El 20 de diciembre de 2019 -hace cinco años- el entonces presidente Donald J. Trump hizo historia al crear la "Fuerza Espacial". Una 6ª rama independiente de nuestro ejército y la primera creada desde 1947.
Dijo en parte el Presidente Trump durante la ceremonia de firma en la Base Conjunta Andrews: "Existen graves amenazas para nuestra seguridad nacional. La superioridad estadounidense en el espacio es absolutamente vital. La Fuerza Espacial nos ayudará a disuadir la agresión y a controlar el terreno más elevado".
Entonces, el presidente Trump no podría haber estado más acertado en su valoración. Desgraciadamente, estamos lejos de controlar "el último terreno elevado". A día de hoy, la República Popular de China controla firmemente ese terreno de importancia crítica.
Por esa razón, y por muchas más, cuando el presidente electo Trump tome posesión de su cargo el 20 de enero, debería basarse en su decisión histórica de crear una "Fuerza Espacial", estableciendo una "Academia de la Fuerza Espacial" independiente, al estilo de West Point, la Academia Naval y la Academia de la Fuerza Aérea. Pero con una distinción importante: estará libre de la podredumbre "woke" que ahora destruye nuestras academias de servicio desde dentro.
Por ejemplo, el año pasado, la Academia Militar estadounidense de West Point decidió eliminar el lema "Deber, Honor, Patria" de su declaración de principios. Tras hacerlo, Rachel Campos-Duffy, copresentadora de "Fox & Friends Weekend", observó: "West Point anuncia que se ha vuelto totalmente globalista". Sin duda, millones de estadounidenses están de acuerdo con ella, incluidos miles de licenciados.
Hablando de Rachel Campos-Duffy, el 2 de julio de 2022 estuve con ella en West Point para hablar de mi libro "Los 56: Lecciones de libertad de quienes lo arriesgaron todo para firmar la Declaración de Independencia" en el programa "Fox & Friends" del fin de semana. Poco después de terminar mi segmento, un oficial superior de West Point se me acercó en silencio y me preguntó si podía hablar conmigo en confianza. Después de apartarnos a un lado, me explicó detalladamente cómo su alma mater no sólo "se estaba yendo a la izquierda, sino que estaba eliminando o diluyendo una norma y una tradición tras otra". Con lágrimas en los ojos, me suplicó que corriera la voz.
Mejor que yo o que nadie, el presidente Trump ha hecho correr la voz.
Ahora, con el presidente electo Trump a punto de volver al poder, sólo podemos esperar y rezar para que el mérito, la tradición, el deber, el honor, la patria y el sentido común vuelvan a nuestras academias de servicio. Dicho esto, pase lo que pase en esas academias, debemos darnos cuenta de que el espacio puede convertirse pronto en el dominio más crítico de la lucha bélica.
Algunos creen, tonta e irresponsablemente, que una vez que la humanidad cruza la barrera de nuestra atmósfera hacia el espacio, mágicamente nuestros defectos, codicia, mala voluntad y ambiciones militares quedan atrás en la Tierra. No es así. Y ninguna nación lo entiende mejor que la República Popular de China.
China - con su programa espacial dirigido y controlado militarmente- también comprende que ninguna nación de la Tierra depende más de sus satélites, en órbita cercana y geosincrónica, para su supervivencia que Estados Unidos. Por ello, llevan años identificando cuáles de nuestros satélites son su objetivo y cuál es la mejor manera de desconectarlos o destruirlos directamente. Son cuestiones en las que trabajé durante tres años en el Pentágono mientras asesoraba y ayudaba a nuestro programa de defensa contra misiles balísticos y que he seguido tratando desde entonces en el sector privado.
No sorprende a nadie que preste atención que el programa espacial deChina ya tenga capacidad para destruir nuestros satélites si fuera necesario. Como se señala en un informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad EE.UU.-China al Congreso: "China considera el espacio como una vulnerabilidad militar y económica crítica de Estados Unidos y ha desplegado un arsenal de armas contraespaciales de ascenso directo, cibernéticas, electromagnéticas y coorbitales, capaces de apuntar a casi todas las clases de activos espaciales estadounidenses. Puede que a Estados Unidos le resulte difícil disuadir a Pekín de utilizar estas armas debido a la creencia de Chinade que Estados Unidos tiene una mayor vulnerabilidad en el espacio".
Mientras que EE.UU. y otras naciones de la Tierra tienden a elaborar sus estrategias en términos de días, semanas, meses y años, China las elabora en términos de años, décadas y siglos. Por ello, pretenden convertirse en la potencia militar preeminente en el espacio.
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Para lograr ese objetivo, China también ha puesto sus miras en establecer bases militares en la Luna. Una de las razones principales es reclamar el helio-3, que da independencia energética y está en su superficie. El isótopo helio-3 podría proporcionar un suministro potencialmente ilimitado de energía verde, limpia y segura. Algunos expertos calculan que la superficie lunar contiene más de cinco millones de toneladas métricas de helio-3, y que sólo 25 toneladas métricas podrían satisfacer las necesidades energéticas de Estados Unidos durante un año.
La cúpula militar del programa espacial de Chinacree que el helio 3 podría ser el factor de cambio que no sólo reconfigure su futuro, sino que también determine el control del sistema solar cercano y... nuestra desaparición.
Hace cinco años, el presidente Trump estableció sabiamente la "Fuerza Espacial". Para garantizar su éxito, ahora debe crear una "Academia de la Fuerza Espacial".
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Tristemente, pero lógicamente, el espacio pronto se convertirá en el escenario bélico dominante. Por ello, una "Fuerza Espacial" independiente, libre de la doctrina woke que ahora infecta a nuestro ejército, es fundamental para nuestra seguridad nacional y económica.
Una "Academia de la Fuerza Espacial" creada por Trump lanzará a la próxima generación de líderes necesaria para recuperar el "último terreno elevado".