Una "gran amenaza": Rusia, China y Corea del Norte se "arman" para desafiar a EEUU, advierte un experto
La Dra. Rebecca , analista militar y de seguridad nacional, habla de la alianza entre Rusia, China y Corea del Norte y de las medidas enérgicas del presidente Donald Trump contra los cárteles.
En abril, China impuso restricciones a la exportación de siete elementos de tierras raras, paralizando la fabricación estadounidense en decenas de sectores críticos. Ford cerró temporalmente líneas de producción, mientras que los proveedores europeos cerraron fábricas enteras. En un movimiento calculado, Pekín demostró su poder para debilitar a Occidente.
Esta guerra económica representa décadas de planificación estratégica. Mientras Estados Unidos dormía China acaparó el mercado de materiales esenciales para la civilización moderna. Al controlar el 90% de la capacidad de procesamiento de tierras raras, dicta los precios y decide quién recibe los suministros. La tabla periódica se convirtió en su arma económica definitiva.
Pero las armas pueden quedar obsoletas mediante una innovación superior. Científicos estadounidenses descubrieron que combinando hierro, el cuarto elemento más abundante del planeta, con nitrógeno atmosférico se obtiene un compuesto más magnético que cualquier cosa producida por China. Este avance no sólo iguala a los materiales chinos, sino que los supera.
El monopolioChina de las tierras raras empezó a formarse en la década de 1980. Pekín inundó los mercados mundiales con imanes por debajo del coste. Cuando las empresas occidentales cedieron cuota de mercado, China reforzó el control, consolidando las instalaciones de procesamiento y las operaciones mineras. En 2024, prácticamente todos los motores de vehículos eléctricos, generadores de turbinas eólicas y dispositivos electrónicos avanzados dependían de materiales que Pekín podía apagar a voluntad.

Mina de tierras raras en Baiyun'ebo o Bayan Obo. Baiyun'ebo o Bayan Obo es una ciudad minera de Mongolia Interior, en China. Las minas son uno de los mayores yacimientos de metales de tierras raras del mundo. (Bert Van Dijk/GettyGetty Images)
Las restricciones a la exportación de abril expusieron esta vulnerabilidad con precisión quirúrgica. La planta de montaje de Ford Chicago Chicago fue la primera en sentir el impacto. La producción del Explorer se detuvo durante siete días en mayo, mientras los ejecutivos luchaban por obtener licencias de exportación de las autoridades chinas. Los fabricantes europeos sufrieron interrupciones aún peores.
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Pronto, la crisis se extendió más allá de los automóviles. Los fabricantes aeroespaciales, las empresas de semiconductores y los contratistas de defensa descubrieron su dependencia de materiales que Pekín podía convertir en armas sin previo aviso. Esto representaba la culminación de la estrategia de tres décadas de China para acaparar los mercados de minerales críticos, mientras las empresas estadounidenses perseguían beneficios trimestrales y los responsables políticos daban prioridad a los bienes de consumo baratos frente a la independencia estratégica.
Sin embargo, mientras China estrechaba el cerco, los investigadores estadounidenses de la Universidad de Minnesota habían estado resolviendo un rompecabezas que había frustrado a los científicos desde los años cincuenta. El profesor Jian-Ping Wang pasó casi una década perfeccionando técnicas para sintetizar imanes de nitruro de hierro a partir de los elementos más abundantes de la Tierra. Su avance, publicado en 2010, explicaba por fin cómo la combinación de hierro con nitrógeno puede crear un material con una magnetización superior a cualquier cosa que China produzca a partir de tierras raras.
La física es notable. El nitruro de hierro conserva la magnetización completa a 200 grados Celsius, superando la capacidad de temperatura de todos los compuestos magnéticos excepto los fabricados con los elementos críticos más escasos y caros. Y lo que es más importante, las materias primas proceden de fuentes que ninguna nación puede monopolizar: Los yacimientos de mineral de hierro de Minnesota y el nitrógeno atmosférico. El nitruro de hierro representa algo que China no puede replicar -la innovación estadounidense impulsada por la curiosidad científica y no por la política industrial estatal- y reduce nuestras vulnerabilidades económicas y de seguridad nacional, al tiempo que refuerza la capacidad de fabricación nacional.
Sin embargo, comercializar este avance requiere el mismo compromiso estratégico que China demostró al construir el dominio de las tierras raras. Pekín gastó cientos de miles de millones de dólares durante tres décadas, aceptando pérdidas para lograr el control del mercado. Estados Unidos necesita una acción federal comparable para desplegar la tecnología de nitruro de hierro antes de que China reconozca la amenaza e inunde los mercados con tierras raras por debajo del coste para matar la innovación estadounidense en su cuna.
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La cuestión es si los responsables políticos actuarán con la misma paciencia estratégica que demostró China mientras construía el dominio de las tierras raras, o si permitirán que otra generación de capacidad industrial estadounidense emigre al extranjero en busca de importaciones baratas que enmascaran dependencias peligrosas.
La tabla periódica no tiene por qué seguir siendo el arma de China. La ciencia estadounidense ha encontrado el antídoto. La única cuestión que queda por resolver es si Estados Unidos posee la voluntad estratégica para desplegarlo.




















