Tomi Lahren denuncia el «antisemitismo descontrolado» tras el atentado terrorista perpetrado durante Hanukkah en Australia
El panelOutnumbereddebate sobre el atentado terrorista perpetrado en un evento de Hanukkah en Sydney por qué el Gobierno australiano está siendo criticado por no haber logrado frenar la propagación del antisemitismo.
Cada diciembre, la expresión «Felices fiestas» inunda las conversaciones y los anuncios publicitarios. Su objetivo es ser un saludo neutral e inclusivo, pero en realidad diluye la identidad cultural, borra distinciones significativas y evita un compromiso genuino. Irónicamente, Hanukkah, que comenzó el 14 de diciembre, es una festividad que celebra la resistencia a la asimilación y ofrece el argumento más sólido para decir«Feliz Navidad».
Durante años, dudé en desearles a las personas «Feliz Navidad». Me preocupaba que pudiera parecer que estaba respaldando creencias que no compartía o comprometiendo mi propia fe judía. Con el tiempo, me di cuenta de que desear «Feliz Navidad» no tiene que ver con estar de acuerdo con una teología, sino con reconocer la alegría y la humanidad de los demás. Reconocer la celebración de otra persona no disminuye mis creencias ni mi identidad. Es un acto de amabilidad y respeto, no de respaldo.
De hecho, «Felices fiestas» intenta borrar precisamente lo que reconoce. La palabra «fiestas» ya implica un significado religioso o cultural. En su origen, una «fiesta» es un «día sagrado», vinculado a la fe, la historia y las tradiciones. Enmascarar estas celebraciones bajo una frase genérica no promueve la inclusión. Disminuye su importancia. La historia de Hanukkah nos enseña a aceptar la especificidad de nuestras tradiciones en lugar de diluirlas en sentimientos vagos.
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Hanukkah conmemora la lucha de los macabeos por preservar la identidad judía frente a las fuerzas helenísticas decididas a imponer la asimilación. Este borrado no fue solo espiritual, sino que se extendió a prácticas culturales como la adopción de nombres griegos. Destacados líderes judíos de la época, como Jason originalmente Joshua), abandonaron sus nombres hebreos y promovieron las costumbres griegas para asimilarse. La rebeldía de los macabeos al recuperar sus tradiciones e incluso sus nombres fue un acto de resistencia, una negativa a permitir que su identidad fuera borrada.

Un niño enciende las velas de la menorá con una cerilla larga para celebrar Hanukkah. (iStock)
La menorá, encendida con orgullo en espacios públicos, simboliza el orgullo por la fe. La esencia de la festividad nos recuerda que la fe y la tradición no deben ocultarse ni diluirse, sino celebrarse abierta y orgullosamente, incluso cuando la sociedad nos presiona para que digamos «Felices fiestas» en lugar de honrar creencias específicas.
Lo mismo se aplica a cualquier festividad, ya sea Navidad, Kwanzaa o Diwali. Desear a alguien «Feliz Navidad» o «Feliz Diwali» celebra sus contribuciones únicas a la temporada. Es como decir: «Veo y valoro tu tradición». Reemplazar estos saludos por «Felices fiestas» borra las diferencias que hacen que la temporada sea tan vibrante. La verdadera inclusividad honra y reconoce estas distinciones en lugar de mezclarlas en un único sentimiento indistinto.
El auge de «Felices fiestas» también refleja la creciente comercialización de esta época del año. Los minoristas lo utilizan para atraer al público más amplio posible, reduciendo las fiestas a eventos impulsados por el consumo. Decir «Feliz Navidad» o«Feliz Hanukkah» se resiste a esta tendencia y nos recuerda que estas celebraciones tienen que ver con valores, historia y comunidad, no solo con listas de compras.
Decir «Feliz Navidad» o «Feliz Hanukkah» también fomenta una conexión genuina. Estos saludos abren la puerta a conversaciones más profundas sobre tradiciones y valores, lo que fomenta el entendimiento y fortalece las relaciones. Por el contrario, «Felices fiestas» suele parecer algo transaccional, que evita el compromiso en lugar de fomentarlo.
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La mayoría de las personas valoran más el esfuerzo que la precisión. Incluso si le deseas a alguien unas fiestas «equivocadas», el gesto transmite consideración. Un cristiano que le desea a un amigo judío «Feliz Hanukkah» o un vecino judío que dice «Feliz Navidad» tiende puentes. Demuestra una voluntad de comprometerse con la cultura de otra persona, incluso sin compartirla.
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Hay quien sostiene que decir «Felices fiestas» evita la exclusión, refleja el pluralismo o evita situaciones incómodas. Pero evitar saludos específicos no hace que las personas se sientan incluidas. Las hace sentir ignoradas. Reconocer la celebración de alguien afirma su identidad. No excluye a los demás, sino que fomenta el respeto mutuo.
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Hanukkah nos enseña la importancia de estar orgullosos de nuestra identidad y respetar la de los demás. Los macabeos se resistieron a la asimilación forzosa sin dejar de relacionarse con el mundo que les rodeaba. Su historia se extiende a todas las tradiciones. Decir «Feliz Navidad», «Feliz Hanukkah» o «Feliz Kwanzaa» no significa imponer creencias, sino celebrar las identidades únicas que enriquecen nuestro mundo.
Esta temporada, rechacemos lo genérico en favor de lo genuino. Las fiestas merecen algo más que un vago saludo; merecen reconocimiento por su profundidad y significado. Al decir «Feliz Navidad» o «Feliz Hanukkah», honramos el verdadero espíritu de la temporada, uno de conexión, autenticidad y humanidad compartida. Es hora de dejar de lado el «Felices fiestas».




















