mezzeh, en la capital, Damasco, y a Abdul Salam Mahmoud, que según los fiscales dirigía la prisión.
Sin embargo, la más notoria de las instalaciones penitenciarias de Assad fue la prisión de Saydnaya, situada a las afueras de Damasco.
Ciudadanos sirios han acudido en masa a la prisión en los días transcurridos desde la caída de Assad el domingo, abriendo celdas y registrando lo que las imágenes revelan que es una prisión laberíntica. Aunque el domingo se liberó a decenas de personas, prácticamente no se ha encontrado a nadie desde entonces.
"¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde están los hijos de todos? ¿Dónde están?", dijo Ghada Assad, rompiendo a llorar.
Sin embargo, los sirios siguen registrando las instalaciones en busca de celdas ocultas, así como de documentos que puedan arrojar luz sobre el destino de sus familiares.
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"No hay un hogar, no hay una mujer en Siria que no haya perdido un hermano, un hijo o un marido", dijo Khairiya Ismail, de 54 años, refiriéndose a la prisión y al gobierno de Assad.
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Se calcula que 150.000 personas fueron detenidas o desaparecieron en Siria desde 2011. Se cree que decenas de miles de ellas pasaron por Saydnaya, según the Associated Press.
Amnistía Internacional estimó que en 2017 había entre 10.000 y 20.000 personas recluidas en la prisión. La organización también afirmó que se producían ejecuciones masivas rutinarias.
The Associated Press y Reuters han contribuido a este informe.