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Tras el ataque estratégico de Trump contra las instalaciones nucleares de Irán, 

Doce días de ataques aéreos, intercambios de misiles y política arriesgada entre Israel e Irán han terminado en un precario alto el fuego. Negociada por Estados Unidos, la tregua ha detenido temporalmente un conflicto que amenazaba con convertirse en una guerra regional en la que se verían involucradas las fuerzas estadounidenses, los mercados energéticos y las normas globales de no proliferación.

Ahora que se ha calmado la situación, surge la pregunta fundamental: ¿Cuál fue el verdadero propósito de la decisión de Estados Unidos de atacar la infraestructura nuclear de Irán? ¿Y cuál debería ser nuestra postura estratégica de cara al futuro?

El verdadero motivo detrás de la huelga

El presidente Trump afirmó que los ataques eran necesarios porque Irán estaba «a pocas semanas» de fabricar un arma nuclear. En un discurso televisado, dijo que Irán podría completar una bomba en «un par de semanas» si así lo decidía. La secretaria de prensa Karoline Leavitt se hizo eco de la urgencia: «Irán podría fabricar [un arma nuclear] en solo unas semanas».

TRUMP NEGOCIA UN ALTO EL FUEGO EN IRÁN MIENTRAS LOS EXPERTOS DICEN QUE EL ARSENAL DEL RÉGIMEN ESTÁ DESTROZADO PERO LA AMENAZA PERSISTE

Sin embargo, la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, declaró en marzo de 2025 que Irán no estaba fabricando armas nucleares y que no había reanudado el desarrollo de ojivas nucleares, a pesar de sus reservas de uranio enriquecido. Después de que Trump la contradijera públicamente («Se equivoca», dijo), Gabbard modificó posteriormente su postura para reflejar la preocupación del Gobierno, señalando que Irán podría fabricar un arma «en cuestión de semanas o meses, si decidieran finalizar el montaje».

En esencia, Irán había cruzado el umbral nuclear—poseía suficiente uranio altamente enriquecido para fabricar una bomba—, pero no lo había hecho. Por lo tanto, el ataque no tenía como objetivo neutralizar un arma inminente, sino impedir que Irán tuviera opciones de fabricarla a corto plazo. Fue una medida preventiva, basada en la estrategia, no en el pánico.

Ese cálculo ha sido objeto de un nuevo escrutinio. Un memorándum filtrado de la Agencia de Inteligencia de Defensa sugería que los ataques estadounidenses podrían haber «retrasado brevemente» el programa nuclear iraní, lo que contradice la afirmación de Trump de que había sido «destruido». Sin embargo, la CIA, en una declaración de su director John , respondió que la información de inteligencia muestra que varias instalaciones nucleares clave fueron destruidas y que su reconstrucción llevaría años. Esta sorprendente conclusión valida la elección estratégica de Estados Unidos y subraya que la operación asestó un duro golpe a largo plazo al potencial de Irán para romper el acuerdo.

No hay camino hacia la paz, solo una Guerra Fría.

A pesar de los rumores sobre diplomacia, una paz formal entre Israel Irán sigue siendo poco probable. Desde 1979, Teherán se ha negado a reconocer la existencia Israel. Tu régimen considera Israel ilegítimo y pide su destrucción. Israel, a su vez, ve a Irán como una amenaza existencial, alimentada por la ambición nuclear y una red global de representantes.

Esta dinámica sigue sin cambios. Durante la cumbre de la OTAN, el presidente Trump reprendió públicamente la política interna Israel, criticando el juicio por corrupción Netanyahuprimer ministro Netanyahucomo una «caza de brujas» e insinuando una posible reconsideración del apoyo militar por parte de Estados Unidos. Esta intromisión pública en los asuntos internos de Israel pone de relieve hasta qué punto la influencia de Estados Unidos se extiende ahora más allá del campo de batalla.

Dadas estas posiciones tan arraigadas, el resultado más probable no es la reconciliación, sino un enfrentamiento prolongado, similar a una Guerra Fría moderna. Es probable que los próximos años se caractericen por escaramuzas indirectas, ciberataques y operaciones encubiertas. La estabilidad dependerá de la disuasión, no del optimismo diplomático.

Los límites de las negociaciones de paz

Se espera que los actores internacionales, especialmente la ONU y la UE, impulsen nuevas conversaciones de paz y marcos de control de armas. Esta diplomacia es loable, pero hay que moderar las expectativas.

Irán ya ha indicado que no volverá a participar en las inspecciones del OIEA sin concesiones sustanciales. Israel en atacar de forma preventiva si detecta nuevas amenazas. Lo máximo que podemos esperar de forma realista son medidas temporales para fomentar la confianza: límites al enriquecimiento, restricciones a los misiles o una desescalada localizada. Se trata de avances frágiles, no de verdaderos tratados de paz.

El presidente Trump ha anunciado que funcionarios estadounidenses se reunirán con sus homólogos iraníes «la próxima semana» para discutir cuestiones nucleares y la estabilidad regional. Si bien el anuncio señala un cambio hacia el compromiso, las tensiones actuales entre la administración y la comunidad de inteligencia, combinadas con la postura ideológica arraigada de Irán, arrojan dudas sobre las perspectivas de un avance diplomático duradero.

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Un camino realista hacia adelante

El mejor objetivo estratégico ahora no es la paz, sino la estabilidad. Eso significa una política de contención controlada:

  1. Reforzar la disuasión: Dejar claro que cualquier reanudación de la actividad nuclear iraní o cualquier agresión por parte de terceros será respondida con rapidez y firmeza.
  2. Preservar las alianzas regionales: profundizar la cooperación con Israel, los aliados del Golfo y los socios de la OTAN para compartir inteligencia y defensa.
  3. Apoyar la diplomacia silenciosa: mantener abierta la comunicación a través de intermediarios como Qatar Omán para reducir los errores de cálculo.
  4. Mantener los mecanismos de inspección: una presencia limitada del OIEA, incluso en condiciones de compromiso, proporciona una transparencia fundamental.

Conclusión

Contrariamente a lo que se afirmó inicialmente, el ataque del presidente Trump no tenía como objetivo poner fin a una amenaza nuclear inmediata, sino impedir que Irán pudiera acceder rápidamente a ella. La confirmación por parte de la CIA de que las principales instalaciones nucleares de Irán han sido destruidas y tardarán años en reconstruirse respalda esta estrategia.

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La paz con Irán sigue siendo un sueño lejano. En cambio, Estados Unidos debe prepararse para una contienda asimétrica prolongada, impulsada por luchas indirectas, tensiones cibernéticas y rivalidades ideológicas. El alto el fuego puede mantenerse, pero la guerra no ha terminado.

La verdadera victoria no reside en los tratados ni en las cumbres, sino en una disuasión constante, una diplomacia disciplinada y una paciencia estratégica con visión clara.